No conoce fronteras ni colores políticos: los tentáculos de la empresa Odebrech se enroscaron en las cimas del poder en distintos países de África y América Latina, según puede verse a partir de las revelaciones de la operación Lava Jato, que puso al descubierto el sistema de coimas del gigante de obras públicas de Brasil.
Las informaciones vienen de 77 responsables de la firma, que como Marcelo Odebrecht, heredero de la multinacional, ha empezado a hablar para ver reducidos sus 19 años de cárcel que desde junio de 2015 purga en una celda de 12 metros cuadrados.
“En Brasil, Odebrech formaba parte de un cártel constituido por otros grupos de obras públicas que se repartían jugosas licitaciones de Petrobras. Los mercados, sobrefacturados, ofrecían generosas contrapartidas a los ejecutivos del grupo petrolero de manera confidencial, coimeando de paso, a políticos de todo tipo”, recuerda el vespertino francés Le Monde, que publica un informe sobre las ramificaciones de la corrupción del grupo.
El diario explica que Odebrecht exportó este modus operandi fuera de las fronteras brasileñas. La multinacional ha estado detrás de 2.000 obras en 30 países, entre ellos gran parte de naciones latinoamericanas.
En México, las sospechas se ciernen sobre el entorno del presidente Enrique Peña Nieto, en especial alrededor de Emilio Lozoya, ex director de la empresa pública Petróleos Mexicanos (Pemex). Altos funcionarios mexicanos habrían cobrado coimas entre 2010 y 2014 por más de diez millones de dólares.
Los países más afectados son aquellos que recibieron más fondos del BNDES (al Banco Nacional de Desarrollo de Brasil): en Venezuela (3.100 millones de dólares) están comprometidos seis grandes proyectos, entre ellos la ampliación del metro de Caracas. Venezuela fue el país, luego de Brasil, en el que más sobornos se pagaron: unos 98 millones de dólares. El diputado opositor Julio Montoya, que llevó a cabo su propia investigación, estima que las malversaciones alcancen los mil millones de dólares.
Mientras, en Perú la Fiscalía pidió el martes la detención preventiva del expresidente Alejandro Toledo (2001-2006) a quien acusa de recibir 20 millones de dólares para favorecer con una obra a la brasileña Odebrecht, solicitud que evaluará un tribunal.
En Colombia, la Fiscalía indicó este martes que indaga si dinero de Odebrecht fue destinado a la campaña para la reelección del presidente Juan Manuel Santos en 2014, lo cual el gobierno rechazó tajantemente.
En República Dominicana, que recibió 2.500 millones de dólares del BNDES, están en juego obras de infraestructura vial y la construcción de una usina termoeléctrica.
Cuba no es una excepción. Allí Odebrecht ganó en 2009 sin licitación de la ambiciosa ampliación del puerto de Mariel, a 40 kilómetros de La Habana para servir de plataforma entre la región Pacífico y los Estados Unidos. La BNDES financió el proyecto por 682 millones de dólares. Sin embargo, la opacidad es importante en este caso, dado que la ex presidenta Dilma Rousseff clasificó como “secreto” todos los documentos del BNDES ligados a Cuba y Angola. Porque las ramificaciones de Odebrecht no se detienen en Latinoamérica. En Angola, ex colonia portuguesa, la compañía brasileña es el principal empleador privado y ha entregado entre 2006 y 2013 50 millones de dólares a representantes del gobierno. En Mozambique, las coimas ascienden a 900.000 millones, mientras la justicia estadounidense cifra en 250 millones el dinero entregado a un “oficial de alto nivel”.
*Por RFI