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Mark Rutte derrota a la extrema derecha en Holanda

El actual primer ministro ganó las elecciones derrotando al candidato de ultraderecha, un primer alivio para la Unión Europea y para el mundo, que veía cómo las ideas xenófobas ganaban fuerza en ese país.

Gonzalo Castillo

  Miércoles 15 de marzo 2017 20:23 hrs. 
rutte

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Todos los ojos estaban puestos sobre Holanda. Las elecciones presidenciales del país eran el primer momento de medición de cómo la ultraderecha avanzaba en Europa, sin embargo, y pese a los pronósticos que hablaban de la posibilidad cierta de que el candidato ultraderechista, Geert Wilders (del PVV) se quedara con la primera mayoría, los comicios arrojaron una realidad diferente: El actual primer ministro y líder del partido liberal de derecha (VDD), Mark Rutte, ganaría cómodamente, alcanzando 31 escaños parlamentarios contra los 19 del PVV. También es significativa la entrada al Parlamento por primera vez del partido antirracista DENK con una representación de 3 diputados.

Pero más allá de los resultados, las elecciones de Holanda, Francia y Alemania, han evidenciado la irrupción de los nacionalismos y de la xenofobia a niveles que no se veían desde antes de la Segunda Guerra Mundial.

De estos sentimientos es que se han nutrido personeros como Marine Le Pen en Francia y Geert Wilders en Holanda, quienes además han exacerbado tanto la islamofobia como la eurofobia, prometiendo llevar a cabo referéndums para retirar a sus países de la unión, tal como ya lo hiciera antes Gran Bretaña, lo que representa nuevos desafíos para uno de los, hasta ahora, másexitosos procesos de integración regional.

Mariano Álvarez, académico del Instituto de Estudios Internacionales (IEI) de la Universidad de Chile señaló que, en primer lugar es necesario “separar las aguas” entre lo que pueden hacer los gobiernos y el sentimiento popular, considerando que la mayoría de los gobiernos de la Unión Europea son de tipo parlamentario por lo que deben llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas, lo que podría moderar las posturas de movimientos de extrema derecha.

Sin embargo, para Álvarez es justamente el sentimiento popular el preocupante, ya que como el caso del Brexit en Gran Bretaña, este se sustentó en el cambio en la percepción de la población sobre los beneficios de la integración regional, lo que derivó en el triunfo del mecanismo de salida, así como de las visiones xenófobas: “Son cambios en cómo la población se siente, cómo se siente oprimida, cómo percibe la falta de trabajo es decir, cuando la falta de trabajo en vez de ser percibida por una recesión internacional es percibida por la migración, es decir cuando en EEUU la gente piensa que los grandes problemas económicos no vienen de la crisis de 2008, que no vienen de problemas más profundos sino que vienen de que hay una mayor inmigración y que esa inmigración de alguna forma roba los trabajos, es cuando se empiezan a generar sentimientos xenófobos y que creen que sus problemas se deben a nacionales o a economías de otros países”.

El experto internacional sostuvo que la crisis que vive actualmente la UE se debe también a sus propios ritmos de crecimiento, considerando que se incorporó a una serie de países de Europa del Este que aún evidenciaban un fuerte desequilibrio económico con Europa Occidental, lo que generó fuertes desajustes, derivando en una ola migratoria que, como respuesta, alimenta los nacionalismos al interior de los países.

Además, Álvarez hizo énfasis en los problemas de centralismo que tiene la Unión, ya que para el ciudadano común europeo la sensación que subyace es que las decisiones a nivel de la unión se toman únicamente en Bruselas, especie de “capital administrativa” de la UE, lo que redunda en que se propicie una suerte de rechazo a la organización.

Sobre el futuro de la Unión Europea, el profesor del IEI planteó que es necesario que se hagan cambios a nivel cultural que apunten a valorar la inmigración y no asumirla como la raíz de los problemas que afectan a la población nacional.”Sin embargo, si no se empiezan a hacer cambios profundos, si no se empieza a educar a la población sobre el valor de la inmigración es peligroso para la UE lo que va a ocurrir porque, efectivamente, los conflictos en Siria y las diferencias en los desarrollos económicos, producen migración, que normalmente es buena pero que es más bien percibida por las poblaciones cuando esa inmigración comienza a jugar con sus valores nacionales y empieza a ver que aparecen más comercios de otros países dentro de sus propias ciudades.

Por su parte, la profesora de Derecho Internacional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, Ana María Moure, destacó que estas elecciones son de tipo nacional por lo tanto reivindincan las expectativas que los ciudadanos dentro de su propio país, como el sistema de salud, el empleo, entre otros.

No obstante, con la irrupción de líderes populistas como Wilders en Holanda como Marine Le Pen en Francia, estos problemas nacionales son trasladados a la Unión Europea, lo que resulta más simple para estos líderes políticos.

Así, plantea que “esto hace que se considere como una virtud decir que si se salen de la UE van a dejar de tener los problemas migratorios, y esa exacerbación nacionalista no se condice con un mundo globalizado ni en el cual los estados son absolutamente interdependientes y esa interdependencia no va a cambiar, ni aún incluso cuando el resultado sea un resultado favorable a una salida”.

La jurista además destacó lo paradójico que resulta que las naciones europeas se sorprendan con la llegada de refugiados e inmigrantes a sus países, cuando en su mayoría, son ciudadanos de territorios que ellos mismos colonizaron en el pasado. “El problema migratorio tiene que ver con una falta real de integración de culturas que no son, a priori, afines. Es un poco paradójico y contradictorio que Europa, que han sido históricamente países colonizadores de otros continentes, ahora se impresionen que a ellos llega también gente producto de colonizaciones de otras épocas porque también aquí también están insertos en un sistema global”.

Finalmente, la profesora Moure recordó que en 2017 no solo es tiempo de elecciones para tres de los países fundadores de la Comunidad Económica Europea, precedente de la UE -Holanda, Francia y Alemania- también es momento en que en esos lugares se enfrenten denuncias de corrupción que afectan a sus dirigencias políticas.

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