Fabiola, Matías y Laura son profesores de enseñanza básica, especialistas en lenguaje, historia y matemática, respectivamente. Se conocieron siendo colegas del Colegio Algarrobal de la Comuna de Colina y compartieron dos procesos de evaluación docente.
Laura cuenta que la primera vez que se evaluó en 2008 fue como una prueba a ciegas, no tenía idea sobre lo que preguntaban y no conocía el marco de la buena enseñanza, libro en el que se deben basar los profesores de colegios municipales para planificar sus clases. Sumado a esto, relata que tenía que usar un diccionario para poder entender los términos técnicos que venían en el texto guía.
Para Matías, su primera experiencia con este instrumento de evaluación fue en el año 2012. No fue tan a ciegas como para Laura, ya que junto a Fabiola se reunieron para reflexionar en conjunto sobre el proceso. Desarrollaron sus portafolios y aunque cuentan con diferentes especialidades, se ayudaron a estructurar las habilidades que esperaban que desarrollaran los niños. A su vez, pensaron juntos en cómo abordar la autoevaluación y las preguntas que formularía el evaluador par externo a su escuela cuando les tocara ser entrevistados.
Los profesores del país en estos días disfrutan de las vacaciones de invierno, tiempo que muchos usan para el descanso, pero no pocos lo aprovechan para comenzar a desarrollar su evaluación docente, instrumento que junto a la prueba de conocimientos específicos, son los indicadores con los cuales se jerarquiza a los profesores dentro de la nueva carrera docente.
Carrera Docente
El Sistema de Desarrollo Profesional Docente fue creado en abril de 2016 por la Ley 20.903, la cual jerarquiza a los profesores en cinco tramos: Inicial, Temprano, Avanzado, Experto I y Experto II. Desde julio del año pasado comenzó el encasillamiento y para éste se consideró el portafolio de la evaluación docente y la prueba de Asignación Variable por Desempeño Individual (ADVI).
Laura ha obtenido competente en sus tres evaluaciones docente que cada cuatro año ha rendido desde 2008. Las calificaciones de este instrumento pueden ser: insatisfactorio, básico, competente o destacado. El que la profesora de lenguaje haya obtenido una buena calificación en su ED y también en la prueba ADVI, le permite estar hoy en el tramo Experto I para el próximo año, lo que significará una ostensible mejora en su sueldo.
“Con la nueva ley estás obligado a evaluarte, aparte de hacer el portafolio, debes rendir la prueba de conocimientos específicos para acceder a jerarquizarte. Hasta el año pasado rendíamos la ED y la prueba ADVI, que era opcional. En realidad nadie sabía que la ADVI iba a ser considerada para el encasillamiento de los profesores, esto provocó que muchos de mis colegas estén hoy en los tramos iniciales de la carrera docente”, explica Laura.
La negociación entre el Colegio de Profesores y el gobierno, antes de la aprobación de la Ley de Carrera Docente en marzo de 2016, estuvo marcada por el paro de profesores que duró cerca de un mes. En dicha instancia, los educadores pedían que la prueba ADVI no fuera considerada en el encasillamiento de los docentes, lo que no consiguieron.
Y hoy el temor de los dirigentes es una realidad. En julio de 2016 se desarrolló el proceso de encasillamiento para la carrera docente, y quienes no contaban con la prueba ADVI rendida, no podían acceder a los tramos experto 1, 2 y avanzado. Aun cuando, los dirigentes del gremio lograron que la ponderación fuera más baja, no pudieron detener los planes del gobierno.
La prueba ADVI era voluntaria y solo por rendirla los profesores recibían un incentivo de 50 mil pesos, además de esto, si eran bien calificados, podían obtener un incremento de entre un 5 y un 25 por ciento de su sueldo.
Sin duda, esta fue una tentadora oferta a la que muchos docentes del país accedieron. Sin embargo, generó problemas como por ejemplo: que profesores rindieran la prueba en 2008 y en sus próximas evaluaciones no lo hicieran, en estos casos el sistema les consideró dicha prueba aunque no tuviera un buen resultado. Asimismo, hubo muchos que no la rindieron y automáticamente fueron incorporados a los tramos iniciales de la carrera docente.
Al regreso de las vacaciones de invierno, los profesores verán efectivamente cómo cambian sus remuneraciones según corresponde a su escalafón en la carrera docente.
Portafolio y prueba de conocimientos específicos
Laura, Matías y Fabiola se reunieron los fines de semana por cerca de un mes para preparar su portafolio para la evaluación docente. Según relata Matías, el instrumento no logra medir lo que ellos hacen en la sala de clases, ya que sus cursos son de 40 alumnos y todos los niños tienen diferentes particularidades que en la evaluación no son abordadas, sino que se hace sobre la base de un ideal, que es el marco de la buena enseñanza, parámetro que dista radicalmente del cómo se viven los días al interior del aula de clases.
La crítica del Colegio de Profesores es que actualmente “se mantienen dos sistemas paralelos, lo cual es bastante absurdo. Le hemos planteado al ministerio que se debe eliminar la evaluación docente y dejar solo la carrera, pese a tener muchas discrepancias y planteamientos de modificación, y no esta absurda situación donde hay dos sistemas paralelos que en el fondo significan un agobio para el docente que tiene que hacer trabajo extra”.
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“En tanto esta ley siga vigente como está, quien quiera avanzar de tramo lo tiene que hacer por esa vía, sin embargo nosotros vamos a dar la pelea por cambiarlo. Quizás no en este gobierno, pero si va a ser una de nuestras demandas, porque no nos parece el formato adecuado para el buen desarrollo docente”, advierte Mario Aguilar, Presidente del Colegio de Profesores.
Para Rodrigo Cornejo, Director del Observatorio de Políticas Educativas de Chile, Opech, “esta carrera docente se hizo aplicando un modelo evaluativo que no se condice con la naturaleza del trabajo del profesor. Esta idea de una evaluación individualizada con consecuencias salariales y en torno a parámetros externos es muy coherente con la ideología neoliberal, lo que se llama el nuevo manchment, pero no se condice con la verdadera naturaleza del trabajo docente, que esencialmente es contextualizado y colectivo, lo que implica mucha capacidad de adaptación en la situación humana concreta con que vienen los niños, niñas y jóvenes cada día. Se aplicó un modelo muy clásico, muy básico, muy rudimentario y que no se condice con la naturaleza del trabajo docente y que es probable que lo termine perjudicando”.
Por su parte, el Coordinador del área de evaluación docente, Christian Libeer, desplazó la responsabilidad sobre la evaluación contextualizada a las Comisiones Comunales: “En primer lugar, la decisión final respecto del resultado de la evaluación docente, es una decisión descentralizada referida a tomar en cuenta elementos o variables de contexto para determinar si un profesor tiene un nivel de desempeño destacado competente, básico o insatisfactorio. Es la Comisión Comunal de Evaluación que ratifica o modifica ese resultado final y los elementos que debe utilizar para modificar o ratificar la evaluación son los elementos de contexto donde trabaja el docente”.
“A veces nos reíamos porque lo que estábamos poniendo en el portafolio o en las respuestas de la autoevaluación jamás lo podríamos aplicar con los niños, porque es imposible en la realidad de la escuela hacer lo que ellos piden que nosotros describamos para salir competentes o destacados en la evaluación”, cuenta Matías, el profesor de Colina.
El coordinador del área de evaluación docente del Ministerio de Educación, explica que “la evidencia que se solicita es respecto a la práctica pedagógica y no se le pregunta a los docentes cuál es su juicio respecto de su propia práctica, se le pregunta cómo realiza esa práctica. Se levanta evidencia en la unidad pedagógica respecto a su planificación y cómo ésta la relaciona con, por ejemplo, la evaluación que le hace a los estudiantes”.
A esto, el representante del Mineduc, agregó que “donde los profesores encuentran mayor dificultad es en la reflexión de sus propias prácticas pedagógicas, entonces hay distintos indicadores vinculados a la recogida de información en este sistema y que dice relación efectivamente con la práctica. Es cierto que uno puede tener cierta distancia respecto a lo que es el ejercicio profesional docente y el contexto en el que trabaja, razón por la cual, todos los años el portafolio y los diferentes instrumentos son sometidos a un pilotaje con profesores que están en ejercicio actualmente en el sistema educacional”.
Por otro lado, los portafolios de la evaluación docente hoy son ofrecidos con total libertad por internet, incluso “la confección completa tiene un valor entre 250 y 270 mil pesos. Se realiza el portafolio, clase filmada, materiales, y rúbrica para desarrollar las respuestas de la entrevista del evaluador par”, dice la respuesta de uno de los oferentes de internet.
“La falta a la veracidad de la información respecto de la evidencia que se entrega en el portafolio, siempre en un sistema de evaluación tan masivo como el que tenemos, se puede incurrir en prácticas no deseadas. Al respecto, hemos instalado el sistema de evaluación docente un procedimiento para reconocer cuando hay faltas a la veracidad. La consecuencia de ello es que los docentes que incurran en dichas prácticas se les objete el portafolio de evaluación para que lo pueda realizar nuevamente al año siguiente”, profundiza Christian Libeer, en la forma de prevenir el plagio entre profesores en la prueba estandarizada.
La jerarquización de la carrera docente y el modelo que establece está atravesada por este tipo de vulnerabilidades, siendo un referente o indicador que genera una clara dicotomía entre la realidad del aula y la construcción de una evaluación que puede ser incluso ficticia.
Por otra parte, quienes sean jerarquizados como avanzado, experto I y experto II, no tienen obligatoriedad de evaluarse, sin embargo, como sigue funcionando la carrera docente y la evaluación paralelamente como dos leyes diferentes, ellos tendrán que seguir respondiendo a la evaluación aún cuando ésta deje de aportarles en su carrera.
Perfeccionamiento docente
La actual carrera docente considera los años de servicio, la prueba de conocimientos específicos y la evaluación docente, sin embargo, dejó de lado el perfeccionamiento como un punto fundamental dentro del desarrollo académico.
“No dieron ninguna centralidad al perfeccionamiento ni a los estudios de postgrado y eso se condice con una concepción de la docencia que piensa al docente como un aplicador o pasador de materia, un explicador de técnica. La verdad es que esa visión también es bastante añeja, también está superada por la investigación y por la experiencia internacional, y hoy de lo que se está hablando es de los profesores como intelectuales, como un colectivo capaz de pensar y reconstruir el currículo de acuerdo a cada comunidad escolar, a cada situación vital de su grupo de estudiantes, y eso indudablemente es una capacidad profesional y en alguna medida de una persona capaz de pensar su práctica y de realizar a un nivel micro investigación de su quehacer”, explica Rodrigo Cornejo, director de la Opech.
“La única forma de saber si el currículum requiere ajustes es hacer un proceso básico mínimo de investigación. Hacia allá apuntan las carreras docentes de los países más famosos, más prestigiados, como en el caso de Finlandia, y me parece que de nuevo estamos apuntando al lado contrario, estamos volviendo a un paradigma de los años 50 del docente como técnico”, profundiza Cornejo.
Para Laura, el perfeccionamiento ha sido un esfuerzo profundo, ya que ha tenido que destinar recursos y tiempo para estudiar un magíster, que además, según plantea “no tiene ninguna validez dentro de la educación municipalizada, porque aunque el docente tenga todo lo necesario para ser una autoridad en educación, si no adscribe a un partido político o a la línea política de la comuna, no existen los espacios para avanzar en estos términos”.
El que no se considere los estudios de postgrado, según plantea Matías, perjudica el que los profesores busquen perfeccionarse y lamentablemente puede que “marquen el paso mientras sigan repitiendo año tras año las mismas prácticas”.
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Por su parte, Christian Libeer, en defensa de los sistemas de evaluación y carrera docente, dijo: “Las Acciones de Formación en Servicio son reconocidas a través del portafolio de evidencias que debe entregar el docente y esto está consignado en el módulo tres, el que se refiere no solo al trabajo colaborativo que cada docente tenga en cada establecimiento educacional, sino que además se reconocen otras funciones que pueden cumplir los docentes de aula al interior de los establecimientos. Así como también las acciones de formación de servicio, entendidas anteriormente como perfeccionamiento, que estén situadas y que sean pertinentes a las necesidades que tengan los establecimientos educacionales, respondiendo también a las prioridades que se tienen a nivel nacional”.
“Es una pérdida de un derecho profesional y laboral adquirido el año noventa con el estatuto docente que se pierde ahora con la implementación de la carrera docente, y por tanto, es un menoscabo para los profesores”, dice Roberto Villagra, representante del colegio de profesores de la Región de Ohiggins.
Para Mario Aguilar, “es inexplicable que se haya dejado de considerar el perfeccionamiento, “ya que en todos los países del mundo donde existe algo parecido a una carrera profesional docente es uno de los factores principales, todo el mundo entiende que si usted hace un magister y tiene que estudiar dos años, implica un mejoramiento profesional innegable, pero acá no se consideró. Esa es una pregunta que hay que hacérsela al ministerio y a los legisladores, nosotros abogamos por eso, pero lamentablemente no fuimos escuchados, pero vamos a seguir dando esta pelea porque nos parece un elemento crucial” sentencia el dirigente gremial.
La discusión sobre la carrera docente está lejos de terminar y la próxima administración tendrá que estar preparada para enfrentar a uno de los gremios más numerosos del país, que según advierten sus representantes, no cesará en la búsqueda de una modificación que deje de ser cosmética, tal como la describió Aguilar.