En busca de un compositor perdido: los cuartetos de Pedro Ximénez Abrill Tirado

El Cuarteto Surkos acaba de publicar una grabación con tres obras del músico peruano-boliviano, que escribió cientos de obras que fueron descubiertas hace pocos años.

El Cuarteto Surkos acaba de publicar una grabación con tres obras del músico peruano-boliviano, que escribió cientos de obras que fueron descubiertas hace pocos años.

Hasta hace algunos años, poco se sabía del compositor peruano-boliviano Pedro Ximénez Abrill Tirado (1784-1856). El descubrimiento de cientos de sus manuscritos en Bolivia y su posterior catalogación han permitido reconstruir parte de sus casi 500 obras, que en el último tiempo también han comenzado a escucharse en Chile.

Ahora, por ejemplo, se podrá oír en Primeros cuartetos de América, disco que el Cuarteto Surkos presenta este miércoles en la embajada de Perú y que incluye tres piezas para ese formato, los opus 55, 56 y 68. En septiembre, el trabajo también será mostrado en Lima.

¿Qué tiene de especial Ximénez? “Es un rara avis en el contexto latinoamericano, cuya influencia entre estudiantes y contemporáneos superó con creces las posibilidades técnicas de su siglo, incluyendo la falta de imprenta o de redes comerciales”, dicen el musicólogo chileno José Manuel Izquierdo y su colega peruana Zoila Vega Salvatierra en el último número de la Revista Musical Chilena.

El autor, nacido en Arequipa, viajó luego a Bolivia, donde el gobierno de Andrés Santa Cruz lo ubicó como el músico más importante de la ciudad de Sucre, al nombrarlo maestro de capilla desde 1833. Más allá de esa labor, fue también prolífico en obras instrumentales y escribió unas 40 sinfonías: “Nos muestran a un autor para el cual este género guardaba una especial importancia, y al cual dedicó enormes esfuerzos en un contexto cultural donde prácticamente no había orquestas, conciertos públicos o impresión de partituras que permitieran hacer una carrera como compositor. La gran mayoría de los compositores profesionales de América Latina del periodo se dedicaron a carreras como maestros de capilla, y el mismo Ximénez realizó buena parte de su carrera profesional en la Catedral de Sucre”, escribió Izquierdo en otro artículo.

“Su constante perfil de académico con el que se muestra al mundo, incluyendo la creación de obras instrumentales y una labor como maestro de capilla donde aún sugiere que se le deje más tiempo para composición, lo muestran como un autor que cree en su obra, de la que además hace un inventario y le otorga números de opus. Por lo mismo, hace también esfuerzos por publicar en Europa y vender su música, aunque esto queda en un sueño parcial que nunca se concretó del todo”, añaden Izquierdo y Vega en el artículo de la Revista Musical Chilena.

Fue a través del musicólogo chileno, justamente, que el Cuarteto Surkos accedió a las partituras de las tres obras que grabaron este año, en varias sesiones realizadas en el Templo Mayor del Campus Oriente de la Universidad Católica, con el fin de aprovechar la reverberación natural del espacio. “Nos dimos cuenta del trabajo de José Miguel Izquierdo porque él había presentado algunas sinfonías de Ximénez con la Orquesta de Valdivia y nos habían llegado ecos, así que nos interesó muchísimo. Lo contactamos y fue muy fluido, inmediatamente nos mandó las partituras y comenzamos a trabajar”, relata David Núñez, primer violín del ensamble, que también conforman el violinista Marcelo Pérez, la chelista Francisca Reyes y el violista Pablo Salinas.

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David Núñez, Marcelo Pérez, Francisca Reyes y Pablo Salinas.

Primeros cuartetos de América es el segundo disco de Surkos, que el año pasado presentó un registro con obras del compositor chileno Fernando García, aunque antes ya habían participado en otras grabaciones. Además, se presentan regularmente en temporadas de cámara de diferentes universidades y, de hecho, las obras de Ximénez las tocaron el año pasado: en la UTEM y en la Universidad Nacional de San Agustin de Arequipa.

“La idea de que se hacía música instrumental acá en Hispanoamérica es muy atractiva, porque la mayoría de la música de ese periodo es hecha en las iglesias. Además, no podemos decir que es música de un periodo colonial, porque ya son los primeros años de la Independencia, entonces ahí hay otro aspecto interesante: ¿cómo la Independencia fue un factor de cambio para el arte que se estaba haciendo en ese momento? Obviamente, el arte colonial estaba en la base, pero la Independencia también era un corte abrupto. Yo creo que Ximénez encarna muy bien todo eso. Claro, a nosotros nos interesaba por lo que te digo, pero no nos imaginábamos que nos íbamos a encontrar con una obra de tanta calidad. Es realmente genial”, explica Núñez.

¿Cómo explicaría la genialidad de su música a alguien que nunca lo ha escuchado, porque no es muy conocido?

Hay que comenzar por decir que hay muchas cosas que son conocidas y no son necesariamente geniales o valorables, sencillamente es un gusto del público que se ha ido desarrollando. Hay mucha música, sobre todo acá en América, que no es conocida y que tiene el mismo o más valor que la música conocida. Eso es algo que me choca del quehacer de los músicos clásicos: yo no me identifico con este músico clásico que siempre hace las mismas piezas y con el público que siempre quiere escuchar Las cuatro estaciones de Vivaldi y la Pequeña serenata nocturna de Mozart. Esa es una actividad que no tiene ningún valor. Entonces Pedro Ximénez es una música muy buena, pero también hay muchas otras cosas más y los amantes de la música están en el descubrimiento, no en lo aburrido, en lo repetitivo, en lo predecible.

¿Qué importancia tiene destacar a un compositor americano, en un mundo dominado por la música europea?

Es una de las cosas que nos llamó la atención. Ahora, hay mucha música americana, desde el periodo colonial hasta ahora, de muchísimo valor. Realmente tenemos un trabajo titánico, pero vale la pena descubrirla. Tiene muchísima importancia, porque es necesario saber de dónde venimos y quiénes somos, hay aspectos identitarios que son importantes. También tenemos que entender los periodos históricos, puede ser un factor de cambio incluso para nuestro presente.

¿Qué énfasis quisieron darle a este disco?

Tratamos de hacerlo como imaginamos que lo pudo haber pensado Ximénez, es decir, consciente del momento histórico que estaba ocurriendo en Europa en ese momento y también consciente de la realidad latinoamericana. Pensamos mucho en esos dos polos, es una música muy mestiza. Hay aspectos de la música popular que se integran -uno de los cuartetos tiene un yaraví, por ejemplo- y también hay influencias europeas que son muy disímiles, algunas de la tradición vienesa y otras de la tradición francesa. Él hace una mezcla un poco disfórica de todo aquello y esa es una parte de la identidad también, esa libertad de mezclar cosas que son muy diferentes.

Foto principal: Josefina Pérez Miranda.




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