El moderado escenario inflacionario nacional actual -tanto del IPC global, como de los indicadores subyacentes- combinados con la reciente apreciación del peso frente al dólar -que abarata las importaciones y pone presión sobre los precios de productores internos- ha reducido las perspectivas inflacionarias a mediano plazo, estimulando expectativas de una nueva baja de al menos 0,25 puntos en la Tasa de Política Monetaria (TPM).
En el hecho, diversos especialistas privados y públicos han apuntado en tal dirección y recientemente, el ex vicepresidente del Banco Central, Jorge Mashall, afirmó que dado que la trayectoria de la inflación está por debajo del rango la meta del Banco Central (2%-4%), y el ritmo de crecimiento por bajo del potencial (0,5% en el primer semestre, respecto de 3%) estimó también que “hay espacio para bajar la tasa”, en un 0,5%, de aquí a fines de año.
En efecto, de haber en los próximos meses sorpresas a la baja en la inflación -posibilidad cierta a raíz del actual tipo de cambio que seguirá presionado por un valor del cobre al alza- el Banco Central podría avanzar hacia un nuevo ajuste que mantenga la TPM real (tasa referencial menos la expectativa de inflación a 12 meses) en un nivel expansivo (inferior a cero), aunque sin entregar un sesgo previo.
Por de pronto, en su reciente reunión de agosto, el Consejo del BC decidió mantener la tasa de política monetaria en 2,5%, acorde a lo esperado por el mercado, al tiempo que ratificó el sesgo neutral al afirmar que “cambios futuros en la TPM dependerán de las implicancias de las condiciones macroeconómicas internas y externas sobre las perspectivas inflacionarias”.
La eventualidad de una reducción de la tasa hasta 2,25% o 2% buscaría seguir estimulando la ralentizada actividad interna, así como ajustarse a las condiciones externas con impacto sobre la inflación en Chile, especialmente, al reducir la brecha y atractivo para inversiones externas que afectan la oferta interna de divisas, agregando factores a la apreciación del peso respecto del dólar.
No obstante los riesgos que implica reducir la tasa para efectos de ahorro, en un entorno internacional con bajos intereses e inflación -que ha estimulado el traslado de cuantiosos recursos hacia las bolsas de valores, las que corren riesgos de un ajuste sorpresivo por cambios al alza de los tipos por parte de la FED-, para Marshall “si tras el recorte en Chile hay que volver a subir la tasa, se sube”, tal como, por lo demás parece insinuar el propio comunicado del Banco Central del jueves pasado, en el sentido que una nueva baja en la tasa “está sobre la mesa”.
Como se sabe, respecto del panorama externo, el BC destacó el estancamiento del alza en las tasas de interés internacionales, lo que ratificaría que las condiciones financieras mundiales se ven más favorables y apuntando hacia un mayor crecimiento, sin necesidad de mayores estímulos monetarios.
Por otro lado, la prolongación de la reciente tendencia de incremento del precio del metal rojo (en US$ 2,9 y perspectivas de US$ 3 la libra, gracias a una esperada mayor demanda China por el término del uso de chatarra de cobre) y la estabilización en el valor del petróleo (US$ 48 WTI), ambos hechos que, más que a mayor actividad, responden a la debilidad del dólar a nivel global que abarata la compra de ambos comoditties en otras monedas, confirman las perspectivas de un tipo de cambio que, en Chile, bien podría buscar un piso por bajo los $640.
Aunque en julio, el IPC marcó levemente al alza, dicho salto no modifica las expectativas de los operadores de que la inflación seguirá por debajo de lo previsto en el IPoM de junio, aun cuando el Central lo atribuya a factores volátiles, como la minería y la inversión, mientras que el consumo sigue siendo el principal motor del crecimiento, área en la que, dado el estancamiento de los salarios y alza de la informalidad laboral, el crédito ha sido su sustento, aunque mostrando ya niveles de luz amarilla y aumentos de la tasa de morosidad.
Así, en un cuadro en el que las perspectivas son de subsiguientes bajos IPC y mayor apreciación cambiaria, el consenso del mercado está apuntando a la baja de tasas. Para Marshall, “los recortes de tasa son normales y no debiese ser traumático hacer ajustes”, al tiempo que considera “normal que en los mercados haya disensos” sobre sus evoluciones.
Sin embargo, ha alertado que Chile vive momentos de incertidumbre, en el cual las proyecciones económicas y perspectivas políticas muestran o posibilitan márgenes de error grandes, razón por la que una política monetaria activa debe asumir dichos factores, para dar el impulso de actividad adicional que el país requiere.
Es decir, todo pareciera indicar que, entre septiembre y diciembre próximo, el Central -dependiendo de los datos externos y de una inflación que sigue baja- realice al menos un recorte de 0,25%; o dos, de hasta de 0,5% a diciembre, ajustes que, empero, eventualmente no tendrán impacto en una mayor actividad, dados salarios estancados, mayor desempleo y niveles altos de endeudamiento de hogares y empresas, aunque si en la rentabilidad de los ahorros a tasa fija institucionales o previsionales.