“El Papa se adelantó”. Lo anunciaban los animadores de la previa cuando recién el Sumo Pontífice se subía a su avión en Temuco. La multitud ya lo esperaba hace horas bajo un sol que no pensaba dar tregua sin que la expectación disminuyera.
La convocatoria era para presenciar el Encuentro con los jóvenes en el Santuario Votivo de Maipú. El Papa le hablaría a la juventud nacional en la antesala del sínodo que se llevará a cabo en el mes de octubre en El Vaticano. En dicho encuentro, Bergoglio se reunirá con los obispos del mundo para conversar en torno a un tema en específico. El foco de este sínodo de este año será, precisamente, la juventud –y el discernimiento vocacional-. La reunión de octubre será entre obispos y el Papa, paradójicamente no contará con la presencia de jóvenes, pero ese fue el pie para que Francisco se explayara este miércoles en Maipú.
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El Papa efectivamente se había adelantado. Su llegada al Santuario estaba planificada para las 17:30. Veintiún minutos antes ya recorría los pasillos de la explanada en el ya tradicional papa móvil y la gente se agolpaba en las vallas papales y corría detrás del vehículo para verlo de cerca más tiempo. Todo esto mientras la música ambiente entonaba el himno que Américo le dedicó especialmente a la visita del Papa.
Banderas vaticanas meneándose, pañuelos al cielo y cruces arriba.
El evento no era misa, sino un encuentro, pero de todas formas comenzó con la lectura del evangelio. La virgen María del Carmen acompañaba a Francisco en el altar, la misma que fue objeto de constantes referencias por parte del mandamás de la iglesia católica.
El Papa ya había presidido Encuentros con la juventud en diferentes países del globo y, en la previa, ya se olía la orientación de su discurso. “No sean simples observadores de la historia”, “no sean jóvenes-sofá”, señaló a través de una carta en octubre de 2017 en el contexto del Foro Nacional de la Juventud en Canadá. “No permitan que nadie restrinja y oscurezca la luz que Cristo pone en sus rostros y corazón”, agregó en aquella ocasión.
En enero de ese mismo año envió otra misiva a los jóvenes del mundo, precisamente mencionando la instancia a la que se convocó para octubre de 2018: “A través de este sínodo yo, y mis hermanos obispos queremos contribuir a nuestra iglesia”. “Un corazón joven no soporta la injusticia y no puede doblegarse ante la cultura del descarte, ni ceder ante la globalización de la indiferencia”.
Fue precisamente ese uno de los mensajes que intentó replicar frente a las más de 20 mil personas que llegaron a escucharlo a Maipú.
“Sean protagonistas del cambio. Sean los protagonistas del Chile que sus corazones sueñan”, comenzó diciendo en su alocución. Aprovechó el espacio para realizar una dura crítica al adultocentrismo que hegemoniza las decisiones y a la tendencia a menospreciar las ideas de la juventud: “A veces los adultos miramos en menos las ideas de los jóvenes. Decimos ‘piensa esto porque es joven’. Cuando hacemos eso los adultos, ustedes no nos presten atención”.
El Papa fue enfático, al menos en sus palabras, a la hora de explicitar el valor de las ideas jóvenes y la necesidad de que la iglesia se haga de las mismas. “Ayúdennos a que la iglesia tenga rostro joven”. Eso sí, “no sirven los jóvenes con crema rejuvenecedora, necesitamos jóvenes de verdad. Necesitamos que nos interpelen. Digan lo que sienten, digan lo que piensan”, señaló. Esa es la alusión al sínodo previamente mencionado. El Papa fue claro: los jóvenes no formarán parte del encuentro, pero sí sus ideas.
Las intenciones por hacer de sus palabras un mensaje con llegada a la juventud fueron nítidas. La estructura del encuentro fue de las más informales que ha protagonizado desde que llegó al país y el lenguaje utilizado fue, sin lugar a dudas, una interpelación directa a la gente que ocupa un papel fundamental en la revolución tecnológica.
Fue “la contraseña”, el concepto clave de la jornada. Y la referencia estaba directamente relacionada con San Alberto Hurtado. “Hurtado tenía una regla de oro, anótenla en sus teléfonos celulares: ¿qué haría Cristo en mi lugar? Esa es la batería para encender la chispa en la fe. Eso es ser protagonista de la historia”. Lo dijo justo después de mencionar el episodio que había vivido con un joven que le había manifestado que sus máximas preocupaciones en la vida eran quedarse sin internet móvil y sin batería en el celular. Fue el gancho perfecto para aterrizar el mensaje a una juventud que ha generado una dependencia hacia la tecnología.
Repitió la “contraseña” una y otra vez, haciendo que los miles de asistentes la repitieran junto con él. Fueron las palabras del Papa de cara a una juventud que carga con una fama –justa o no-, de no involucrarse demasiado en los conflictos actuales. Fueron las intenciones del Papa –sinceras o no- de que los jóvenes ocupen el rol trascendente en las conexiones que le dan vida un motor de cambios, tanto en la sociedad, como en la iglesia.