La máxima de un fallecido periodista y agente de inteligencia británico plantea que una vez es casualidad, dos veces es coincidencia y tres veces es acción enemiga. Los primeros días de 2018 en nuestro país han estado marcados por el fracaso de la Operación Huracán y hoy los chilenos creen en un montaje de Carabineros para encarcelar mapuches. Pero este caso, hoy transformado en una investigación contra la policía uniformada, es tan sólo el más reciente dentro del conflicto entre el Estado y el pueblo mapuche, antecedido por otros que también contaron con evidentes negligencias investigativas que perjudicaron al pueblo originario, pero que no alcanzaron tal nivel de impacto social ni menos una investigación compleja contra las irregularidades de las instituciones, ni siquiera de un mea culpa de los organismos.
Cada persona que ha sido encarcelada es una historia. José Tralcal Coche no es un nombre mediático a nivel nacional. Es uno de los once acusados del caso Luchsinger-Mackay y si bien no es el que aparece más en la prensa, no tiene conflicto con responder a las preguntas para conocer su caso. Hoy cumple arresto domiciliario en su campo ubicado a casi una hora de Temuco en bus, y dedica su tiempo principalmente a cosechar el maqui que su familia vende posteriormente para sostener la modesta cabaña en la que viven.
Tres escenas en un tribunal
Actualmente Tralcal espera, junto con los otros diez imputados, que el 26 de febrero se realice el nuevo juicio por el caso Luchsinger-Mackay, en el cual está acusado por incendio con resultado de muerte. Está confiado y tranquilo, asegura que él no tiene participación alguna en el ataque al fundo, por lo que cree que el resultado será el mismo del 14 de noviembre de 2017, cuando en primera instancia el Tribunal de Juicio Oral de Temuco determinó la absolución de todos los imputados, situación que duró hasta el 29 de diciembre del año pasado, cuando la Corte de Temuco anuló el juicio.
Al conversar con Tralcal sobre los acontecimientos por la Operación Huracán, no se sorprende. El concepto del montaje contra mapuches es algo de lo que él estaba seguro desde hace años, pero que hasta hace un tiempo parecía ser una idea tan sólo de ellos como pueblo o de algún sector de la izquierda.
El caso que hoy lo tiene con arresto domiciliario total es el tercero en su historia con tribunales. Por la acusación actual estuvo cerca de un año y ocho meses en prisión, desde marzo de 2016 hasta noviembre del año pasado.
Los antecedentes que lo enviaron a la cárcel son conocidos. Es uno de los mencionados en las dos declaraciones de José Peralino -otro de los acusados en la causa-, donde aseguraba la existencia de una reunión en la casa de la machi Francisca Linconao, en la que supuestamente se planificó el ataque al fundo. El testimonio de Peralino, que nunca fue registrado más allá de un texto que fue obligado a firmar, ni siquiera con una grabación de celular, posteriormente fue desacreditado, cuando éste reconoció ante el tribunal que habló bajo amenazas de la Policía de Investigaciones, incluso golpeado al momento en que dijo que contaría la verdad.
Tralcal dice que el que lo acusen en el caso Luchsinger-Mackay es una de las cosas más duras que le ha tocado vivir, puesto que se trata de la muerte de dos personas. Hasta el día de hoy cuestiona que justo el día del ataque al fundo los carabineros no hayan ido a tomar el control de su arresto domiciliario que cumplía en aquel entonces.
Pero anteriormente y por otro caso ya había estado en la cárcel, por cerca de ocho meses y al igual que en la presente investigación, con Ley Antiterrorista aplicada.
“En julio de 2009 era invierno, me acuerdo que hacía frío y estaba oscura esa noche. Parece que estaba lloviendo. Se dijo en las noticias que hubo un atentado en el bypass Temuco, que lo habían hecho los mapuches, lo mismo que pasa ahora con los Luchsinger. Después fue algo similar a lo que pasa ahora, esa vez vino el subsecretario del Interior, que era Patricio Rosende, estuvo con la policía acá y se dijo que tenían plenamente identificados a los autores”, cuenta Tralcal.
El dirigente recuerda que no sabía quiénes eran los responsables, por lo que no había de qué preocuparse. Meses después, un 25 de octubre de 2009, mientras iba camino a un palín en compañía de dos de sus hijos, se encontraron con Carabineros en el camino y fueron detenidos.
Según el relato de la policía uniformada en aquel entonces, existía un testigo que los acusaba a ellos de haber participado del ataque a un vehículo de transporte de la empresa Tur Bus en el sector bypass Temuco, el mismo del que había oído por la prensa.
El testigo, quien tenía identidad protegida por el amparo de la Ley Antiterrorista, aseguraba que los acusados habían recorrido cerca de 30 kilómetros a pie, cargados con motosierras y escopetas para perpetrar el ataque, en tan sólo dos horas. Tiempo después, por un error de la Fiscalía se supo que el supuesto testigo era un delator compensado, posteriormente que en realidad era un agente infiltrado de Carabineros que incluso había recibido instrucción de parte del organismo policial. Su nombre era Raúl Castro Antipán, otra palabra clave en la historia de los montajes contra los mapuches. Finalmente Tralcal fue absuelto en 2013 por este caso.
Antes de estas dos historias ya había pasado por tribunales, aunque en una situación menos compleja en términos penales.
En 2001 hubo un ingreso al fundo Santa Margarita, propiedad del polémico Jorge Luchsinger Villiger. Por aquel caso sí fue condenado, aunque él asegura no haber participado, señalando que incluso hubo declaraciones contradictorias de los carabineros que lo detuvieron en las cercanías del lugar.
Este caso da luces de la desprotección judicial que tenían los mapuches, la que ha ido variando en cierta medida gracias a la creación del Centro de Investigación y Defensa Sur, la Defensoría Penal Mapuche o la iniciativa de abogados particulares como Rodrigo Román. En el caso de 2001 Tralcal fue defendido por José Lincoqueo, uno de los más antiguos defendiendo mapuches. José Tralcal critica que el argumento para enfrentar el juicio fue que el Estado no tenía jurisdicción desde el Biobío al sur, aunque en dicha oportunidad también Lincoqueo exigió la entrega de unas fotografías que portaba la Fiscalía, las que habrían probado que los acusados fueron detenidos fuera del fundo y no en su interior, pero no fueron aceptadas por el tribunal. Fue condenado a tres años de pena remitida, firma mensual y el pago de cerca de un millón de pesos por los daños en el fundo.
Con estos tres casos José Tralcal ha visto el actuar de las policías, pero cree que las responsabilidades no recaen absolutamente sobre ellas. Incluso dice que ha conversado con carabineros que le expresan que deben “hacer lo imposible” para conseguir pruebas.
También la actitud de los políticos le ha llamado la atención en estos contextos. Por ejemplo, sobre el caso Luchsinger-Mackay relata que la noche del 3 de enero de 2013, la noche del ataque al fundo, su hermano Luis, también acusado, se encontró en Temuco con el diputado DC Fuad Chahín, quien los conoce por el historial como dirigentes de los Tralcal. Incluso Chahín le habría relatado de este encuentro al actual diputado electo Andrés Molina, entonces intendente de La Araucanía, quien creía que Luis Tralcal estaba detrás del ataque. El mismo año, según José Tralcal, el congresista de la falange le habría contado la misma historia a él. Pero según el relato, Chahín no habría querido entregar su testimonio en tribunales. Al cierre de esta edición no fue posible contactarse con el parlamentario.
Pero cuando José Tralcal piensa en responsables, el Ministerio Público se le viene a la cabeza. En los dos casos antiguos y en el actual estaba a la cabeza el fiscal Alberto Chiffelle, jefe de Alta Complejidad en Temuco.
“Hoy, cuando el fiscal Arroyo dice que la inteligencia policial no tiene ningún antecedente válido y que es un montaje, es porque lo tocaron a él. No es casualidad que el fiscal Chiffelle y Arroyo sean parte del montaje que nos hicieron a nosotros, sólo que no fue con Carabineros sino que con Investigaciones. Pero en 2009 también estaba Chiffelle. Los que obtienen beneficios con los montajes son los fiscales. Alberto Chiffelle hace el montaje con Peralino, estuvo coordinado con la PDI para hacer un montaje contra mapuches, no cualquiera, sino que buscando gente pensante para poder hacer obstáculos contra la lucha de usurpación de tierras”, dice.
Para José Tralcal, tres veces no son casualidad.
Una vida peleando por los mapuches
Mientras cosecha el maqui, se interrumpe la entrevista por unos segundos por un ave que intenta cazar una gallina, usurpación que José debe repeler con piedras. Con la situación ya en orden, pasa a relatar desde sus primeros años hasta convertirse en dirigente.
Cuenta con orgullo que su lengua natal es la mapuche, que el castellano lo aprendió una vez que entró a estudiar a una escuela. De pequeño un profesor destacó las capacidades de José e instó a la familia a que lo enviaran a un colegio de curas. Por aquellos años uno de sus ídolos era Pedro de Valdivia y sus hazañas matando indios. “Nunca me dijeron que esos indios eran mapuches”, dice, así como tampoco nunca le enseñaron sobre la “Pacificación de La Araucanía”.
Fue en años posteriores, al pasar a la enseñanza media, cuando se trasladó a Santiago a estudiar gracias a una beca, de 19 a 23 horas, mientras en las mañanas trabajaba en una casa en Las Condes. En este contexto, realizando trabajos de investigación sobre los pueblos indígenas, se dio cuenta que los indios que mataba Pedro de Valdivia eran mapuches que utilizaban las mismas ropas que sus padres. También se percató que él era un perseguido más.
Por las dificultades económicas de sus padres, decidió volver a su tierra para aportar con los conocimientos adquiridos. Además de trabajar, acostumbraba a llevar a su madre a un consultorio por un problema de asma. En este lugar comenzó a vivir en carne propia la discriminación contra los mapuches.
“Cuando los mapuches llegaban con mantas, a veces sucios, la pobreza misma, los funcionarios los veían llegar y se ponían a tomar café, a fumar cigarro, a reírse, mientras el mapuche esperaba hasta una hora. Cuando los atendían les decían que no quedaban horas. Eso me causaba bastante indignación”, cuenta.
En las visitas al consultorio y la molestia que le provocaba, exigió hablar con el director del consultorio pero fue derivado a hablar con el alcalde de Temuco de aquel entonces. Buscando una solución con la autoridad, el dirigente comunal designado por la dictadura vio pasta de líder en José y le ofreció participar en un taller de liderazgo. El entonces alcalde era José García Ruminot, actual senador de Renovación Nacional por La Araucanía.
De ahí en adelante comenzó el camino dirigencial. Colaboró incluso con la campaña del NO, donde trabajó con el actual senador electo Francisco Huenchumilla, convencido de que la Concertación le haría bien al pueblo mapuche, algo de lo que después se volvió escéptico, puesto que vio que eN todos los partidos, incluso el entonces descolgado Partido Comunista, existía la intención de desbaratar la organización mapuche.
Por lo mismo, su camino como dirigente tomó un giro en los años 90 y cree que esto lo vuelve blanco hasta el día de hoy de las policías y el Ministerio Público. En 1995 asumió como presidente de la Comunidad de Aguas Canal Itinento y ahí llevó adelante las gestiones para reparar un canal que les había sido entregado, pero que desde un principio estaba dañado. La constante lucha lo comenzó a marcar, cree. Cuatro años después participó también en las protestas ante la construcción del bypass Temuco, solicitando que la instalación contara con una serie de beneficios para los mapuches. Esto lo llevó incluso a reunirse con Ricardo Lagos cuando era ministro de Obras Públicas.
Después de la primera condena en 2001, en el caso anteriormente mencionado, decidió entrar realmente en la defensa de las tierras, partiendo con las protestas contra la construcción de la represa Ralco.
Pero el punto que indudablemente lo marcó fue en 2008, un día después del asesinato de Matías Catrileo: “Yo fui quien dijo -ahora sí vamos a reclamar la tierra de los Luchsinger-, lo dije a la prensa el 4 de enero de 2008. Desde ese entonces me metí con mayor fuerza a recuperar la tierra, fui el primero en ir a la Conadi a exigir que devolvieran esas tierras, porque era nuestra, de nuestras familias. Nosotros siempre quisimos que nos entregaran el fundo Santa Margarita de Jorge Luchsinger Villiger, pero no sabíamos cuáles eran las líneas a seguir, donde reclamar”, dijo.
Dice que en 2001 le tenía terror a la cárcel, pero que cuando cayó en 2009 ya no tenía miedo, porque sabía que se le perseguía por luchar por sus derechos. Nunca sintió vergüenza y estando recluido los meses siempre estuvieron marcados por la resistencia, especialmente las huelgas de hambre con los presos mapuches en distintas causas judiciales, siendo la de 2010 la más recordada.
Tras los hecho de la Operación Huracán señala: “A mí me queda más claro, no sólo a mí, sino que a la opinión pública, que por estas acusaciones contra los mapuches ya se aclaró la película, ya salió a la luz lo de los montajes que hace la policía, independiente de si es PDI o Carabineros”.
Hoy espera que el fallo en el caso Luchsinger-Mackay nuevamente sea favorable para él y los diez acusados. Además, quiere ver sanciones contra los responsables de los montajes.