Presentado por la Congregación para la Doctrina de la fe y el Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral, el Vaticano dio a conocer sus nuevas consideraciones sobre el sistema económico y financiero actual.
El texto, aprobado por el Papa Francisco, se enfoca en alcanzar un camino “real e integral” del bienestar del hombre, no pudiendo soslayar cómo la creciente influencia de los mercados sobre el bienestar material de la mayoría de la población, ha profundizado la desigualdad a límites insospechables.
“Las cuestiones económicas y financieras, nunca como hoy, atraen nuestra atención, debido a la creciente influencia de los mercados sobre el bienestar material de la mayor parte de la humanidad. Esto exige, por un lado, una regulación adecuada de sus dinámicas y, por otro, un fundamento ético claro, que garantice al bienestar alcanzado esa calidad humana de relaciones que los mecanismos económicos, por sí solos, no pueden producir. Muchos demandan hoy esa fundación ética y en particular los que operan en el sistema económico-financiero. Precisamente en este contexto se manifiesta el vínculo necesario entre el conocimiento técnico y la sabiduría humana, sin el cual todo acto humano termina deteriorándose y con el que, por el contrario, puede progresar en el camino de la prosperidad para el hombre que sea real e integral”.
En el documento se advierte que “ningún espacio en el que el hombre actúa puede legítimamente pretender estar exento o permanecer impermeable a una ética basada en la libertad, la verdad, la justicia y la solidaridad. Ello se aplica también a las áreas en las que valen las leyes de la política y la economía: «Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana»”.
Crecimiento sin desigualdad
“Si bien es cierto que el bienestar económico global ha aumentado en la segunda mitad del siglo XX, en medida y rapidez nunca antes experimentadas, hay que señalar que al mismo tiempo han aumentado las desigualdades entre los distintos países y dentro de ellos. El número de personas que viven en pobreza extrema sigue siendo enorme”.
Oeconomicae et pecuniariae quaestiones postula que este es el momento para crear una nueva economía, “más atenta a los principios éticos y a la nueva regulación de la actividad financiera”.
Al estar en juego “el verdadero bienestar de la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro planeta”, en riesgo de ser “excluidos y descartados del progreso y bienestar real, mientras algunas minorías explotan y reservan en su propio beneficio vastos recursos y riquezas, permaneciendo indiferentes a la condición de la mayoría”, conceptos como la gratuidad o intermediación financiera son claves en el escrito.
“todo progreso del sistema económico no puede considerarse tal si se mide solo con parámetros de cantidad y eficacia en la obtención de beneficios, sino que tiene que ser evaluado también en base a la calidad de vida que produce y a la extensión social del bienestar que difunde, un bienestar que no puede limitarse a sus aspectos materiales. Todo sistema económico legitima su existencia no sólo por el mero crecimiento cuantitativo de los intercambios económicos, sino probando su capacidad de producir desarrollo para todo el hombre y todos los hombres. Bienestar y desarrollo se exigen y se apoyan mutuamente, requiriendo políticas y perspectivas sostenibles más allá del corto plazo (…) Por lo tanto, el bienestar debe evaluarse con criterios mucho más amplios que el producto interno bruto (PIB) de un país, teniendo más bien en cuenta otros parámetros, como la seguridad, la salud, el crecimiento del “capital humano”, la calidad de la vida social y del trabajo. Debe buscarse siempre el beneficio, pero nunca a toda costa, ni como referencia única de la acción económica”.
El texto aprobado por el sumo pontífice releva parámetros como la gratuidad, definiéndola como un “humanizador de formas culturales”, basada en leyes del Evangelio como la de la regla de oro descrita por Sn Mateo.
Contra los offshore
En el documento también se escriben fuertes críticas a las finanzas offshore y al endeudamiento público sin control, esto “porque afectan el desarrollo y crecimiento de los países”.
“Es precisamente la elusión fiscal de los principales actores que se mueven en los mercados, especialmente los grandes intermediarios financieros, lo que representa una abominable sustracción de recursos a la economía real y un daño para toda la sociedad civil. Dada la falta de transparencia de esos sistemas es difícil determinar con precisión la cantidad de capital que pasa a través de ellos; sin embargo, se ha calculado que bastaría un impuesto mínimo sobre las transacciones offshore para resolver gran parte del problema del hambre en el mundo: ¿por qué no hacerlo con valentía?
Además, se ha demostrado que la existencia de sedes offshore favorece asimismo enormes salidas de capital de muchos países de bajos ingresos, generando numerosas crisis políticas y económicas e impidiendo a los mismos embarcarse finalmente en el camino del crecimiento y del desarrollo saludable”.
La publicación, que aparece en medio de las negociaciones argentinas con el Fondo Monetario Internacional que han desatado grandes protestas contra el gobierno de Mauricio Macri, critica esta forma de financiación, considerándola una “gestión imprudente – cuando no dolosa – del sistema de administración pública”. “Numerosas economías nacionales se ven de hecho agobiadas por el pago de los intereses que provienen de esa deuda y, por lo tanto, se ven en la necesidad de hacer ajustes estructurales con ese fin”.
Los paraísos fiscales también son rechazados desde la sede del catolicismo mundial, en ellos se advierte que se han convertido en el símbolo de una cultura económica “ con propósito de elusión fiscal”, condenando a los países al “empobrecimiento del sistema normal de producción y distribución de bienes y servicios”.