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Singularidad tecnológica

Columna de opinión por André Jouffé
Jueves 7 de junio 2018 10:56 hrs.


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El año 2028 se anuncia como el capítulo más importante en la historia de la tecnología.

Para entonces este fenómeno comenzará a procesar toda la información existente desde, llamémosle el uso de razón de la humanidad, unos diez mil millones de años, hasta el 2028.

Nos referimos a todo lo concerniente a geología, biología, inteligencia, informática, un infinito que a partir de ese momento abrirá las compuertas para que día a día multiplique su aporte de información lo cual puede conllevar a lo imprevisible. Y por su calidad de tal, no osamos adelantar lo que puede ocurrir, pues avanzará a años luz de lo que puede aportar la inteligencia humana con su cibernética actual.

Según los científicos Albert Cortina y Miguel Ángel Sierra, la singularidad tecnológica es el advenimiento hipotético de inteligencia artificial general (también conocida como “IA fuerte“, del inglés strong AI). La singularidad tecnológica implica que un equipo de cómputo, red informática, o un robot podrían ser capaces de auto-mejorarse recursivamente, o en el diseño y construcción de computadoras o robots mejores que él mismo.

Se dice que las repeticiones de este ciclo probablemente darían lugar a un efecto fuera de control -una explosión de inteligencia-, en donde las máquinas inteligentes podrían diseñar generaciones de máquinas sucesivamente más potentes. La creación de inteligencia sería muy superior al control y la capacidad intelectual humana.3

La singularidad tecnológica ocasionará, según los científicos cambios sociales inimaginables, imposibles de comprender o de predecir por cualquier humano. En esa fase de la evolución se producirá la fusión entre tecnología y también inteligencia humana, en donde la tecnología dominará los métodos de la biología hasta dar lugar a una era en que se impondrá la inteligencia no biológica de los posthumanos, que se expandirá por el universo.

Lo que no ha sido tratado por los investigadores es la repercusión real en la vida cotidiana que tendría la puesta en marcha inevitable de este fenómeno. Si la semana pasada hablábamos del peligro de la robótica para la mano de obra o las labores que ejercen humanos, ahora cabe preguntarnos ¿Qué lugar tendrán los científicos en los procesos de su universo tan particular?

Quizás provea el resurgimiento de la filosofía, de un  humanismo absoluto, que viva en forma paralela a la “singularidad”; es probable que la contraparte sea volver a lo naive, a lo primitivo y esencial. A comenzar de cero y replantearnos como seres humanos.

Con o sin la llegada de este acontecimiento, el mundo de igual manera estará más deteriorado, contaminado, enrarecido y de vivir en medios inhóspitos, como ya está ocurriendo.

Si la singularidad tecnológica es capaz de desarrollar una solución para frenar la erosión mundial, ése sería su aporte más colosal.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.