El Partido Radical (PR) revivió una época dorada cuando vieron en Alejandro Guillier (independiente con cupo PR) una carta seria y popular para encabezar la carrera presidencial de la Nueva Mayoría. Guillier gozaba de una alta aprobación como senador y no existía en el conglomerado una figura capaz de hacerle el peso. El último presidente radical que se había sentado en La Moneda había sido Gabriel González Videla, famoso por haber traicionado a sus aliados de izquierda y por la llamada “Ley Maldita”, que prohibió al Partido Comunista.
Los tiempos del Partido Radical hoy son otros. Lejos de la vigencia y el protagonismo de décadas anteriores, ha tenido que aprender a ser minoría en las alianzas políticas de la centro izquierda y a muñequear para lograr cargos de representación pública.
Este domingo la tienda vivirá una nueva jornada de elecciones internas y deberá optar por la continuidad del proyecto de Ernesto Velasco, actual timonel de la colectividad, o por Carlos Maldonado, ex ministro de Justicia del primer gobierno de Michelle Bachelet.
Radio Universidad de Chile confrontó con ellos algunos de los asuntos clave para el electorado del partido.
¿Cómo evalúa el periodo pasado del Partido Radical, bajo la dirección de Ernesto Velasco?
Ernesto Velasco: Sin duda, en el periodo que me ha correspondido ejercer la presidencia del partido, al radicalismo le ha ido bien. En el ámbito municipal crecimos de un 5,3% a un 7,6%. Tenemos más votos, tenemos más concejales, tenemos más representación. Tomamos una decisión compleja, pero que al final dio un buen resultado: levantamos la candidatura presidencial de Alejandro Guillier. Por más de 70 años el radicalismo no tuvo este nivel de protagonismo en la política nacional. Reinscribimos al partido, somos el tercero con más adherentes. Hemos tenido un buen resultado parlamentario, crecimos de 6 a 8 diputados (N de la R.: son 6 militantes y dos independientes en cupo del Partido). Creo que ha sido un balance positivo en un contexto muy difícil para la centro izquierda, donde muchos partidos han visto reducida su influencia en la sociedad. El radicalismo mejoró su presencia.
Carlos Maldonado: De dulce y agraz. Tuvimos un buen resultado en las municipales en cuanto a elección de concejales y votación, ayudados por el hecho de que se pudo llevar lista casi completa, que no fue una decisión estratégica del partido en todo caso. Ese es el punto alto, pero en materia de elección de CORE, por ejemplo, bajamos de 14 a 7. En diputados teníamos 6 de 120 y ahora tenemos 6 de 150 (N de la R.: son 6 militantes y dos independientes en cupo del Partido). No tenemos ningún senador por primera vez en la historia, porque Alejandro Guillier no es militante del partido. Tenemos solo 14 alcaldes de más de 400 comunas y la mayoría son de comunas más bien pequeñas. Tenemos poco peso en el sistema político chileno. Nadie podría pensar que estamos en un buen momento. Estamos sobreviviendo. Ése es el gran problema, que nosotros creemos que la directiva cuando hace un balance favorable de su gestión, lo hace con un estándar muy bajo: el de la sobrevivencia. Las ideas radicales y la militancia radical merecen mucho más.
Y más allá de las cifras electorales, ¿cómo se evalúa el periodo desde un punto de vista más político?
EV: Yo diría que crecimos en influencia en la sociedad. Para nadie es un misterio hoy día que somos un partido que es parte del debate nacional, que marcó buen parte de la pauta política desde el momento en que levantamos un candidato presidencial, y ése fue el candidato que representó a toda la centro izquierda, más allá del resultado, y un radicalismo vivo, que es un actor sustantivo dentro de la centro izquierda.
CM: El PR ha sido un partido silente, ausente de los grandes temas nacionales del debate público. Si hiciéramos una encuesta en la ciudadanía la tasa de respuesta sería cercana a cero si le preguntáramos qué propone el PR para solucionar los problemas actuales de Chile. No hay un mensaje claro. No hay un trabajo que transforme los ideales en propuestas concretas de políticas públicas. Queremos ayudar a llenar un vacío delicado que se ha producido en Chile: la falta de un proyecto sólido de la centro izquierda. Sufrimos una dura derrota electoral en 2017 por falta de un proyecto sólido. Se estaba construyendo el programa mientras se desarrollaba la campaña. Eso no puede volver a ocurrir. No podemos permanecer impávidos esperando que la derecha gobierne otro periodo. No es bueno para Chile. La derecha tiene ideas liberales e individualistas.
¿Qué debiera venirse para este nuevo periodo en el partido?
EV: Modernizar el partido, poner el acento en un gran plan de capacitación y formación de militantes, enfrentar la próxima elección municipal nominando a nuestros candidatos en los próximos meses, levantar un liderazgo presidencial y, en lo político, seguir influyendo. Ser parte de una discusión que la centro izquierda está desarrollando y en la cual el radicalismo tiene que tener una voz relevante.
CM: Tenemos que preocuparnos de fortalecer al partido, de modernizarlo, con transparencia total, transferencia de poder a las regiones y a las comunas y plena integración de las mujeres. También queremos construir un programa durante 2018 y 2019. Un programa de gobierno radical. No queremos llegar a 2021 a improvisar. Eso no lo merece chile y le facilita el trabajo a la derecha.
Se habla de la candidatura de Guillier como uno de los hitos a destacar del PR, a pesar de su resultado. Las fuerzas de centro izquierda habían ganado prácticamente todas las elecciones presidenciales, a excepción del primer triunfo de Piñera y de éste, la caída de Guillier. ¿Cómo evalúa ese suceso?
EV: Todo depende de cómo se le mire. Yo creo que la centro izquierda ha estado enfrentando el término de un ciclo político. La falta de unidad, el no tener primarias para una candidatura unitaria, la poca claridad programática en algunas materias, dañó y afectó. Eso no significa que la decisión de levantar a Alejandro Guillier fue un despegue en la oscuridad. Si no hubiese sido Guillier, esto quizás hubiese sido mucho peor. Fue un factor de contención en una situación muy compleja para la centro izquierda y vimos lo que otros no vieron.
CM: Yo creo que le dio una visibilidad al partido que no tenía hace tiempo, pero Alejandro Guillier es independiente. Fue una revitalización por cercanía, pero no fue institucional. Fue una situación circunstancialmente positiva, pero tenemos que preocuparnos de fortalecer al partido, de modernizarlo.
José Antonio Gómez señaló en una entrevista la semana pasada que el radicalismo debiera llevar una carta presidencial sí o sí a las próximas elecciones, independiente de si es él la figura o no ¿De acuerdo con esa afirmación?
EV: Lo comparto absolutamente. Creo que el radicalismo tiene que llevar un candidato presidencial en el próximo proceso de definición de la centro izquierda. Aspiramos a que sea una gran primaria donde todos los partidos puedan llevar sus representantes y sean los ciudadanos los que elijan quiénes nos van a representar. Creo que José Antonio Gómez es un gran liderazgo que podría cumplir un rol a cabalidad en esa materia.
CM: Yo lo planteé antes que él, sin ninguna duda. Nosotros tenemos que hacer bien el trabajo. Los peldaños se ponen de a uno. Primero ganar la elección, segundo modernizar el partido, competir con fuerza en las municipales y si hacemos todo eso bien, obvio que tenemos el derecho y la aspiración de que alguien del PR lidere las propuestas del partido en 2021. De aquí a 2021 yo creo que van a surgir nuevos liderazgos. Creo que es parte de la renovación. Respeto a José Antonio Gómez y su trayectoria, pero en la sociedad chilena hay ansias de renovación.
¿Cómo debería ser la relación con el oficialismo en estos próximos cuatro años?
EV: Yo creo que las fuerzas de oposición, cuando son oposición, tienen que tener capacidad de fiscalizar los actos de gobierno. Lo positivo apoyarlo, y proponer alternativas para lo que no compartimos. Tenemos que ser una oposición inteligente, creativa, que ponga opciones en la programático, que marquen diferencias con el Gobierno. Ejemplo: lo económico. Una de las grandes banderas del gobierno de Piñera fue la reactivación de la economía y la inversión. Hasta el momento, mucho cacareo y pocas nueces.
CM: Vigilante, para que las leyes no tengan letra chica ni vayan en contra de los avances sociales, como trató de hacerlo el ministro de Salud, pero tampoco tenemos que ser obstruccionistas, eso no le hace bien a Chile. no creemos que la derecha sea la solución para los problemas de Chile, pero no vamos a boicotear su gobierno. La derecha accede al poder para conservar las estructuras vigentes más que para producir transformaciones, y nosotros creemos que Chile necesita transformaciones bien hechas.