A voix haute: Una voz que cuenta

n total armonía con el propósito del concurso y, sobre todo, de la formación, el documental da la palabra. Permite que escuchemos la voz –las historias, muy duras en algunos casos– de esos jóvenes a menudo estigmatizados, despreciados, pasados a llevar.

n total armonía con el propósito del concurso y, sobre todo, de la formación, el documental da la palabra. Permite que escuchemos la voz –las historias, muy duras en algunos casos– de esos jóvenes a menudo estigmatizados, despreciados, pasados a llevar.

En cualquier lugar, la manera de hablar, no sólo lo que decimos sino también el cómo lo decimos, cuenta. En los dos sentidos: es tomada en cuenta y dice algo de nosotros. Nos revela y, en ocasiones, determina la imagen que otros pueden tener de nosotros. En todas partes es así. No importa cuales sean las lenguas en presencia.

En Francia, existen múltiples formas de hablar. Existen acentos regionales. Muchas veces esos acentos son el hazme reír de quienes hablan un francés considerado como neutro (una expresión extraña, tramposa). Como también el acento parisino cuando es popular, es objeto de burlas. Acá, allá, se tiene conciencia de esto: la lengua es un arma, se domina a través de la lengua y es posible a través de un modo de hablar, de una simple entonación, humillar al otro, hacerle sentir todo el peso de una relación desigual. En Francia, en los últimos sesenta, setenta años, ese carácter crucial del lenguaje se ha ido complejizando tras las sucesivas inmigraciones. Así, en las afueras de París, en los suburbios periféricos, se habla un idioma propio. La lengua de los suburbios. Una lengua que no está uniformizada, que no es homogénea, que se modifica permanentemente y que tiene sus palabras, su sintaxis, sus formas, sus razones de ser, su historia. Una historia marcada por distintos hechos de violencia. Quienes hablan esa lengua en otros escenarios que no son los suburbios se exponen, muchas veces, al desprecio. Y esa fue una experiencia que conoció personalmente Stéphane de Freitas, autor, realizador de la película “A voix haute” (2017). En voz alta. En voz alta y no exactamente De viva voz. Porque de lo que se trata es de atreverse, de tomar la palabra. Hacerlo fuerte, que todos escuchen. Hacerlo claro, que todos entiendan.

Sin embargo, la película de Stéphane de Freitas no habla de su trayectoria, o más bien la integra sin decirlo, siguiendo a otros, retratando a otros porque la suya es una historia de gran actualidad. Por eso mismo, tuvo la idea de crear un programa llamado Eloquentia, dirigido a jóvenes de los suburbios parisinos. Jóvenes del departamento 93, Seine-Saint-Denis. Un programa dedicado a la oratoria. Un concurso de elocuencia, en el cual, después de haber trabajado distintas formas de expresión oral, los postulantes eligen la forma en que se sienten más cómodos. Si bien el concurso está dirigido a todos los jóvenes de 18 a 30 años que quieran participar, los estudiantes inscritos en la universidad de Seine-Saint-Denis, Paris 8, pueden beneficiar de una formación. Esa formación se imparte desde el año 2013. Dura seis semanas y participan distintos profesionales de la palabra. Entre ellos, un abogado, profesor de derecho y de retórica en las mejores y más selectas universidades francesas. Una actriz. Un profesor de slam, esta parte interesa (el slam, como el rap, y otras modalidades de la poesía crecida en las periferias urbanas, son acá integradas, valoradas).

La película A voix haute. La fuerza de la palabra registra lo que fue el concurso del año 2015, desde la inscripción de los jóvenes, hasta la final del concurso, pasando por toda la formación y con algunos retratos más personales. En total armonía con el propósito del concurso y, sobre todo, de la formación, el documental da la palabra. Permite que escuchemos la voz –las historias, muy duras en algunos casos– de esos jóvenes a menudo estigmatizados, despreciados, pasados a llevar. Acá, ellos son los que aprenden pero también los que enseñan. De toda esta experiencia, de los intercambios entre chicos y profesores, y entre los jóvenes, se nutre la película que nos deja… sin poder articular palabra. Porque de pronto queda claro que basta con que alguien sueñe algo lindo, algo bueno, y se encuentre con las personas adecuadas en el momento adecuado, y entonces ahí donde solo había sufrimiento, empieza a haber otra cosa. Encuentro. Vinculo. Esperanza.  Mundo-mejor-aquí-y-ahora.

Coordenadas

 A voix haute podrá verse, subtitulada en castellano en el  Instituto francés, el miércoles 1 de agosto, 19.00 horas (Francisco Noguera 176, Providencia).





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