Mauricio Rojas dejó su cargo ministerial en tiempo record. Su visión sobre el Museo de la Memoria le costó el trabajo y ahora tendrá que pensar en qué ocupar su tiempo. Posiblemente una de las opciones que deba considerar sea precisamente en el ámbito de la memoria, puesto que en su familia hay historias no muy bien contadas.
El ex ministro calificó al Museo de la Memoria de “montaje”. En una entrevista de 2016 dada a CNN, viralizada durante el fin de semana por un reportaje de La Tercera, Rojas incluso señala que el lugar es un “museo de la izquierda que cuenta una versión falsa de la historia”, agregando que hace falta contar “cómo llegamos a odiarnos de tal manera”.
La polémica fue inmediata por su relativización de la historia, algo inaceptable para quien ocupaba el cargo titular en Cultura, área que constantemente realiza actividades en pro de los derechos humanos. Pero también por su situación personal, puesto que su madre, Juana Mullor, fue presa política y torturada.
Lo que se sabe de la mujer es por las palabras del mismo Rojas. En su libro ‘Diálogo de conversos’ cuenta que su madre fue militante socialista, dirigenta sindical, que estuvo detenida en Villa Grimaldi, donde fue torturada, y que posteriormente salió exiliada a Suecia, donde murió en 1979.
Pese a perder la vida tempranamente, Mullor alcanzó a enterarse de la transformación de su hijo al derechismo. Al leer uno de sus primeros escritos de corte liberal, la mujer lo increpó diciéndole “arruinaste mi vida”, según contó Rojas en una entrevista a La Tercera en 2016.
Las palabras del ex ministro sobre el Museo de la Memoria afectan lo vivido por su madre, pero el mismo caso de ella sirve para responderle a Rojas por qué son tan necesarios los sitios de memoria.
Esto último porque al revisar el listado de sobrevivientes de Villa Grimaldi, no existe registro de Juana Mullor. Tampoco está el nombre de la mujer en los informes Valech I ni Valech II. Es decir, Juana Mullor no está en los registros de memoria, ni tampoco existen antecedentes sobre su historia como dirigenta sindical ni como militante socialista. Si en cien años más alguien buscara conocer la historia en este ámbito, no encontraría el nombre de la madre de Mauricio Rojas, salvo que decidiera leer el libro de los conversos.
En el caso de los informes Valech, Mullor no aparece puesto que falleció antes de que se realizaran las comisiones respectivas. Pero de todas formas cualquier familiar podría haber ingresado los antecedentes en la instancia, pudo haber sido perfectamente Mauricio Rojas, pero dedicó su vida a escribir sobre su conversión.
Sobre Villa Grimaldi, desde la corporación señalaron a nuestro medio que no cuentan con registros de la mujer, pero que esto no significa que ella no pasó por ahí. El problema es similar a lo de Valech, los cerca de 300 nombres (de más de 4 mil que se estiman) que tienen están gracias a que los mismos sobrevivientes se acercaron, o en otros casos, familiares e incluso procesos judiciales fueron los que indicaron que ciertas personas estuvieron secuestradas en el recinto.
La necesidad de fortalecer los sitios de memoria
En el mundo de las organizaciones de Derechos Humanos pesaron las palabras de Rojas, no sólo por relativizar la verdad histórica, sino que también porque durante el presente gobierno una de las materias a desarrollar es una ley de sitios de memoria, en la que el titular de cultura debe tomar parte importante en la discusión.
Luis Arellano de Villa Grimaldi dijo a nuestro medio que es sumamente importante la forma que tome este proyecto para la red de sitios de memoria. Por lo mismo los distintos centros ya mantienen reuniones para establecer los estándares que deberían tener.
Uno de los puntos que podría incluirse es la obligación de las instituciones que participaron de la dictadura entreguen la información que mantienen guardada. Con esto, por ejemplo, se podría tener registro de Juana Mullor.
“El caso de la señora Juana Mullor pone en nuevamente en el tapete el hecho de que el Ejército entregue la información que suponemos posee. Para nosotros los sitios de memoria es poco creíble la versión de que estos archivos fueron destruidos. Lamentablemente no tenemos esos registros, aunque entendemos que fueron confeccionados, porque cada vez que entraban personas acá eran fotografiadas, no sólo sus rostros, incluso las marcas que tenían sus cuerpos, incluso a una mujer le contaron la cantidad de pecas en su cuerpo. Esa información era celosamente guardada”, explicó.
En primera instancia el proyecto debe ser levantado por la actual subsecretaria de Derechos Humanos, Lorena Recabarren.