Las diferencias entre las distintas orgánicas del conglomerado son históricas y siempre han sido abiertamente reconocidas. Es en este contexto en el que se dio la última controversia al interior de la alianza. Las continuas indefiniciones en ciertas materias de política exterior han pasado la cuenta y, ante esta realidad, este lunes el Partido Liberal (PL) decidió marginarse de su participación del grupo de Política Internacional.
Cuba, Venezuela y la izquierda latinoamericana
En circunstancias en que toda la oposición se organizó en torno a la demanda de sacar al ministro Mauricio Rojas del ministerio de las Culturas, la colectividad de Vlado Mirosevic publicó un texto titulado “Carta por el compromiso incondicional con la democracia y los DDHH”. En él, la tienda señala que “tanto a nivel nacional como internacional es posible constatar el surgimiento de grupos radicales dispuestos a degradar, cuando no derechamente violar, la democracia y los DDHH. Así podemos verificarlo con los casos de Erdogan en Turquía, Trump en Estados Unidos, Putin en Rusia contra las minorías sexuales, Israel respecto de Palestina, Maduro en Venezuela, Temer en Brasil, Nicaragua, Kim Jong Un en Corea del Norte, China respecto del Tíbet, Cuba, etcétera”.
En esa misma línea, algunos días después, el diputado del Movimiento Autonomista, Gabriel Boric, hizo pública su postura respecto del tema, profundizando así las diferencias. En su columna, el parlamentario magallánico declaraba: “La premisa básica para mí es la siguiente: Los derechos humanos deben ser respetados universalmente y su violación debe ser condenada sin matices, independiente de quienes sean las víctimas y los victimarios”. “Tal como condenamos la violación de los derechos humanos en Chile durante la dictadura, los golpes “blancos” en Brasil, Honduras y Paraguay, la ocupación israelí sobre Palestina, o el intervencionismo de Estados Unidos, debemos desde la izquierda con la misma fuerza condenar la permanente restricción de libertades en Cuba, la represión del gobierno de Ortega en Nicaragua, la dictadura en China y el debilitamiento de las condiciones básicas de la democracia en Venezuela”, agregó.
El texto de Boric habría evidenciado incluso discrepancias a la interna de su movimiento. Fue el mismo encargado de la comisión política internacional de su movimiento, Gonzalo Aguirre, quien salió a manifestar su distancia respecto de las posturas del diputado. En su misiva, Aguirre señala que “cuando los gobiernos de izquierda de la última década se han visto frente a intentonas golpistas y han actuado, se les acusa de violar los DD.HH., desconociéndose toda legitimidad de las pruebas y el proceso, aun cuando éste se haya ajustado a derecho y el actuar que motiva la sanción haya estado previamente tipificado como delito”.
“Esto no quiere decir que los gobiernos de izquierda no violan los DD.HH., también lo hacen. Pero para sostener que un Estado viola los DD.HH. se debe ponderar la legitimidad del gobierno, la conducta que da origen a la sanción, la proporcionalidad de la misma y la existencia de un proceso que determine tal sanción, como también las pruebas que dan por acreditadas la conducta y que por tanto justifican la sanción, no basta con afirmar en abstracto la existencia de dichas vulneraciones”, sentenció Aguirre.
La salida de los pipiolos
Si bien el Partido Liberal había aterrizado hace poco en el grupo de Política Internacional, un espacio en el que ya se estaban elaborando posiciones con las que existían diferencias, de todas formas decidieron hacer de su salida un acto comunicacional. A través de una carta pública dirigida a la Mesa Nacional, la tienda señaló que “hemos observado que, al interior del GAP de Relaciones Internacionales, se ha expresado una argumentación validada por vínculos con organizaciones de los países en los cuales existen condiciones reñidas con el Estado de derecho y que propician la vulneración de los Derechos Humanos. Las declaraciones y manifestaciones del GAP se alejan de los lineamientos de las orgánicas que componen el Frente Amplio y envían señales confusas a la opinión pública respecto del irrestricto respeto que esta coalición promueve por los Derechos Humanos, estableciendo distinciones maniqueas y que tienden a polarizar la visión de la política internacional entre revolucionarios o imperialistas”.
Los acuerdos en torno a materia de política internacional están explicitados en lo que el Frente Amplio publicó como su programa presidencial. En él hablan, en términos generales, de la importante promoción de los derechos humanos: “Resulta clave que nuestro país renueve su compromiso con la promoción de la paz, el desarrollo sustentable, la autodeterminación de los pueblos, la protección y promoción de los Derechos Humanos y el Estado de Derecho, la reforma al sistema de Naciones Unidas, y la integración política, económica y cultural de nuestra América”, apunta el texto.
Felipe Ramírez, representante del Movimiento Político SOL y miembro del grupo de Política Internacional, cree que las definiciones están plasmadas en el programa, y señala que las indefiniciones tienen que ver con la novedad de la mayoría de las colectividades. Al mismo tiempo es enfático en señalar que hay comparaciones que se hacen y que no tienen asidero: “Son fuerzas jóvenes que están construyendo sus lecturas políticas e ideológicas para ver la realidad, y en ese sentido es natural que surjan prismas distintos para analizar situaciones que son complejas. Frente a la situación en Cuba o Venezuela, son situaciones de mayor complejidad y es por eso que es más fácil que surjan disensos que tienen que ver con la interpretación de cómo entendemos el desarrollo de la democracia en situaciones de crisis sociales e institucionales. Hay un afán por comparar cosas que no son comparables. Lo que sucede en Nicaragua es muy diferente a lo que sucede en Venezuela y ambas situaciones son muy distintas a lo que sucede en Cuba. Englobarlo todo como si fuera un caso de estado o gobierno autoritario que viola los derechos humanos es una visión muy simplista”.
En el polémico Grupo de Apoyo Programático (GAP) colaboran actualmente todas las fuerzas del Frente Amplio, incluido un representante del Partido Liberal que aún no oficializa su salida (fue otro militante el que abandonó oficialmente el espacio). Desde que arribaron a la instancia, su participación ha sido escasa. La Mesa Nacional, en temas internacionales, ha evitado tomar posturas oficiales porque su política funciona a través de la declaración pública de acuerdos. Un factor que siempre ha estado presente es evitar el daño a las sensibilidades que pueda tener el Partido Liberal respeto de ciertas definiciones. Es uno de los grandes elementos que no le han permitido al Frente Amplio asumirse abiertamente como una coalición de izquierda. En asuntos internacionales la Mesa Nacional ha optado por comunicar los consensos, pero la realidad indica que los temas internacionales no generan consenso, lo que terminaría imponiendo un poder de veto de una minoría sobre una mayoría. Las decisiones que se han tomado al interior del GAP siempre han tenido al Partido Liberal en contra, y eso explica –en parte- los resultados de este episodio.
Gonzalo Aguirre, otro de los miembros del grupo que discute materias internacionales para la coalición y quien contestó la columna de Boric, coincide con Ramírez en el hecho de que hay distintos prismas para analizar ciertas coyunturas del extranjero. Además, da cuenta de las visiones que existen al interior del conglomerado: “Las fuerzas políticas que están en la Mesa Nacional, muchas de ellas sin representación parlamentaria, tienen una visión más antiimperialista y más internacionalista en esta materia. En consecuencia, se genera un escenario en que tenemos una bancada parlamentaria bastante más liberal en términos internacionales, pero tenemos un FA cuyas tradiciones son más latinoamericanistas. Por eso se genera esta pugna entre Gabriel (Boric), Vlado (Mirosevic) y (Pablo) Vidal y la Mesa Nacional y nuestro GAP. Otro tema relevante es cómo este asunto es utilizado por la derecha para generar diferencias al interior de nuestra coalición. El tema internacional es un tema clave para la izquierda chilena, porque está siendo utilizado para dividir y también es interesante como un elemento que logra congregarla. Es imposible pensar el fin de un régimen neoliberal si no se aborda de manera continental”.
Es así como, a través de este conflicto, se transparentan las diferencias entre una perspectiva más liberal de las relaciones internacionales y una con un enfoque de corte más latinoamericanista. La Mesa Nacional del Frente Amplio, al momento, sigue evitando las definiciones explícitas en torno a esta materia.