Las consecuencias de la antivacunación: los brotes de enfermedades que se creían enterradas

La propagación de las ideas antivacunas están teniendo consecuencias evidentes en la población mundial. El brote de sarampión -un virus que se daba por dominado y casi enterrado hace algunos años- ha cobrado 37 víctimas en Europa y en Latinoamérica ya está presente en 11 países. Los especialistas señalan que urge una campaña que ayude a desmitificar rumores como que, por ejemplo, las vacunas provocan autismo.

La propagación de las ideas antivacunas están teniendo consecuencias evidentes en la población mundial. El brote de sarampión -un virus que se daba por dominado y casi enterrado hace algunos años- ha cobrado 37 víctimas en Europa y en Latinoamérica ya está presente en 11 países. Los especialistas señalan que urge una campaña que ayude a desmitificar rumores como que, por ejemplo, las vacunas provocan autismo.

La muerte del chileno Felipe Santander (35) por culpa de la fiebre amarilla en Brasil este verano instaló nuevamente el debate de la antivacunación. Santander se habría negado a vacunarse en contra del virus por, según señaló su hermana, “temas ideológicos”.

Desde 1978 Chile cuenta con un programa ampliado de inmunizaciones para recién nacidos y niños, pero la cifra de vacunación ha ido descendiendo progresivamente, entre otros motivos, por este emergente movimiento.

Uno de los primeros episodios mediáticos se desarrolló en Talcahuano. Desiree Becerra se opuso a la vacunación de su hija de cinco meses y el Servicio de Salud de Talcahuano interpuso un recurso de protección a favor de la menor alegando que no vacunarla atentaba contra su salud. Finalmente, la Corte Suprema le dio la razón al organismo y ordenó la vacunación inmediata de la niña con el auxilio de la fuerza pública en caso de oposición.

El levantamiento de movimientos de este tipo, que dicen oponerse a la cosmovisión que impone a la medicina tradicional como la única alternativa de salud, ha dado pie a la propagación de enfermedades que se creían enterradas.

El Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos desarrolló un mapa en el que demuestra cómo se ha extendido los brotes de enfermedades que habían sido erradicadas gracias a las vacunas como lo son las paperas, la poliomielitis y o la tos ferina. Según el mapa, solo en 2017 las enfermedades que se podían controlar con vacunas afectaron a 37.985 personas en África, 21.233 en Europa, luego Norteamérica con 6.503 casos y 4.012 personas afectadas en Sudamérica.

Actualmente Europa padece una terrible epidemia de sarampión —más de 41.000 casos en los seis primeros meses de 2018— que las autoridades y las sociedades médicas achacan al auge de los colectivos antivacunas.

La tesis es que, en los últimos años, la tasa de inmunización ha bajado del 95%, la cifra que las autoridades europeas y mundiales consideran innegociable para mantener la inmunidad de rebaño que evita la propagación de enfermedades infecciosas como el sarampión, responsable ya de 37 muertes en el viejo continente, lo que motivó una advertencia de parte de la Organización Mundial de la Salud.

Desde la Organización Panamericana de la Salud (OPS) también se emitió una alerta porque 11 países de la región han registrado casos de sarampión. En 2016 la OPS había declarado libre de sarampión a la región. Es decir, si está presente en otros sectores del mundo, el virus se importa.

María Paz Bertoglia es académica de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile. Especialista en epistemología, defiende el uso de vacunas y responsabiliza a los antivacunas de los brotes de enfermedades que se creían sepultadas: “Los grupos antivacunas tienen mucha responsabilidad en el alza las cifras de este tipo de enfermedades. Hay países en los que podríamos identificar otros factores en relación a las bajas coberturas, pero existen otros países en que no, en que la abaja de cobertura se explica por la reticencia de la población a la vacunación. Ahora, por medio de redes sociales, estas informaciones falsas tienen más relevancia.  Acá en Chile se hace mucha educación a nivel de equipos locales, se trata de invitar a la ciudadanía, se difunde información real, hay blogs científicos trabajando en redes sociales, pero yo creo que queda mucho por hacer. Nosotros hemos pedido que se haga una campaña a nivel masivo, con presencia en redes sociales, que es justamente donde habitan las personas antivacunas, para dar respuestas a gente que tiene dudas que son razonables. Tenemos que entregarle a la gente la consciencia de riesgo real que existe: cuando tu no vacunas a tu hijo lo pones en riesgo de que se enferme y de que se muera”.

El académico y profesor de física de la Universidad de Griffith (Australia), David Geelan, vino a Chile a fines del año 2017 como conferencista inaugural en el Segundo Congreso de la Sociedad Chilena de Educación Científica. Para la instancia brindó una entrevista para el sitio de la Universidad de Chile en la que declaró a los movimientos antivacuna como un “fracaso de la educación científica”. “Si tomamos el ejemplo de la pregunta sobre la vacunación, podríamos querer convencer a alguien que las vacunas son seguras, y que los riesgos de que un niño no sea vacunado son mucho más grandes que los riesgos de ser vacunado (que son pocos y muy raros, pero reales). Usaríamos las habilidades de argumentación para convencer a la persona. La argumentación incluye habilidades para juzgar la evidencia presentada, y las conexiones lógicas que se hacen entre estas evidencias y la conclusión, y es una habilidad esencial en educación científica”, declaró en aquella ocasión.

La vacuna trivírica sirve para medir la cobertura de la vacunación en la población. Como el sarampión es tan contagioso se requiere el 95% vacunación para tener el virus controlado. Hasta el año pasado existía solo una cobertura del 90 por ciento, teniendo cifras más altas en años anteriores. Eso se ha ido perdiendo.

Los especialistas señalan que el respaldo de los movimientos antivacuna se sustenta, en gran medida, en mitos que han comenzado a circular en torno a la vacunación. Ante eso, la OMS aclara: El estudio de 1998 que planteó la posible relación entre la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubéola) y el autismo demostró ser fraudulento y tener graves sesgos. La revista que publicó esa investigación luego lo bajó, y al médico responsable se le quitó su título. El timerosal no es riesgoso para la salud y es el conservante más utilizado en las vacunas que se suministran en viales multidosis. Las vacunas son seguras gracias a un riguroso procedimiento de ensayos clínicos. “Es mucho más fácil padecer lesiones graves por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna”, concluyen.





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