Estados Unidos adopta nuevas medidas contra migrantes centroamericanos

Presidente Donald Trump firmó orden ejecutiva para detener y expulsar a cualquier extranjero que ingrese por un sitio no habilitado a través de la frontera sur con México. Miles de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños mantienen su decisión de continuar la marcha hacia Tijuana desde Ciudad de México, en una travesía de casi 3 mil kilómetros.

Presidente Donald Trump firmó orden ejecutiva para detener y expulsar a cualquier extranjero que ingrese por un sitio no habilitado a través de la frontera sur con México. Miles de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños mantienen su decisión de continuar la marcha hacia Tijuana desde Ciudad de México, en una travesía de casi 3 mil kilómetros.

“Serpientes traicioneras”. De esa forma llamó el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a los migrantes en febrero de este año cuando el mundo aún no era testigo de la masiva marcha de expatriados que dejaron sus casas en Honduras, El Salvador o Guatemala para buscar asilo en la potencia del norte.

Hoy la caravana se compone de largas filas que integran cientos y cientos de hombres, mujeres y niños. Algunos de ellos tienen dificultades para avanzar al ritmo del grupo y otros permanecen estancados en urbes como Ciudad de México donde meditan si continuar la caminata hacia Tijuana en la frontera con Estados Unidos, o si permanecen en territorio mexicano.

Son más de 2 mil 800 kilómetros los que separan a la capital de México con la ciudad fronteriza con San Diego en California, es decir la distancia que hay entre Arica y Lanco en la Región de los Ríos en Chile. Y entremedio dos días a pie por el desierto de Sonora. Hasta ahora los hondureños que partieron a mediados de octubre desde San Pedro Sula han recorrido poco más de mil 500 kilómetros.

“No me siento una delincuente”, sostiene una mujer que marcha junto a sus dos hijos mientras descansa en una de las tiendas de campaña dispuesta por las autoridades mexicanas para los migrantes. “Más bien soy una persona que necesita ayuda”, agrega cuando es consultada por una periodista de CNN.

Pero lo que menos reciben desde Washington es comprensión. Al contrario: las noticias que llegan desde la metrópoli estadounidense hablan de represión y amenazas e incluso nuevas medidas ejecutivas que permitirán la deportación inmediata de quienes pisen suelo norteamericano.

De hecho este viernes Trump dio un paso más en términos administrativos para impedir el avance del grupo al firmar una orden que prohíbe a las personas que ingresen ilegalmente desde territorio mexicano a pedir asilo.

Amparado en la sección 212 de la Ley de Inmigración de los Estados Unidos, donde se describe la causa de inadmisibilidad de extranjeros para entrar al país, la medida sólo permite el ingreso por puertos de entrada autorizados. Al no ingresar por uno de estos lugares, los inmigrantes centroamericanos serían arrestados, convirtiéndolos en inelegibles para permanecer en el país o pedir asilo.

Antes de partir a Paris donde participará en la conmemoración del fin hace un siglo de la Primera Guerra Mundial, Trump comentó a los periodistas que “acabo de firmar la proclamación sobre asilo. Muy importante. La gente puede venir, pero tiene que venir a través de los puertos de entrada”.

La orden ejecutiva tendrá una vigencia de al menos 90 días y ya había sido adelantada el jueves por el fiscal general interino, Matthew Whitaker, y la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen.

En un comunicado de ambos personeros, informaron que “aquellos extranjeros que infringen una suspensión o limitación presidencial para entrar a los Estados Unidos a través de la frontera sur con México, serán inelegibles para el asilo”.

En la caravana la nueva medida choca con las esperanzas de un cambio en la determinación de Trump de no dejarles entrar a territorio estadounidense. “Espero que dios toque su corazón”, dice convencido uno de ellos. Otros miran sin ver su alrededor, solos con sus pensamientos, tal vez cuestionando si seguir adelante será la mejor decisión.

Los centroamericanos huyen de la violencia y la falta de trabajo. De nada sirven los bellos paisajes que dejan en las tierras que los vieron nacer si las pandillas y las bandas de crimen organizadas se han tomado el país y les impide vivir en paz.

Ya varios iniciaron la caminata en los últimos días y se espera que más lo hagan durante el fin de semana. Mientras, algunos piden que la oficina de las Naciones Unidas en México les proporcione transporte, al menos para mujeres y niños, para acortar tan extensa distancia. Por ahora el camino se avanza a pie o en camiones que eventualmente cubren parte de la ruta. Aún quedan muchos días antes de dar con la Vía Internacional en Tijuana, la avenida que entre vallas separa a México de los Estados Unidos.





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