Luego de que la semana pasada, el Gobierno desechara el proyecto de remodelación del eje Alameda – Providencia, tanto por razones técnicas como de presupuesto, muchos conceptos quedaron sueltos en el debate.
En ese sentido, este medio se comunicó con la arquitecta y doctora de la facultad de arquitectura y urbanismo de la Universidad de Chile, Natalia Escudero Peña, quien consideró que, desde el punto de vista de la sustentabilidad ciudadana, este proyecto era perfectamente viable.
“El proyecto iba a ser un gran aporte a esta ciudad que no es sustentable hoy día. La mayoría de las ciudades chilenas no son sustentables porque tienen justamente el problema de desplazamiento, de movilidad urbana, que todavía está centrada en el automóvil”, explicó la experta.
Aunque la académica indico no conocer con exactitud las cifras económicas que también detonaron el descarte de dicho proyecto, aseguró que un proyecto de este tipo traería a Chile el concepto de intermodalidad, es decir, compartir mejor los espacios entre peatones, ciclistas, transporte público y automóviles.
Desde otro punto de vista, el arquitecto y director del centro de estudios Espacio Público, Iván Poduje, también entregó su opinión sobre el proyecto desechado, algo que para él era absolutamente predecible debido a la poca experiencia del gobierno regional en estos temas.
A esto, además, se sumó la presencia de otros actores, como ministerios y municipalidades, hasta una sugerencia que el arquitecto rechaza rotundamente: la creación del corredor segregado para transporte público.
La viabilidad del proyecto, que Poduje considera necesario, dependerá de la eliminación de corredor, así como de la concentración de los esfuerzos en los tramos de mayor inseguridad y menor calidad de espacio público. Es decir, desde Las Rejas hasta Matucana.
Maximiliano Ríos, Alcalde de Lo Prado, comuna donde justamente inicia la Alameda por el poniente de la ciudad, lamentó lo sucedido y aseguró que su comuna tenía esperanzas de mejorar su imagen a partir de esta renovación.
Hay que recordar también que este proyecto se empezó a gestar en el año 2015, durante el segundo periodo de Michelle Bachelet en el gobierno. Frente a esto, la intendenta metropolitana, Karla Rubilar, declaró la semana pasada que les tocó recibirlo con varios problemas. “Se asemeja más al humo que a la realidad”, dijo en su oportunidad la jefa de la región metropolitana.
Natalia Escudero, por su parte, indicó que cuando se trata de proyectos urbanísticos ni siquiera se puede hablar de cuatro o cinco años, sino del doble o triple de ese tiempo. Pero hay, además, otros detalles que no favorecen al país con respecto a la adjudicación de este controvertido proyecto.
“Se debió prever antes que no se podía hacer o se debió declarar desierto, pero no haber adjudicado un proyecto con una imagen internacional de Chile. Se adjudica y después de cuatro años dicen que no se va a construir, o sea, qué seriedad estamos dando para el próximo concurso que se haga”, enfatizó Escudero.
Sobre el análisis de la rentabilidad social del proyecto, tan mencionada en este debate, el arquitecto Poduje explicó en qué consiste y el porqué resulta necesario en este tipo de proyectos.
“Es un test que evalúa si los recursos que pone el Estado se justifican en función de los beneficios para la sociedad. Es una metodología antigua, obsoleta en muchos casos, pero es parte de las reglas del juego. Por lo tanto, lo que tú tienes que hacer antes de tirarte al agua con el proyecto es sacar esta rentabilidad social, es una obligación”, indicó.
Finalmente, Escudero, que también cree en la obsolescencia de la “rentabilidad social”, indicó que se puede analizar mejor la viabilidad de los proyectos en función a los factores de la sustentabilidad. Para Poduje, el concentrar los esfuerzos en una determinada zona ayudaría a poder justificarla.