La Semana Santa de la Iglesia Católica es la última semana de la cuaresma que, según el calendario eclesiástico, se conmemora desde el domingo de ramos hasta el domingo de resurrección, periodo en que los católicos se dedican a recordar la pasión, muerte y resurrección de Jesús, en días marcados por eucaristías, reflexión y austeridad.
Este año dicha semana se conmemora entre este domingo 14 y el próximo domingo 21 de abril. Sin embargo, este período tan importante para el clero y para los feligreses se da en medio de la grave crisis que vive la Iglesia Católica en nuestro país, detonada por las denuncias de casos de abuso sexual cometidos por miembros del clero.
Datos entregados por la Fiscalía Nacional en marzo pasado, dan cuenta de 158 casos vigentes por delitos sexuales, con 241 víctimas, de las que 123 eran menores de edad al momento de ser abusados.
Pero la crisis de la Iglesia Católica no solo se ha visto desatada por la visibilización de los abusos que se han cometido por décadas contra niños, niñas, adolescentes y adultos, sino que también por la cultura del encubrimiento que se ha formado al interior del clero.
Los límites de esta intención de esconder lo que sucede al interior de las parroquias, no solo se quedaron en las bases de la Iglesia Católica, sino que hoy los cardenales Ezzati y Errázuriz están siendo investigados como posibles encubridores de los abusos, lo que ha hecho caer estas figuras anclas de la Iglesia chilena, perdiendo toda credibilidad.
En esta semana de reflexión para los feligreses toma mayor relevancia cómo se mantiene la fidelidad de los católicos en su institución y sus creencias, pues el foco de la Semana Santa es que los fieles puedan reflexionar sobre su fe y su vida como creyentes, en base al sufrimiento que vivió Jesús.
Para el teólogo Álvaro Ramis, si bien la crisis que vive la Iglesia Católica corresponde a una situación institucional, eso no puede ser separado de las creencias y demostración de la fe de las personas, pues de todas formas una afecta a la otra.
“La gente sigue creyendo en Dios, sigue teniendo convicciones religiosas y, a veces, las disocia de su confianza en la iglesia, dice mire yo creo en Dios pero no creo en los curas, yo creo en lo que la iglesia dice que hay que creer, pero no creo en la Iglesia misma en término de institución pero, por otro lado, la desconfianza institucional es tan grande que ha provocado un cambio en la creencia religiosa misma. Hoy día hay una sociedad que también se ha cuestionado ciertos dogmas, ciertas formas de convicción, la interpretación de la imagen de la divinidad”.
El también doctor en Filosofía señaló que los católicos, frente al desencanto con la institución, han optado por vivir su fe de una forma más personal que social. “La gente individualiza o vive procesos de individualización de su creencia religiosa, entonces dice bueno yo celebro la Semana Santa en mi casa o leo algo, reflexiono, voy al campo, pero ya no voy a la misa, entonces ese proceso es muy fuerte. La gente puede que sigan sintiéndose parte de la celebración, pero ya no en forma comunitaria o vinculada a la institucionalidad eclesial, ya no participa en el culto o en los sacramentos”.
En la misma línea, el historiador y experto en Iglesia Católica, Marcial Sánchez, dijo que la actual crisis de la institución “obviamente nos va a llevar a que haya un alejamiento de mucha gente de la Iglesia Católica, haya un desgano de la participación de muchos feligreses y también una constante espera de qué es lo que va suceder, esto qué significa, yo creo que de alguna forma obviamente se ve afectada la feligresía”.
En ese contexto, dijo que la Semana Santa de este año será diferente, pues está marcada por el dolor de las víctimas que en el último año han visto cómo se revela la falta de acción de parte de la institución frente a estos hechos.
“El mundo católico chileno está todavía muy impactado, todavía reconociendo, conociendo, todos estos hechos y que la verdad ha llevado a que mucha gente se aleje, y una cosa son las víctimas directas de los abusos sexuales, de los abusos de poder y otra cosa son las victimas del silencio. Yo creo que hay muchas, gente que ha ido perdiendo la fe, que se ha ido alejando, que hoy está en un cuestionamiento permanente de la institución y que, probablemente, la Iglesia Católica era un refugio importante, mucha gente que se está alejando”, comentó.
Para Osvaldo Aravena, vocero de los laicos de Santiago, esta es una fecha que el clero chileno debe enfrentar con dolor y vergüenza, ya que en el último tiempo han estado alejados de todo lo que el evangelio dice.
“Ellos, particularmente quienes han caído en el tema de abusos sexuales, de poder y de consciencia y, por otro lado, aquellos que han encubierto estos delitos han traicionado lo que es el mensaje del evangelio. El evangelio si uno lo lee, en ninguna parte habla de dejar de lado a los débiles, en ninguna parte dice que cometan estos delitos, es algo de sentido común, y en ninguna parte dice lo que se ha hecho en la Iglesia Católica, que hoy día se ve lejana, que se ve preocupada del poder de lo ostentoso, y que, además, se ha dedicado a dictar cátedras sobre ética y moral cuando justamente al interior estaban cometiéndose delitos tan graves contra la dignidad humana”..
Destacó que como en toda institución, hay sacerdotes que sí han sido honestos, pero que en esta organización vinculada a la fe ninguno debería haber actuado de mala forma.
“Yo creo que lo que tiene que aflorar o seguir en esta Semana Santa, es una conducta de nunca más permitir que ocurran este tipo de atentados a la dignidad humana, y que, por otro lado, efectivamente haya verdad justicia y reparación. Yo lo he dicho en otras ocasiones, si aquí la iglesia tiene que quedar en la calle desprendiéndose de todas sus propiedades, de todos sus inmuebles en buena hora”, comentó.
No se puede separar la institución de Dios
En conversación con Diario y Radio Universidad de Chile, el sacerdote jesuita, Jorge Costadoat, comentó esta situación y la conmemoración de Semana Santa en medio de la crisis de la Iglesia Católica, e indicó que es imposible separar la institucionalidad de la creencia religiosa, pues la caída de la primera figura podría afectar la fe.
“A largo plazo es muy difícil creer en los evangelios, creer en Dios, porque lo que nosotros sabemos de Dios lo sabemos por la Iglesia. ¿Quién escribió los evangelios? La Iglesia, entonces ahora, paradójicamente, tenemos una Iglesia del pasado que critica a una Iglesia del presente, porque uno critica a la del presente con los criterios evangélicos que son los que la Iglesia tomó de Jesús. En lo inmediato uno puede decir, Dios si, la Iglesia no, pero a largo plazo qué se entiende por Dios, se pueden entender cosas muy distintas”, explicó.
Además, el sacerdote comentó que en los próximos años será posible notar los cambios en la religiosidad de las personas. “No es tan fácil separar a Jesús de la Iglesia, uno dice claro ahí están los evangelios, pero los evangelios en el fondo que son escritos por la Iglesia son como una foto de Jesús, pero de él no tenemos nada salvo lo que quedó plasmado en la experiencia de los cristianos y que continua siendo en los cristianos de hoy. Si tú te quieres preguntar quién es Jesús y no contáramos con los evangelios, tendríamos que ver la vida de los cristianos y ahí está vivo, y si eso no está se perdió en la historia”.
Agregó que en lo inmediato también está afectando, pues hoy los católicos deben creer en aquellos que antes creyeron, pero estos hoy no son dignos de fe, por lo que la creencia se “tambalea” en la actualidad y en las futuras generaciones.
El sacerdote jesuita comentó que esta Semana Santa para los feligreses debe ser un periodo de religiosidad y de reflexión sobre los diversos conflictos que afectan al mundo, como la situación de Venezuela, o la Araucanía en Chile. Mientras que para el clero aseguró esperar que puedan pensar en sus errores, y sintonizar con las víctimas, para entender su dolor.
En lo que refiere a la superación de la crisis, valoró la postura que ha tomado el administrador apostólico de Santiago, Celestino Aós, al abordar el diálogo y no ver a las víctimas con enemigos, mientras que para los católicos llamó a no perder la esperanza y seguir en evangelio para mantener la fe.