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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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Transformar a las víctimas en show noticioso


Viernes 10 de mayo 2019 15:55 hrs.


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A través de una declaración oficial, el Colegio de Periodistas lamentó la farandulización en los medios de comunicación en torno al homicidio de Nibaldo Villegas y al femicidio de Estefanía Martínez, presentando los casos de violencia sin contextualización y convirtiéndolos en un “espectáculo” que trivializa la violencia. En su texto, la Orden instó a quienes trabajamos en los medios a generar coberturas éticas.

Lamentablemente, la situación a la que alude el Colegio de Periodistas no es aislada, sino que corresponde a un patrón de cobertura cuando se trata de hechos de alto impacto público. Hoy son el profesor Villegas y Estefanía Martínez, pero ayer fue Fernanda Maciel y anteayer, Nabila Riffo, lista que podría ser alargada con muchos otros nombres. En torno a ellos se ha armado un dispositivo que hace transmitir en cadena detalles escabrosos de los ataques contra estas personas, para lo cual opinan panelistas que, sin pretender descalificar, por lo general no son periodistas, y cuando lo son, no necesariamente resguardan el respeto por las personas atacadas y sus familias.

De este modo, el ser humano deja de ser humano y se transforma en espectáculo. Con apariencia de noticia.

En todos los casos descritos hay algo más en común: las víctimas provienen de las clases populares. Hay un sesgo irrefutablemente clasista aquí, porque es cuando los medios se sienten con el derecho de abundar en cada detalle de los crímenes y de abordar a los seres queridos para hacerles una pregunta irrelevante y cuya respuesta ya sabemos de antemano: ¿cómo se siente?

Celebramos la prudencia y el respeto por las víctimas con que se abordó, el año 2008, el accidente de las niñas del Colegio Cumbres, en una carretera pasando por la comuna de Putre. Muy distinto a cómo se cubrió el incendio de la cárcel San Miguel, dos años después, donde los canales asediaron a las personas que esperaban desesperadas de la cárcel para saber si su pariente estaba o no en la lista de las 84 personas que encontraron la muerte ese día al no poder escapar. No juzgaremos el hecho, pero una de aquellas mujeres no pudo soportar la situación y embistió con un golpe de puño contra la periodista que le estaba metiendo el micrófono en la cara.

Los medios de comunicación tenemos la obligación, pensamos, de dignificar a las personas. Debemos saber distinguir entre aquellos detalles de los crímenes que son pertinentes para el público y aquellos que solo persiguen la morbosidad. Debemos evitar ser agentes de reproducción del evidente clasismo instalado en la sociedad chilena. Debemos contextualizar, porque cuando una mujer es víctima de un femicidio o intento de femicidio no es solo un grave hecho puntual el que ha ocurrido, sino también la manifestación de un problema estructural, el orden patriarcal, que debe ser señalado para que se entienda por qué ocurren ciertas cosas. Y, por último, se debe poner cada cosa en el lugar que corresponde, porque hacer competir videntes para que encuentren a Fernanda Maciel no solo adolece de seriedad, sino que no aporta a la investigación, agrede a la familia de esa joven y nos impide apreciar, a través de los medios de comunicación, otros contenidos que podrían ayudarnos mejor a entender el país, el mundo y la época en la que vivimos.

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