El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su esposa Melania, fueron recibidos por la reina Isabel II y su hijo el príncipe Carlos en el Palacio de Buckingham el lunes, en el primer día de su visita de Estado.
Al margen del protocolo y las ceremonias, Trump lleva una agenda menos diplomática.
Acusado de intentar dividir a su propio país, Trump llega a sembrar discordia en una nación que ya está dividida por el tema del Brexit.
Trump se verá además con Boris Johnson, principal candidato a reemplazar a May como líder conservador y primer ministro, y a quien considera un excelente líder para Reino Unido.
El jefe de Estado norteamericano también se verá con su amigo personal, el político eurófobo Nigel Farage quien, según el mandatario estadounidense, debería participar en las negociaciones con Bruselas para el Brexit.
Es una “injerencia inaceptable en nuestra democracia”, fustigó el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn.
Antes de bajarse del avión en el aeropuerto de Stansted, el mandatario había mandado uno de sus incendiarios tuits contra el alcalde laborista Sadiq Khan, al que acusó de haber “sido tontamente ‘asqueroso’ con el presidente de Estados Unidos, con mucho el aliado más importante del Reino Unido”.
Khan, primer alcalde musulmán de la capital, comparó el domingo el lenguaje de Trump con el de “los fascistas del siglo XX” y criticó que el Reino Unido le “desplegase la alfombra roja”.
“Es un fracasado total que debería centrarse en el crimen en Londres, no en mí”, afirmó Trump. Un insulto “infantil” e “impropio del presidente de Estados Unidos”, según un portavoz del alcalde.
Esencial para Reino Unido tras el Brexit, la relación comercial con Estados Unidos debería ocupar gran parte de las conversaciones de Trump durante los tres días.
Por supuesto se esperan fuertes protestas en los alrededores en los alrededores de Buckingham Palace y en el centro de Londres durante esta visita.