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Acuerdo Unión Europea – Mercosur

Columna de opinión por Dorotea López y Felipe Muñoz
Jueves 4 de julio 2019 8:44 hrs.


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El pasado viernes 28 de junio, tras más de veinte años de negociación, la Unión Europea y Mercosur anunciaron la conclusión de las negociaciones para alcanzar un acuerdo comercial entre ambos bloques. Fue un proceso extremadamente largo y complejo, en el cual se pudieron apreciar las tensiones fundamentales del debate entre proteccionismo y apertura, reflejado en los sectores más sensibles como son el agrícola e industrial en ambos lados del Atlántico, los que durante todo el proceso promovieron sus intereses.

Las negociaciones iniciaron en la década de los ’90, cuando ambos bloques vivían épocas de apogeo, y la negociación de acuerdos comerciales preferenciales empezaba a asomar como una alternativa para acelerar los procesos de integración económica. Cabe recordar que en un principio, Chile era parte de esta negociación, y que dadas las dificultades que enfrentaba llegar a acuerdos entre las partes, logró negociar de forma independiente lo que sería el Acuerdo de Asociación entre Chile y la UE de 2003. Las principales fricciones de la negociación tenían relación con la protección al sector agrícola en Europa, que teme de la competencia por parte de la producción sudamericana, pero también de los sectores industriales, en especial de Argentina y Brasil, que aun gozan de protecciones y preferencias en sus mercados domésticos. Las condiciones de hoy no son las del inicio de la negociación, y mientras la UE ha liberalizado gran parte de su protección al sector agrícola interno, la competencia industrial proviene hoy de Asia. De esta manera las condiciones iniciales han ido mutando, abriendo espacios para alcanzar acuerdos.

Distinto es la situación política que han vivido ambos bloques, en especial el sudamericano. La fuerza de Mercosur como un bloque se ha visto progresivamente reducida y su cohesión cuestionada. La Unión Europea por su parte atraviesa sus propios conflictos, con el Brexit como el más claro exponente de discrepancias internas respecto del proceso de integración y su futuro. En este sentido, el acuerdo representa para ambos bloques un refuerzo a su relevancia y capacidad de acción. Asimismo, marca un importante hito para la Unión Europea, la que ha visto eclipsar su influencia en la arena comercial en los últimos años a manos de China y otros actores emergentes. Las nuevas negociaciones comerciales, el desarrollo de nuevas tecnologías, la emergencia de nuevas multinacionales no se está dando en Europa.

A nivel global, el acuerdo se da en un momento en que la apertura comercial y las negociaciones internacionales están en entredicho. Al ya mencionado Brexit, se suman las tensiones producidas por la Guerra comercial entre EE.UU. y China, y la forma en que este país ha utilizado la política comercial, como instrumento para la defensa de sus intereses, muchas veces más allá de los comerciales, como el caso de la migración con México. Muchos hoy cuestionan las ventajas que puede tener la apertura concertada, cabe ver como en Chile la ratificación del CP TPP ha generado un debate sin precedentes, que cuestiona no solo el acuerdo, sino el propio modelo de desarrollo sobre el que se construye. De esta manera, el anuncio realizado en Bruselas, da una señal a que existe aún confianza en el camino de la apertura y las negociaciones.

Ahora, comienza el análisis de los resultados. Una vez sean públicos los textos se podrá revisar cómo se sortearon los diferentes intereses y se equilibró las solicitudes de proteccionistas y aperturistas de ambos bloques. El proceso de ratificación será complejo, teniendo que ser visto por el lado europeo en el Parlamento Europeo, y en los respectivos parlamentos nacionales, y en los congresos de los cuatro miembros activos de Mercosur, donde seguro el debate será profundo. Luego, la implementación del mismo nos permitirá evaluar este nuevo bloque compuesto por más de 800 millones de personas, y que equivaldrá a más del 20 por ciento del PIB mundial. Un acuerdo que significa mucho para nuestro país, quien se encuentra estrechamente insertado en el escenario mundial, y con países con quienes compartimos la relevancia de la integración como un valor.

Finalmente, es importante destacar que esta negociación concluye el día que conmemoramos los 100 años del Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial, y el nacimiento de las relaciones internacionales como una disciplina de estudio. Coincidencia o no, la fecha demuestra la importancia que mantiene el multilateralismo, la diplomacia y el entendimiento entre los Estados; como a través de la solución pacífica de las controversias y las negociaciones se puede construir un mejor sistema internacional para el beneficio de todos. Estas acciones motivan a continuar el estudio de las relaciones internacionales, y su relevancia en el desarrollo de los países, reforzando que hoy estamos en un mundo interconectado, donde no es posible aislarse del resto.

 Los autores de esta columna son académicos del Instituto de Estudios Internacionales. Dorotea López es directora de esa unidad de la Universidad de Chile.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.