Jack, vestido de negro y con el rostro cubierto con pasamontañas, gafas oscuras y un casco amarillo, fue uno de los primeros en sitiar el hemiciclo del Parlamento el 1 de julio. Denuncia la actitud del gobierno: “Estamos haciendo todo esto porque el gobierno no oye nuestras peticiones. Dos millones de personas han salido a la calle y siguen sin escucharnos. Así que tenemos que actuar. No tienen derecho a hacer nada porque no es nuestro gobierno, es el gobierno de China-Hong Kong, están siguiendo las órdenes de China”.
Mientras los manifestantes esperaban que la policía respondiera con la violencia habitual tras su asalto al Parlamento, a medida que pasaba el tiempo, empezaron a sospechar que todo era una trampa.
Fernando Cheung es un diputado que apoya las protestas. Estaba con los manifestantes en el interior del Parlamento sitiado cuando todo ocurrió: “Estoy muy triste, no sé lo que pasará, porque antes de tomar alguna medida violenta o drástica, el gobierno necesita el apoyo de la gente, y con lo que ha pasado puede que recuperen el apoyo de algunas partes de la sociedad”, explica el diputado.
A la medianoche, cientos de policías finalmente respondieron: lanzando gas lacrimógeno, rompieron las barricadas y dispersaron a los jóvenes manifestantes, quienes se retiraron de forma voluntaria.
Criminalizar y dividir
Ahora, el gobierno tiene el argumento que necesitaba para criminalizar a los manifestantes y dividir a los hongkoneses que en numerosas manifestaciones han pedido la dimisión de Carrie Lam.
Los alrededores del Parlamento están ahora vacíos. En el interior policías investigan lo ocurrido. Los manifestantes siguen acercándose para explicar a la prensa por qué se ha desencadenado este caos, y qué es lo que quieren conseguir.
Naomi, hongkonesa de 25 años, es una activista que participó también en la Revolución de los Paraguas. Y según ella, “¡nos han tendido una trampa! Antes de que llegáramos había policías dentro, y ellos tienen el poder de hacer lo que quieren, pero cuando entramos no había ni un policía dentro, fue como una invitación a los jóvenes, ¿por qué? Hemos sido forzados por el gobierno a hacer esto. No somos violentos, no hemos hecho daño a nadie. No somos violentos en comparación con el gobierno, ellos son violentos con nosotros”.
Mientras Pekín pide más mano dura al gobierno de Carrie Lam, los manifestantes aseguran que seguirán haciendo lo necesario para no perder la autonomía judicial de Hong Kong.