Desplazar a una reliquia como la “Mona Lisa”, aunque sea unos cuantos metros, es un ejercicio de alto riesgo por numerosas razones. Es la obra cumbre de Leonardo da Vinci, pintada hace 500 años y, por ende, de una gran fragilidad. Pero además, es quizás una de las mujeres más populares del mundo, responsable de que unas 10 millones de personas visiten cada año el famoso Museo del Louvre. para admirar su enigmática sonrisa.
Las obras comenzaron en enero pasado e implicaron la mudanza de otros cuadros muy famosos, entre ellos, “Las Bodas de Caná” de Veronese, así como otras pinturas de Leonardo da Vinci.
La “Mona Lisa” cambiará de aposentos el martes por la noche, en medio de un imponente dispositivo técnico y de seguridad. Pero la bella italiana se dejará ver a partir del miércoles, esta vez, en la Galería Médicis, que se encuentra en el mismo piso.
Aunque la “Gioconda” ha cambiado de lugar varias veces, hoy en día es bastante excepcional que el cuadro sea movido. Cualquier movimiento podría agrietar aún más la fina capa de pintura o empeorar una importante fisura vertical que desciende desde su cabeza.
Desde 2005, la Mona Lisa se exhibe detrás de un vidrio blindado y es, junto a la “Venus de Milo” y la “Victoria alada de Samotracia”, una de las obras más visitadas del museo más grande del mundo.