¿Cómo imaginar a Gabriela Mistral? ¿Desde qué dimensión comprender su palabra y su vida? Esas son algunas de las preguntas que plantea el libro Gabriela Mistral. La revolución mestiza de la tierra (Editorial Usach) que, recientemente, publicó el académico e investigador Maximiliano Salinas Campos.
El texto reúne una serie de testimonios que reconfiguran la representación de la Premio Nobel de Literatura. Destacan, entre ellos, personalidades como Roberto Matta, Luis Oyarzún, Inés Echeverría Bello, Joaquín Edwards Bello, Rodolfo Reyes y Ciro Alegría. Al mismo tiempo, el libro se nutre de fragmentos epistolares donde Mistral se dirige a Pedro Aguirre Cerda, Doris Dana y Radomiro Tomic, entre otros.
De este modo, el ejemplar propone un viaje por una Gabriela Mistral que nada tiene que ver con la representación acogida por el canon: en estas páginas la autora se plantea como una escritora profundamente revolucionaria, mestiza y en armonía con la tierra. Se trata, en definitiva, de una escritora que reconoce su herencia indígena, que se siente presa en las ciudades y cuyos ojos verdes deslumbran a sus interlocutores.
“Todo el libro tiene la voluntad de hacer de Gabriela Mistral una persona cercana, familiar, terrenal, amistosa y pícara, sobre todo porque ella sigue siendo un misterio. Aún no podemos encontrarnos con ella”, dice el investigador, quien lleva años tras la pista de la autora.
Así, la perspectiva revolucionaria se aborda a partir de la idea del “convivir juntos”. Esta arista es aportada por el mismo Roberto Matta, quien, en 1935 escribe: “Ella era de un enorme espíritu revolucionario, en el sentido más humano del término (…). Ella era una mujer extraordinaria y observándola yo empecé a despertarme (…). Lo que le interesaba era la cuestión de la escuela y de la enseñanza y la constante preocupación anticolonialista y antiimperialista”.
De acuerdo a ello, Maximiliano Salinas sostiene que la perspectiva revolucionaria estuvo presente a lo largo de toda su vida.
“No es el carácter clásico de la revolución, sino que tiene que ver con una forma distinta de relacionarse entre seres humanos. Matta dice: Gabriela era revolucionaria, porque manejaba el arte de saber vivir juntos”.
“La revolución en el sentido mistraliano tiene que estar asociado al reencuentro común de todos los seres humanos y todos los seres vivos en torno a la madre tierra”, añade el investigador, quien además recalca que esta revolución no puede sino ser mestiza: “Ella reivindica el mestizaje de manera espectacular y en una época donde la cosa aria estaba muy presente”, añade.
Por otro lado, el ejemplar da cuenta de su rol como activista por la paz. Así, por ejemplo, el texto recoge cómo, a finales de los años 40, Gabriela Mistral encabezó una convención en contra del genocidio. Del mismo modo, da cuenta de la importancia que tenía la Reforma Agraria y las críticas que poseía la autora respecto del sistema pedagógico.
“A Gabriela le encanta ser profesora, pero su ideal de enseñar es tan heterodoxo, tan raro, que no pueden ser entendido por la pedagogía, por eso dice que la pedagogía entre más buena es más mala. No cree en el sistema pedagógico chileno que tiene que ver con una educación racionalista. Para ella, la escuela aparta de la tierra y crea seres pedantes, artificiales”, comenta el académico.
Las críticas
El ejemplar también recoge las críticas que recibió la autora. Una de ellas tiene relación con el académico Pedro Nolasco Cruz, quien, a mediados de los años 20, escribió: “En cuanto al idioma, Gabriela Mistral lo maneja con dificultad, como a instrumento que no conoce bien”.“Carece de gusto, de arte, no sabe expresarse y es reacia al idioma (…). Tiene otro defecto: exagera sus sentimientos en exceso”.
Al respecto, Maximiliano Salinas señala las críticas contra la autora existieron durante los años 20 y 30, pero fueron extinguiéndose en la medida que fue acercándose el Premio Nobel de Literatura.
“Antes hay una crítica feroz. Incluso los críticos literarios más importantes de Chile, los de El Mercurio, la quieren, la aman, pero saben que se encuentran con una persona que es rara y es peligrosa. A mí siempre me llamó la atención Alone, Hernán Díaz Arrieta, el famoso crítico literario que, cuando fallece Gabriela, dice que ella no es chilena. ¿Qué significa eso? Es como decir que ella no nos pertenece”, afirma el investigador.
Desde esa perspectiva, Gabriela Mistral. La revolución mestiza de la tierra propone una re significación de la vida y obra de la autora. Se trata, en definitiva, de un texto que abre una pequeña ventana a un universo complejo y que recién comienza a desenredarse.