En el marco de la Conferencia Internacional “Comunicación y Cultura Popular en América Latina y el Caribe” organizada por nuestra casa de estudios, se encuentra de visita en Chile el profesor de Política y Comunicación en el Departamento de Medios y Comunicación de la London School of Economics, Bart Cammaerts, quien evaluó la evolución del movimiento social en el Reino Unido debido a las constantes idas y vueltas que ha generado en el gobierno británico el proceso de salida de la Unión Europea (UE), comúnmente conocido como Brexit.
Al ser un estudioso de los movimientos sociales, ¿cómo evalúa las movilizaciones en el Reino Unido en relación a las discusiones al interior del Parlamento para posponer el Brexit?
Lo primero que hay que entender es que hay dos movimientos, así como hay dos lados de ese debate. Están los que quieren el Brexit y los que quieren evitarlo y es así como hay personas protestando por cada lado en las afueras de Westminster, se gritan los unos a los otros con diferentes consignas y representando sus distintos intereses.
Obviamente el Brexit es un asunto muy complejo que también abarca asuntos de clase en el sentido que mucha gente de la clase trabajadora votó por dejar la Unión Europea y están fuera del Parlamento protestando y usando los medios en línea para auto representarse. Ellos son la gente que está en la calle, y al interior del Parlamento están los políticos que también están discutiendo. Por otra parte, están los medios de comunicación y el periodismo que también está dividido entre pro y contra Brexit y, además de todo eso, está la llamada “opinión pública” o “la gente” que está siendo apropiada por ambos lados: los que están en favor del Brexit fundamentan su posición diciendo “la gente ha hablado” y votaron por dejar la UE, así “su gente” está constituida por el 52 por ciento de votantes que ganaron el referéndum.
Mientras, en el otro lado, dicen que en el tiempo que ha transcurrido desde el referéndum el debate ha avanzado y “la gente” está mucho más consciente de lo que el Brexit implica y las consecuencias que trae y si creemos la opinión pública actual, entonces ella se inclina hacia la idea de permanecer en la UE o, al menos, no salir sin acuerdo, como lo propone el actual gobierno. Así, en términos de protestas, creo que dado lo que pasa ahora en el Reino Unido y las consecuencias en el nivel democrático en la forma en que se ve el conflicto entre la democracia directa, la representativa y el poder Ejecutivo, porque estos tres siempre han estado en conflicto entre ellos. Esos conflictos generan que en realidad haya poca gente en la calle en estos momentos, sí, ha habido grandes movilizaciones, pero eso fue hace 6 o 7 meses cuando la gente anti Brexit salió a las calles, pero en las semanas recientes, aunque efectivamente ha habido gente en las calles en varias ciudades, dada la gravedad del asunto, la cantidad de gente movilizada es muy limitada.
Los medios y las redes sociales fueron actores importantes en lo que sucedió previo al referéndum del Reino Unido. Se creó una suerte de retórica de grandeza de ese país previo a pertenecer a la Unión Europea y eso, según lo reporteamos, provocó una fuerte inclinación a la opción Salir, particularmente en la gente mayor. Como experto en la materia ¿cuál es su evaluación del papel jugados por las comunicaciones en el momento actual que vive Gran Bretaña?
Como decía, lo del Brexit es un debate muy complejo y tiene muchas aristas en la sociedad británica y se puede discutir en términos de clases, pues tiene un gran impacto en ellas, así mientras las clases más bajas votaron mayormente en favor de salir de la Unión Europea, la clase media, lo hizo en contra. También hay diferencias entre lo rural y lo urbano, pues la gente en las áreas rurales la opción de salir, y en las ciudades grandes como Londres, decidieron abrumadoramente en contra del Brexit.
También como señalas, hay un factor generacional: los más jóvenes votaron en su inmensa mayoría contra la salida de la UE y la generación mayor votó en favor del Brexit. También hay una especie de nostalgia que fue explotada por la campaña pro Brexit: el recuerdo de ese pasado imperial que se perdió y que nunca volverá. La reminiscencia del Gran Imperio británico, que dominaba los mares y el mundo y que pudo hacerlo todo solo.
Eso también se está viendo ahora en los discursos sobre un Brexit sin acuerdo en que se ha hecho presente el llamado “espíritu Dunkerke”, aludiendo a la Segunda Guerra Mundial y cómo la Gran Bretaña se organizó para salvar a sus soldados en las playas de Dunkerke. Es el recuerdo de la gloria de la gente tomando la iniciativa y saliendo en pequeños botes a cruzar el canal para traer a los soldados a casa. Esa mística del “podemos hacerlo, podemos enfrentar cualquier adversidad, vamos a dejar atrás la UE. Eso es lo que es lo que los pro brexit han llamado proyecto miedo que consiste, básicamente, en dejar de lado los datos y hechos que grafican las graves consecuencias de abandonar la UE. Para ellos nada de eso importa porque piensan “podemos sobreponernos”. Ese discurso funciona muy bien en las generaciones más viejas, pero no en los más jóvenes que piensan en su futuro y en una identidad más cosmopolita, en ser parte de Europa, poder viajar y trabajar en distintos lugares.
El discurso de la gloria de antaño es un discurso armado y aprendido, pero que forjó una realidad…
Absolutamente, en nuestro campo de estudios tenemos un concepto llamado “encuadre” y que dice relación con cómo los medios no solo representan realidades, sino que la moldean. Hay dos aspectos en eso: por un lado, están los medios, incluyendo a los periodistas, que están muy divididos y marcados por líneas ideológicas. Por ejemplo, miremos los medios escritos: algunos, que parecen estar a favor del Brexit, apelan a este “encuadre” utilizando un lenguaje de guerra. Los términos que una vez se utilizaron contra Alemania ahora se usan contra la UE. Por otro lado, están los medios pro Europa como The Guardian o The Independent que tiene una tendencia más liberal o de izquierda.
Otro asunto completamente distinto es el de las redes sociales en los que se comparten los contenidos. La información se inyecta y está focalizada. La campaña del Brexit fue muy exitosa porque les pagó a las compañías que manejan las redes sociales para distribuir desinformación y, básicamente mentiras, las llamadas Fake News.
Ellos han sido muy meticulosos y muy inteligentes en la utilización de estas herramientas en el contexto de las campañas políticas e influenciar la opinión pública apuntando a grupos específicos.
¿Se refiere específicamente al escándalo de Cambridge Analítica?
Eso no es lo único, sino solamente una parte. Ha habido un uso de las redes sociales en materia política en otras partes del mundo, por ejemplo, Brasil, Estados Unidos, India, etc. En general los partidos fascistas a través de Europa les pagan a las compañías de redes sociales para acceder a los datos de los usuarios y se puede ser muy preciso en términos de a quienes quieres apuntar y con qué tipo de mensajes quieres llegar a determinado público.
Hacen estudios, estudios muy específicos en cuanto a qué tipo de mensaje funciona en cada tipo de segmento del electorado. Luego se les paga a estas compañías o empresas de redes sociales que obtienen una enorme cantidad de dinero de los partidos fascistas y populistas para entregar estos bulos o noticias falsas que afectan específicamente a algunos grupos de la sociedad. Eso es diferente de lo que sucedió con Cambridge Analítica, porque ahí había una empresa intermedia que ofrecía sus servicios a partidos o sectores políticos específicos.
¿Cuál es el rol actual de las comunicaciones, de los medios? ¿Verificar datos, entregar educación a los lectores o auditores?
Es un tema muy complejo, y es lo que están intentando diversos medios tradicionales: comprobación de hechos, de datos, mostrando información para argumentar contra los discursos, pero eso no está funcionando, porque solo decir “estos son los hechos reales” simplemente ya no está penetrando en la gente.
Hacer la verificación de hechos y datos, reescribir una noticia y entregarla al público es más lento que el trabajo de un algoritmo que viraliza noticias falsas.
Así es y el problema es que los grupos populistas o fascistas, a través de sus discursos, posicionan a los medios que hacen el chequeo de datos o de información como enemigos de la gente, de la ciudadanía. Y la verdad es que los medios tienen un grado de culpa en eso debido a los bajos niveles de confianza que existe hacia el periodismo, así que hay un trabajo por hacer para los medios y periodistas y que dice relación con aumentar los niveles de confianza. De nada sirve hacer chequeo de información si la gente no cree que tu chequeo es real. Simplemente no funciona.
En su opinión, ¿cree que la democracia está enfrentando una crisis y que estamos transitando hacia lo que Richard Dawkins ha popularizado como emocracia?
Creo que la democracia está en riesgo en muchos países y que hay una necesidad por que los intelectuales y los medios defiendan los valores democráticos y eso también debiera aplicar para las redes sociales, porque tiene una responsabilidad social de ser más cuidadosos y proactivos en cuanto a los deberes que impone la democracia.
En materia de emociones, bueno, en la política todo se relaciona con las emociones porque si te vuelves políticamente activo o participas en protestas lo haces porque estás enojado o molesto por algo y eso son emociones. Parte del problema de temores públicos y como enfrentarlos es que las posibles soluciones solo se enfocan en la racionalidad como única forma legítima de discurso político. Tenemos que entender que las emociones en conflicto son la esencia de la política y de la democracia. Claro que hay que comprender que no podemos trenzarnos a golpes por cada decisión, así que debe haber mecanismos para resolver los conflictos y encontrar las soluciones. De hecho, es por esto que la polarización que vemos hoy se ha hecho cada vez más problemática y compleja.
Escucha aquí la entrevista con Bart Cammaerts.