Chile es uno de los países con el horario de trabajo por semana más extenso del mundo, comparado con otros países también integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Casi dos mil horas al año, mientras que el promedio de la OCDE es de poco más de 1.700.
A través del Estudio Longitudinal Social de Chile (ELSOC), que tiene el propósito de generar investigación científica de punta, formar capital humano avanzado y contribuir al desarrollo de políticas públicas, se analizó cómo una eventual reducción de la jornada laboral en Chile mejoraría los altos índices de enfermedades mentales entre trabajadores y especialmente las trabajadoras.
A partir de ELSOC se realizó un análisis de la prevalencia de síntomas depresivos en trabajadores y trabajadoras chilenas según su jornada laboral semanal promedio (35-40, 40-45 y 45-50 horas a la semana). Los resultados muestran una mayor prevalencia de sintomatología depresiva severa en aquellas personas con jornadas laborales más extensas.
Para una de las autoras de la publicación, la investigadora del Núcleo Milenio en Desarrollo Social (DESOC) de la Universidad de Chile, Antonia Dahuabe, la discusión se debe centrar en los problemas de salud mental que tienen los chilenos y dejar de lado la disputa política y el factor economicista.
“Hoy la depresión representa un elevado costo económico para las sociedades, relacionado a las pérdidas en términos de productividad. Por esto la discusión se debe estar enfocada en este aspecto y no solo en un debate político y económico. Acá existe un beneficio directo para el bienestar y la calidad de vida. Además, repercute en menos ausentismo por licencias médicas relacionadas con problemas de salud mental”, afirmó.
Recordemos que según datos del Ministerio de Salud (MINSAL), las licencias médicas por este tipo de patologías aumentaron un 53 por ciento entre 2013 y 2018, siendo estas el principal motivo de ausentismo por permiso laboral.
Dahuabe agregó que la reducción de la jornada laboral favorecerá más a las mujeres. Sin embargo, el proyecto en discusión, no contempla a los trabajadores informales, quienes se desempeñan por lo general en una labor más precarizada.
A partir de esto, la investigadora indicó que la eventual normativa podría tener un efecto indirecto, un incentivo para que los que se laboran irregularmente puedan conseguir un empleo con contrato y seguridad social.
Los resultados del estudio muestran que un 17,6 por ciento de las personas que han firmado un contrato laboral presentan sintomatología depresiva moderada a severa, mientras que entre los trabajadores y trabajadoras sin contrato (trabajo informal) esta cifra se eleva a 22,2 por ciento.
“Las mujeres en general son más propensas a síntomas depresivos. Nuestra relación y equilibrio entre la vida laboral y personal es distinto, ya que tenemos una doble jornada que destinamos a tareas domésticas y de cuidado. Además de un poder de negociación distinto en comparación a los hombres, cuando tratamos de pactar mejores remuneraciones, mucho peor que trabajadores con similares quehaceres”, subrayó.
Consultada sobre el proyecto de ley de Gobierno sobre 41 horas laborales promedio con flexibilidad, la investigadora del Núcleo Milenio en Desarrollo Social (DESOC) de la Universidad de Chile, indicó que la incertidumbre del empleado por saber qué extensión horaria debe trabajar, también es una razón de estrés, ansiedad y burnout o síndrome del trabajador desgastado.
“Trabajar 12 horas cuatro días y descansar uno más, no es equivalente a distribuir esas horas en cinco días. Yo no puedo decir que hoy día voy a dormir en vez de ocho horas, 16, y mañana no duermo, no funciona así. Además, el poder sindical para pactar las horas es sumamente bajo, por eso si no están fijadas estas condiciones antes, no puede ser beneficioso, especialmente para la salud mental”, subrayó.
Para Antonia Dahuabe, además, la discusión sobre las “40 horas” no puede invisibilizar uno de los principales problemas del país: los bajos salarios. En Chile, el 54 por ciento de los trabajadores y trabajadoras ganas menos de 350 mil pesos líquidos al mes. Según informes, seis de cada 10 chilenos que laboran jornada completa no pueden sacar a una familia promedio de la pobreza y difícilmente podrían contar con las condiciones mínimas para el buen vivir.