La desigualdad no es un problema que tiene que ver con el tipo de decisiones que toman las personas. Para el académico de la Universidad de Oxford y experto en políticas sociales de América Latina, Diego Sánchez-Ancochea, este debería ser el punto de partida en todo debate sobre desigualdad en cualquier parte del mundo.
El académico, que fue invitado por el Instituto de Estudios Internacionales de nuestra Universidad, aseguró a Diario y Radio Universidad de Chile que la movilidad social de nuestro país, en comparación con países europeos de la OCDE es similar, salvo por los niveles desproporcionados de concentración del PIB en los sectores más ricos.
Esto, para Sánchez, tiene consecuencias directas en la forma en la que funciona la democracia en la región, pero sobre todo en la forma cómo evoluciona la industria para generar mejores oportunidades laborales.
“Que la economía no funcione y no haya suficiente innovación tiene que ver con que aquellos grupos económicos que les va tan bien, para qué van a innovar si ya están teniendo una enorme cantidad de recursos en sus sectores. Es importante rebatir que la lucha contra desigualdad va a tener efectos negativos sobre el desarrollo; hay bastante evidencia de que más bien permite mejorar los resultados de desarrollo”, precisó el académico.
América Latina, sin embargo, ha intentado enfrentar este problema con distintos mecanismos que muchas veces no han resultado del todo satisfactorios. En el caso de la educación, por ejemplo, Sánchez-Ancochea explicó que no necesariamente terminó produciendo mayores oportunidades de empleo, y así, las soluciones se convirtieron en un círculo vicioso.
Sumado a esto, el experto puntualizó su opinión respecto de otras estrategias fallidas, como el acceso a créditos.
“Se creyó que era la panacea, pero endeudarse, si no eres capaz luego de pagar esa deuda, es enormemente peligroso. El ejemplo de Brasil es muy significativo. Ahora que las cosas no van bien en la economía, hay una enorme cantidad de gente que se creyó que se estaba incorporando al mercado y que está sufriendo de forma significativa”, indicó.
Asimismo, Sánchez-Ancochea recalcó que el proceso de eliminación de la desigualdad no se puede conseguir con una sola generación, y que en tal cambio los movimientos sociales pueden jugar roles bastante protagónicos.
“Los movimientos sociales los que tienen que crear una presión en la clase política y provocar reacciones. Estamos diciendo que es una democracia que no funciona porque hay un enorme poder concentrado, el resto de la sociedad lo que tiene que hacer es recuperar parte del poder a través de la movilización social y la relación más fructífera con los partidos políticos”, sentenció.
Finalmente, el académico recordó que, en el caso de los países más desarrollados del norte de Europa, los cambios en materia de desigualdad no fueron un milagro, sino una respuesta generada por movimientos sindicales compactos que fueron cambiando el sistema de forma progresiva.