La crisis social que atraviesa el país ha puesto en la palestra muchos temas urgentes para la sociedad, sin embargo, hay demandas que hasta antes del estallido marcaban la agenda nacional y hoy han perdido protagonismo. Uno de estos es el cambio climático que, en todo caso, va de la mano con las exigencias de la gente, pues, según expertas, la devastación de la naturaleza va de la mano con la pobreza y la desigualdad.
No por el hecho de que la COP 25 se haya trasladado a España deja de ser el calentamiento global un tema de máxima preocupación para Chile. De hecho, la suspensión del evento en nuestro país abre la posibilidad de lograr un cambio mucho más profundo respecto del tema, pues el motivo para que no se realice fue la crisis y de la crisis saldrá una nueva Constitución: es esta la oportunidad que especialistas, académicas y activistas quieren aprovechar para enfrentar eficientemente el cambio climático.
Para Anahí Urquiza, coordinadora de I+D+i de la Red de Pobreza Energética de la Universidad de Chile (Red PE) e investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, la posibilidad de una nueva Carta Fundamental abre la puerta para cambiar la manera de gobernar los territorios y, con eso, defender los recursos naturales de cada zona.
“Hoy tenemos una oportunidad que, desde mi perspectiva, es aún más importante, y es que tenemos la oportunidad de transformar nuestras estructuras de gobernanza, y eso es fundamental, porque para poder enfrentar el cambio climático necesitamos una gobernanza distinta, una gobernanza mucho más descentralizada que permita que las comunidades puedan tomar decisiones sobre sus territorios”, dijo.
Y para la especialista este no es un tema netamente ecológico, pues el calentamiento global ha evidenciado que el problema de fondo es la desigualdad y, claro, solo por poner un ejemplo, una ola de calor no afecta de la misma manera a ricos y pobres. Así lo explicó Anahí Urquiza.
“Estar cuatro o cinco meses con temperaturas sobre los 30 grados, en Vitacura, en Las Condes, en Providencia, no es tan terrible, pues ahí hay aire acondicionado, viviendas de buena calidad, áreas verdes, pero ¿qué pasa en la periferia de la ciudad? Tenemos comunidades completas que prácticamente no tienen áreas verdes, en que la calidad de las viviendas es pésima y, por lo tanto, el calor dentro de esos lugares es realmente insoportable y donde viven personas mayores con pensiones mínimas y que están expuestas a esas temperaturas durante meses y esos tiene serias consecuencias para su salud. Entonces, finalmente, esto es un problema de desigualdad”.
Similar opinión tiene Maisa Rojas, directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) de la Universidad de Chile, quien sostuvo que el cambio climático no se puede enfrentar si primero no se enfrenta la pobreza y la desigualdad.
“El cambio climático afecta desproporcionalmente a poblaciones más vulnerables. No solamente es eso, sino que una sociedad que es muy desigual no puede enfrentar bien el cambio climático, porque tiene zonas de sacrificio, porque tiene zonas en que no hay preocupación por la contaminación, entonces, las desigualdades están íntimamente relacionadas tanto con las causas como las consecuencias del cambio climático, y enfrentar el cambio climático sin enfrentar la desigualdad o la pobreza, no es posible”.
Por lo mismo, la climatóloga aseguró que las demandas de la población van de la mano con el problema del cambio climático, el cual catalogó como el “desafío del siglo XXI”.
“No pensemos que esta crisis social no tiene nada que ver con el cambio climático, no pensemos que, porque ahora estamos hablando de pensiones y de salud, estos temas socioambientales no los vamos a tener que enfrentar, el cambio climático es transversal. Ahora estamos hablando de una nueva Constitución, y en estas bases de un acuerdo de las reglas de convivencia de nuestra sociedad tiene que estar incluido este tema transversal que es el desafío del siglo XXI: el cambio climático”.
De esta manera, las y los especialistas intentarán poner el tema en el tapete, perfeccionando lo que hasta ahora hay y corrigiendo los errores, como el hecho de no haber firmado un pacto tan importante como emblemático. Hablamos del Acuerdo de Escazú.