Desde el primer minuto la vida de Gracia Barrios, Premio Nacional de Artes Plásticas en 2011 que falleció el pasado jueves a los 93 años, estuvo cruzada por el arte.
Hija del escritor Eduardo Barrios, la joven nacida en 1927 manifestó un interés temprano por las artes visuales, perfeccionando sus estudios en la Universidad de Chile. Más tarde, en los años 60, fue parte del Grupo Signo, movimiento que, influido por las corrientes europeas, se vinculó con la pintura abstracta.
A partir de esa conexión, la artista creó un universo propio, revolucionando la forma de conceder los trazos e impulsando una estética rica en colores y temas. Desde allí también transformó su rol como artista, pasando a ejercer una postura comprometida con el mundo social.
“Reaccionamos contra una pintura fácil y convencional que imperaba a comienzos de los años 60 en Chile. Estábamos conscientes que la Academia maquillada de actualidad no representaba nuestra realidad”, comentó Gracia Barrios respecto de Signo.
“Sentimos que la vida ya no era la misma y que las formas de expresión artística no podían seguir siendo las mismas. Rompimos así con esa forma y contenido existente, abriéndonos a una aventura fuerte y sin concesiones. Ya no representar por representar con la pintura, sino representar el objeto, presentar la pintura en sí, presentar por medio de la materia, de los materiales reales”, añadió.
Según la curadora e investigadora Inés Ortega Márquez, “la obra de Gracia Barrios destaca por una mirada reflexiva y enfocada en el ser humano y su comportamiento”.
“Su pintura ha transitado desde la figuración hacia la abstracción, en una armonía entre la estética y el mensaje contenido. (…)Le gusta la gente, y de espíritu latinoamericanista, en los años 70 pinta al pueblo, muchedumbres, grupos”, explicó.
Casada con el artista José Balmes en 1952, Barrios se comprometió activamente con la Unidad Popular, elaborando un tapiz de gran formato para lo que sería el edificio de la UNCTAD III.
Tras el Golpe de Estado, sin embargo, la familia pasó al exilio en Francia. Allí vivieron diez años junto a su única hija Concepción, quien hoy, junto a su hija Elisa Triviño, resguardan el legado de la pareja. Este acervo cuenta con más de 300 obras.
“Queremos conformar una colección patrimonial y educativa, que podamos compartir con la gente. La obra comercial la está viendo una galería y no son más de 10 obras”, dijo hace unos años Triviño.
Desde 2013 se encontraba alejada del ámbito público producto del alzheimer que la afectaba.
Los funerales se realizarán este sábado en el Cementerio Totoral, donde también descansan los restos de su esposo.