Los disturbios en diversas ciudades de Estados Unidos continúan en respuesta al asesinato del afroamericano George Floyd. Pese a que su familia ha instado a no incurrir en protestas violentas, los años de injusticias por casos similares parecen ser más potentes que cualquier tipo de llamamientos.

A esto, por ejemplo, se ha sumado diversas autoridades norteamericanas, principalmente alcaldes y gobernadores, que condenan el accionar policial, tanto en el caso Floyd como en la represión a los manifestantes, pero no apoyan la violencia con la que se han desarrollado las protestas.

“Él no querría que estuvieran haciendo esto”, ha sido el mensaje entregado por el hermano de George Floyd, Terrence Floyd, justo en la misma jornada en la que el presidente estadounidense Donald Trump amenazara con aumentar la represión en las manifestaciones, además de hacer uso de las fuerzas militares para dicho fin.

Los principales focos de protestas y represión policial en las últimas horas han sido en St. Louis, Oakland, Nueva York y Washington.

A todo este descontento popular, además, se suma el hecho de que existen dos autopsias referentes a la muerte de George Floyd, una en donde se hace alusión a problemas de salud previos que conllevaron a su deceso, y otra, encargada por la familia, que señala muerte por “asfixia por presión sostenida”.