El Gobierno comprometió anunciar esta semana sus propuestas para acudir en apoyo de la denominada “clase media”, aquel grupo de personas que supuestamente no son ni tan ricas para negarles ayuda, ni tan pobres como para dárselas. Sin confirmación oficial aún, los Créditos Blandos que impulsa Hacienda y la ampliación del Seguro de Cesantía serían las principales cartas del Ejecutivo, pero todas las miradas están puestas en la discusión que se llevará a cabo a raíz de una eventual ampliación del ya aprobado Ingreso Familiar de Emergencia, con la posibilidad de que éste llegue a estas personas que, normalmente, no son sujetos de políticas públicas, especialmente cuando se las concibe focalizadas.
Pero, ¿a quiénes se refiere el Gobierno y las fuerzas políticas cuando hablan de la clase media? Actualmente la administración del presidente Piñera utiliza la definición de clase media del Instituto Libertad y Desarrollo, que corresponde a aquellos hogares cuyos ingresos totales se encuentran entre 1,5 y 6 veces la línea de pobreza vigente. Es decir, el ingreso total mensual de un hogar de clase media que se compone de cuatro personas estaría entre los $626.021 y $2.504.083 mensuales. El mismo instituto indica que este grupo ha aumentado y de representar un 43,2% en 2006, pasó a un 65,4% en 2017.
Pero según datos de la Fundación SOL, en Chile solo el 20% de los trabajadores y trabajadoras gana más de $750.000 líquidos. De los mayores de 18 años, se registran 11,5 millones de personas endeudadas y casi 5 millones de personas morosas.
Es por esto que para el economista e investigador de la Fundación SOL en temas de desigualdad, Marco Kremerman, la “Clase Media” como concepto en Chile en términos prácticos no existe, sino que lo que hay son sectores medios vulnerables, precarios y endeudados que trabajan. “Más allá de hablar de una clase media -que es un concepto ideológicamente bien particular que utilizan las clases gobernantes para despolitizar las relaciones de poder en una sociedad-, estamos hablando de sectores medios, amplios, altamente vulnerables y altamente precarizados“, sostuvo el economista.
“Cuyos trabajos no les permiten satisfacer sus necesidades básicas, que obligatoriamente deben recurrir al endeudamiento, donde deben trabajar más de dos personas en su hogar y una serie de impactos importantes en su diario vivir. Esto los sitúa en un espacio de alto nivel de vulneración y se ve plasmado en crisis como las actuales”, añadió Kremerman. Para el investigador de la Fundación SOL, la verdadera “hecatombe” que generó en estos sectores la crisis derivada del estallido social y la actual a raíz de la pandemia, son una fiel muestra de la frágil situación en la que se encuentran, debido a la paradoja que, por tener mayor acceso, tienen menor protección social.
“Eso da cuenta justamente del alto nivel de precariedad que existía en estos amplios sectores medios, que estaban en una situación muy desmedrada y muy parecida a aquellos sectores que se les cataloga en situación de pobreza, solo que con una capa de protección mucho menor y con ingresos más altos a partir, justamente, de un acceso a un mercado laboral precario y acceso al endeudamiento“, explicó Kremerman.
En la misma línea, la académica del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile e investigadora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), Emmanuelle Barozet, planteó que si existe un acuerdo entre quienes se han dedicado a profundizar en la dimensión del concepto de “clase media” en Chile, es que éste no responde sólo a un grupo en específico. Sin embargo, ha sido ampliamente utilizado a lo largo de nuestra historia reciente con un fin, muchas veces, político.
“Es un elemento que en la política y las políticas públicas tiene muchos réditos, porque a todos nos conviene considerarnos de clase media. Para los pobres es gratificador y para los ricos les saca un poco la culpa. Te recuerdo también que en Chile hay mucha confusión sobre la posición que uno ocupa en la sociedad“, sostiene Barozet.
Para hacerse una idea de este último punto, nada más basta remontarse cinco años atrás cuando, en entrevista con Don Francisco, el en ese entonces ex presidente Sebastián Piñera dijo pertenecer a este grupo. “Soy un hombre de clase media“, fueron las palabras del actual mandatario. “O sea, no hay ninguna posibilidad de que él sea de clase media. Pero hay toda una retórica que se ha construido sobre la idea del esfuerzo, alguien que es trabajador, que aprovecha las oportunidades y sobre eso se construye esa idea de una clase media emprendedora. Pero el problema es que eso es muy inestable“, explica la socióloga.
Para Barozet, se pueden distinguir al menos cuatro grupos de clase media. Uno es bastante acomodado: bordea los ingresos por $2,5 millones y tiene acceso a educación, contratos estables y es poco probable que pierda su empleo. Pero después vienen grupos que son cada vez más precarios, en términos de calificación, de contratos más inestables en empresas más pequeñas, con formación técnica y no universitaria, por ejemplo. Pero, para la socióloga, que los grupos alrededor de los 600 mil pesos tengan empleos precarios “significa que entre el grupo más alto y el grupo más bajo de esos sectores de clase media, su realidad, su pasar, su estilos de vida y manera de enfrentar la crisis no tienen nada que ver, por mucho que digamos que son todos de clase media”.
“Lo que sí podemos decir de forma general, tanto para diez años atrás como ahora, es que no existe una sola clase media en Chile. Es un concepto muy discutido que, de hecho, en la política pública chilena no tiene una única dimensión, al contrario de la línea de la pobreza, por ejemplo”, comentó la investigadora a nuestro medio. “Sobre lo que son los sectores de clase media, en plural, no hay consenso”, agregó Barozet.
En ese sentido, y considerando que la línea de la “clase media” es una muy difusa, que la gente cruza y se devuelve dependiendo de la situación económica y de muchos factores externos, no son suficientes las medidas focalizadas -que incluso han demostrado ser ineficaces para llegar a los sectores más vulnerables- para un grupo tan heterogéneo como éste, sino que serían más eficaces medidas universales que apunten a resolver necesidades cuya respuesta por parte del Estado es un derecho. Así lo manifestó el académico del Departamento de Economía de la Universidad de Chile y director del Núcleo Milenio en Desarrollo Social, Fabián Duarte, quien señaló que, para la entrega de beneficios, hablar de “clase media” no tiene sentido.
“Bajo esa clasificación, yo diría que no tiene, porque es muy amplia. Caben 9 millones de las 17 millones de personas que habitan el país, entonces todos seríamos de clase media y eso no es correcto. Si tú estás pensando en que vas a ayudar a todas esas familias no tiene sentido, pero porque la clasificación no captura la riqueza de heterogeneidad en ese grupo, que es tan amplio“, sostuvo el director del Núcleo Milenio en Desarrollo Social.
Respecto a las propuestas del Gobierno para acudir en apoyo de la “Clase Media”, los sectores más acomodados de este grupo, que han perdido clientes o volumen de negocios, se beneficiarían con los nuevos Créditos Blandos que impulsa Hacienda. Para todos aquellos grupos que los sociólogos identifican como sectores trabajadores, que no son pobres pero que están llegando a la pobreza por la pandemia, el Ejecutivo estaría apuntando a una ampliación del Seguro de Cesantía -para quienes tengan acceso a éste-, tanto en términos de cobertura como en condiciones de acceso. Sin embargo, todas las miradas estarán puestas en la discusión que se llevará a cabo a raíz de una eventual ampliación del ya aprobado Ingreso Familiar de Emergencia, de modo que no se limite a la gente que está en la pobreza o colindando con ésta, sino que pueda llegar a todos quienes se han visto afectados por la pandemia.