Sonia Montecino: “Hay una nueva forma colonial que no ha establecido un diálogo con el pueblo mapuche”

La antropóloga, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2013, forma parte de un programa en el que cada viernes y de manera virtual se colocan en diálogo diversos saberes. Las conversaciones, que van desde los oficios a los saberes ancestrales, tienen como telón de fondo la pandemia y el futuro proceso constituyente.

La antropóloga, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2013, forma parte de un programa en el que cada viernes y de manera virtual se colocan en diálogo diversos saberes. Las conversaciones, que van desde los oficios a los saberes ancestrales, tienen como telón de fondo la pandemia y el futuro proceso constituyente.

A finales de julio, la antropóloga y académica de la Universidad de Chile, Sonia Montecino, premio nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2013, pasó a integrar “La hora de la once huacha”, espacio de conversación en el que, cada viernes a las 18:00 horas y de forma virtual, se abordan temas tan variados como el rescate de los saberes ancestrales y la promoción de la cultura popular.   

Junto a la gestora cultural Fernanda Castillo, la antropóloga Alejandra Alvear y el diseñador Juan Pablo Valenzuela, la académica lideró este proyecto que surgió al alero de la organización que dirige desde 2018: la Fundación Rectángulos de Agua, cuyo objetivo se centra en la difusión de la cultura y el patrimonio. 

Así, por medio de estas conversaciones que se transmiten vía Spotify y por medio del Facebook de la Fundación, la investigadora no sólo se propuso dar espacio a aquellas expresiones que no tienen lugar en los medios oficiales, sino que también, buscó promover una conversación libre en la que coincidieran distintos saberes. Esto, en un contexto marcado por la crisis sanitaria y el futuro proceso constituyente. 

“Nuestro interés es producir una conversación libre en una mesa de la once donde, simbólicamente, entra toda la gente, porque ya sabemos que en los espacios televisivos o en los medios de comunicación entran sólo algunas personas. Entonces, lo que queremos hacer es ampliar las conversaciones y mostrar la pluralidad de saberes e historias que no tienen eco en ningún lado, pero que conforman nuestra cultura”, explica la antropóloga. 

“Lo que queremos es mostrar la diversidad de personas que habitan nuestro país y también algunos países vecinos como Bolivia y Perú. Es una suerte de invitación a no olvidarnos y a no perder esa costumbre que tuvimos durante mucho tiempo de reunirnos a conversar en torno a una mesa”, añade. 

¿Qué sentido tiene realizar estas conversaciones en un contexto como el que estamos viviendo?  

Este minuto de pandemia detonó esta idea. Estamos viviendo todo puertas adentro y lo público es la pantalla. Entonces, comenzamos a armar esto. Ha sido una experiencia bastante interesante y conmovedora, porque hemos recibido muchísimas gente, sobre todo gente de regiones que no necesariamente tiene acceso a algún tipo de conocimiento, de relato, narrativa. Se ha generado una suerte de espacio de participación y, pandemia y momento constituyente, son los telones de fondo. En septiembre tendremos una conversación que llamamos “La sobremesa huacha” donde va a caber más gente. Ahí vamos a debatir sobre la Ley del Patrimonio y vamos a hacer una conversación constituyente. Esperamos aportar a eso viendo, obviamente, cómo se dan las cosas. 

¿Cómo lee este momento en el que las sociedades están fuertemente tensionadas producto de la crisis sanitaria? 

Estamos viviendo un momento de crisis muy profunda. Octubre fue el detonante que se juntó con esta otra crisis pandémica. Pero, creo que esto tiene un aspecto positivo y uno negativo. En lo positivo, se desnuda todo, todas las falencias estructurales, los problemas de todo tipo, desde lo público a lo privado. En Chile tenemos una crisis específica que nos obliga a pensar y a conversar como sociedad. Por otra parte, está lo negativo en donde emergen todos los problemas de violencia. Hablamos de los temas de género, pero también de los temas étnicos, que nos están colocando, nuevamente, ante una herida histórica, ante algo que no hemos querido afrontar como sociedad. Por eso tenemos los resultados que tenemos. 

¿Qué interpretación le da a la situación que se ha vivido, recientemente, respecto del pueblo mapuche? 

Revela que tenemos demasiado trabajo por hacer ahí. Esa es una enorme deuda que se trató de paliar con el Nuevo Trato, en el período de Aylwin, y se generaron institucionalidades como la Conadi, pero no ha sido suficiente. Tampoco ha sido suficiente la sola entrega de tierras,  que derivan de esta comisión de Nuevo Trato. Pienso que deberíamos volver a acuñar esa palabra del nuevo trato y volver a resignificar todo lo que ocurrió en esa comisión para repensarnos a futuro, porque, obviamente, estamos en una situación bastante límite, pero, si lo miras en términos de la historia del vínculo del Estado chileno con el pueblo mapuche, estos conflictos no son algo extraordinario, pero hoy se agravan por toda esta ocupación forestal. Ahí hay una nueva forma colonial, capitalista y neoliberal que no ha logrado establecer un diálogo con el pueblo mapuche. Después, en el ámbito de lo político, también hay un gran camino. Si tenemos la posibilidad de tener nuestros cabildos y asambleas constituyentes, éste debería ser un gran tema a tocar.

En este contexto la muerte también surge como un elemento importante dentro de las sociedades. ¿Cómo ve este aspecto? 

Ese es otro aspecto bastante complejo, porque somos una sociedad que nos hemos acostumbrado a no hablar de la muerte. Nos hemos acostumbrado a no pensar en ella, porque todos nos dicen que tenemos que vivir más. También están todas esas tecnologías para alargar la vida. Hay como una suerte de deseo de inmortalidad y, creo que en ese sentido, esta pandemia también tiene este aspecto positivo en cuanto a decirnos que somo mortales, que la enfermedad es parte de nuestra vida como especie. Por supuesto nadie quiere estar enfermo, pero ese equilibrio, entre salud y enfermedad, es algo que tenemos que saber que forma parte de nuestra vida. Entonces, creo que estamos frente a un punto de inflexión y con todas las complejidades de no poder celebrar los duelos. Eso también va a generar heridas internas, porque los duelos deben vivirse, de una determinada manera cultural, ritual y eso no está ocurriendo. Lo que planteamos es que a nivel oficial, republicano, tampoco han estado presentes como banderas a media asta. Echamos mucho de menos eso. Cómo es posible que un país entero no tenga esa sensibilidad para darse cuenta que necesitamos de esto. Entonces, uno dice, en fin, parece que los gobernantes que tenemos están viviendo en otro mundo. 

En su opinión, ¿qué temas deberían estar sobre la mesa en un futuro debate constituyente? 

Un tema fundamental es la desigualdad de género, derivado de eso todo lo que tiene que ver con las minorías sexuales, con las disidencias. Creo que es algo que no puede no estar en esta discusión de este proceso constituyente. Por otro lado, sin duda, el tema de los pueblos originarios. Ese es el espacio que vamos a tener para producir ese debate. Sin duda que están los temas de este sistema económico que nos rige, que es el telón de fondo para muchas cosas, pero me parece que ahí hay dos grandes temas: desigualdades de género y étnicas que no pueden no estar presentes. 





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