Ad portas de este 25 de octubre, día calificado como inédito para la democracia nacional, los análisis sobre política y participación ciudadana son parte del día a día, la mirada histórica de su relevancia, también.
Desde esta última vertiente, el historiador Sergio Grez hizo una revisión de su importancia, destacándolo por sobre otros momentos constituyentes criollos: “Nuestro país ha vivido numerosos procesos constituyentes a partir de la Patria Vieja, pero nunca uno democrático ni participativo. En ese sentido, este proceso la primera oportunidad en que se realizara con estas caracteres”.
En esa descripción recalca el impulso original y la forma en la que se fue configurando, moldeando, a posteriori, por la clase política: “Este proceso constituyente que fue abierto desde abajo, con la rebelión que surgió en octubre pasado, sin embargo, los críticos al proceso tienen razón desconfiar de él en algunos puntos: el itinerario institucional, las normas, fueron sido fijadas de formas no democráticas, en el poder Legislativo, normando y acotando las posibilidades efectivas de transformaciones profundas”.
El historiador hizo así referencia a estos llamados de atención sobre el real alcance democratizan que tendría el momento proceso, por ejemplo, el quórum de 2/3 y la prohibición de tratar temas como los convenios y tratados internacionales, ambos señalados en la ley 21.200. “Una vez más, como ha ocurrido en la historia, las elites intentan expropiar la democracia a su único titular, que es la ciudadanía”.
Sin embargo, explicó que “con la irrupción de los movimientos sociales, de las fuerzas sociales, a pesar de la pandemia y las trabas que le siguieron, aun estamos en una situación política abierta, porque existen posibilidades de que en la Convención Constituyente, pasando por encima de las normas establecidas, abra el juego aun mas. Gracias a las movilizaciones, a la participación ciudadana, los delegados constituyentes progresistas pueden recurrir a una estrategia adecuada para poder sobrepasar las limitantes democráticas que se nos han impuestos, para que sea la ciudadania que diriman los puntos donde no se alcance el quórum: estos son los plebiscitos intermedios, ciudadanos, donde la población definiría por sufragio absoluto todos aquellos puntos o aspectos donde no se alcance ese elevado quórum impuesto”.
En lo que respecta a la historia de los procesos constituyentes en el país, Grez se refirió a aquellas ocurridas en el 1800, cuando solo varones de la aristocracia, sin un contexto electoral reinante, fueron los encargados de participar de ellos: “República Conservadora, autoritario, centralista, dictatorial, una suerte de dictadura legal. Si bien se liberalizó hacia la década del 70 no alcanzó a ser un régimen democrático, porque esta se empezó a construir lentamente en las primeras décadas del siglo xx”.
Sobre la Constitución del 25, reconoció su carácter más participativo, pero no democrático, porque el cuerpo electoral seguía siendo restringido, masculino, sin voto de analfabetos, sin voto de jóvenes, sin asamblea constituyente, pese a que había sido promesa del presidente Alessandri Palma. Lo que es peor, recordó, “el jefe de Estadio designó dos comisiones constituyentes, donde funcionó solo la que él presidio y, a ante la reticencia de los propios constituyentes del jefe de Estado, este invitó al número 1 del Ejército a una sesión en la cual las armas golpearon la mesa, lo que se entendió como amenaza de tercer golpe de Estado. De esta manera, rápidamente se desbloqueo la situación y se convocó a un plebiscito donde la ciudadanía fue llamada a pronunciarse y elegir entre tres cédulas de votos: rojo, azul y blanca.
El proyecto fue aprobado en 1925 por minoría electoral donde 135 mil personas votaron, que aprobaron por el proyecto: a penas fue aprobado por algo más del 42 por ciento del padrón electoral”, registro que ya era un porcentaje muy mínimo sobre la población total del país.
“La tercera constitución fue la del dictador. No había libertades políticas, con clima de terrorismo de Estado, sin registros electorales porque habían sido quemados. En medio de este clima con fuertes restricciones a los derechos de opinión, de prensa, de opinión, se aprobó este plebiscito fraudulento, porque en 9 provincias se contaron más votos que votantes”, agregó recordando lo sucedido para 1980.
De ese modo reconoció que “Chile no tiene una buena tradición constitucional, por ende, el proceso que estamos viviendo, abierto desde abajo, pero con serias tentativas de ser secuestrado por poderes fácticos, es un momento inédito en nuestra historia”.