“Para muchos, la Cultura es un gasto más que una necesidad o un derecho humano”, comenzó diciendo Alejandra Araya, directora del Archivo Central Andrés Bello, quien el jueves recién pasado moderó la conversación en el panel “Derechos culturales y Nueva Constitución para Chile”, donde de entrada aludió a la polémica que generó a inicios de noviembre los dichos de Consuelo Valdés, Ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio sobre el presupuesto de la cartera para el 2021. “Un peso que se coloque en Cultura es porque se deja de colocar en otro programa o necesidad de los ciudadanos”, afirmó la secretaria de estado en una entrevista con CNN Chile, lo que la puso en el ojo del huracán, ganando el rechazo generalizado de todo el sector cultural a través de redes sociales.
La gestión de Valdés ha sido duramente criticada este año, siendo tachada de tardío y débil el apoyo entregado a los artistas y gestores culturales durante la pandemia, que obligó a cerrar los espacios culturales y que los dejó a la deriva. Sin embargo, en las últimas semanas la intención ha ido hacia aterrizar la discusión hacia la reflexión sobre el lugar que debiera tener la Cultura dentro la nueva Carta Magna y cómo poder garantizar tanto el ejercicio como el acceso a la cultura a todas las personas por igual.
¿Podemos entender los derechos culturales como derechos humanos?, ¿cuál es la relación entre democracia y derechos culturales?, ¿será realmente palpable un antes y después de la Cultura si ésta es incorporada a la Carta Magna? Esas fueron algunas de las preguntas que fueron planteadas por Alejandra Araya y que dinamizaron la conversación del panel conformado por la Ministra de Cultura de Ecuador, Angélica Arias , la senadora por Atacama Yasna Provoste Campillay; el director de LOM Ediciones y miembro del Observatorio del Libro y la Lectura de la U. de Chile, Paulo Slachevsky; el poeta y Premio Nacional de Literatura 2020, Elicura Chihuailaf.
El debate fue introducido por el rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi y la directora de Extensión y Comunicaciones, Svenska Arensburg. Además, durante la instancia, estuvo presente el embajador de Ecuador, Homero Arellano; y la vicerrectora de Extensión y Comunicaciones, Faride Zeran.
“Creo que el derecho a la educación y a la cultura van entrelazados y deben existir los mecanismos que los garanticen sino son letra muerta. Si la niña Lucila Godoy y el niño Neftalí Reyes no hubiesen tenido una educación pública que los llevara hasta la Universidad de Chile, no tendríamos hoy una Gabriela Mistral ni un Pablo Neruda, que son nuestros dos grandes premios Nobel”, apuntó el rector.
Derechos culturales y humanos
Angélica Arias, la ministra de Cultura ecuatoriana, invitada de honor al encuentro, fue quien dispuso el marco de discusión al relatar la experiencia que tuvo su país incorporando el tema cultural en una Nueva Constitución en 2008. “Es importante indicar que los derechos culturales son considerados derechos humanos, según el artículo 27 de la Declaración Universal de DDHH, por lo que cuando incluimos los derechos culturales dentro de nuestra nueva carta magna, implicó que se trataran como derechos constitucionales, estableciendo en ellos obligatoriedad suprema de respetarlos y ejercerlos”, señaló.
Sin embargo también aclaró las dificultades de llevarlo a la práctica. “El reconocimiento de la cultura como un valor esencial es un primer paso, pero no el definitivo. El desarrollo normativo de la legislación secundaria es vital para que esos derechos puedan ser aplicados y protegidos, al igual que activar mecanismos de participación popular donde los ciudadanos fiscalicen. Sin embargo, a veces, ni la institución pública ni la ciudadanía está preparada para esos niveles de participación. Es un proceso que no acaba”, señaló la ministra de Ecuador.
En esa línea, la Senadora por Atacama, Yasna Provoste, comentó las dificultades que han tenido en la Cámara Alta para defender la participación ciudadana dentro de la convención constitucional, así como intentar frenar los recortes que el ejecutivo ha querido emprender contra el presupuesto de las carteras de Cultura y Educación. Pero, sobre todo, enfatizó en la necesidad de ampliar la participación a la diversidad de Culturas que integran el territorio.
“Fue muy premonitorio la pelea que dimos por el nombre del ministerio, para que fuese de “las Culturas y las Artes”, y nos quedaríamos cortos si hoy no logramos integrar efectivamente esa diversidad y la autodeterminación de los pueblos. Por eso también queremos asegurar los escaños reservados para los pueblos indígenas en la convención constitucional. Vamos a tener una Nueva Constitución, la primera en el mundo, redactada en paridad de género y en diversidad de culturas”, afirmó.
En tanto, Paulo Slachevsky, director y cofundador de LOM Ediciones, destacó como el mundo cultural siempre ha estado presente en todas las grandes crisis sociales y políticas, “lo estuvo en dictadura con un movimiento de contracultura y ahora en el estallido vimos como las calles se llenaron de gráficas y rayados y los músicos salieron a las calles a tocar. El arte también ha sido esencial en la pandemia también. Sin embargo, cuando vamos al tema institucional, la cultura siempre queda fuera, lo ponen en el extremo de la mesa como el pariente pobre de los ministerios”, señaló.
La visión del integrante del Observatorio del Libro y la Lectura, fue compartida por la senadora Provoste, quien señaló que “durante 40 años nos dijeron que competir era la forma de acceder a la Cultura, y para los artistas a través de fondos concursables. Hay que acabar con la lógica neoliberal que ha hecho que los artistas compitan por los recursos”, afirmó y destacó que al menos en los últimos días en la Cámara Alta se logró revertir reducciones presupuestarias importantes que se harían a los sitios de memoria y también en Educación Superior.
“Nunca voy a entender por qué no logramos consolidarnos como una sola región si compartimos tantos anhelos e inquietudes”, reflexionó la ministra de Cultura de Ecuador, Angélica Arias, y en ese mismo sentido advirtió que en su país el sector del arte también vive en precariedad laboral y que comenzada la pandemia establecieron bonos gubernamentales para ir en ayuda de ellos. “Hubo una mayoría preocupante que reclamó de que se gastaran recursos en una actividad inútil, que no produce, que no aporta, y muchas de esos voces eran del mismo sector cultural. Sin embargo, lo que sin duda nos ayudó a salir de la oscuridad de la pandemia fue el arte y la cultura”, recalcó.
“Hay que avanzar hacia un salario básico universal para todas, todos y todes”, planteó Paulo Slachevsky. “Y en ese avanzar se debe revalorar la cultural como parte de ese piso mínimo. En Chile siempre celebramos a Gabriela Mistral y a Pablo Neruda pero al mismo tiempo no celebramos ni apoyamos a los nuevos escritores y poetas, a quienes se les excluye de las bibliotecas y de los apoyos del Estado. Mientras no cambiemos el “chip” y pongamos la cultura y la educación en el centro, difícilmente vamos a tener un país donde la dignidad sea una realidad”.
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