En 130 países del mundo aún no se ha inoculado una sola dosis contra el coronavirus. Ese dato podría cambiar a partir de ahora. La vacuna de AstraZeneca representa la inmensa mayoría de los 337 millones de dosis de vacunas que se propone distribuir durante el primer semestre del año el dispositivo Covax, destinado a los países menos desarrollados y que patrocina la ONU.
Las dosis que lleguen a esos países proceden de Corea del Sur y de India; la homologación de la OMS concierne a esas dos versiones. La vacuna de AstraZeneca ya está siendo utilizada a gran escala en el mundo, en particular en Gran Bretaña.
Sin embargo, esta vacuna, desarrollada conjuntamente por dicho laboratorio y la universidad de Oxford, ha venido planteando algunos problemas: hay dudas sobre su eficacia en los mayores de 65 años y frente a una variante, detectada inicialmente en África del Sur y actualmente presente en varios países.
Además, AstraZeneca topa con muchas dificultades para atender a la demanda, lo que estos días atrás motivó el descontento de los responsables sanitarios europeos cuando el laboratorio anunció que entregará menos dosis de las prometidas.
Por el contrario, su enorme ventaja es que no exige condiciones de almacenamiento draconianas, como es el caso de la vacuna de Pfizer, más eficaz contra el Covid-19 pero de distribución más complicada. Astrazeneca no necesita cadenas de ultrafrío, lo que es esencial para la inmensa mayoría de países beneficiarios de Covax, que no disponen de esas infraestructuras.
Otra gran ventaja, esta vacuna es más barata que la de Pfizer o Moderna, con un precio que ronda los 3 dólares.