La progresión del hambre se explica por las últimas evaluaciones, que revelan que otros tres millones de personas sufren hambre en Afganistán.
Hace algunos días, imágenes de padres vendiendo o casando a sus hijos de corta edad, fueron difundidas por las televisiones occidentales. Otras familias, según responsables del Programa Mundial de Alimentos, se ven obligadas a alimentarlos con insectos, hojas silvestres o cactus.
Emmanuelle Moncada, Oficial de Emergencias y Resiliencia de la FAO explica a RFI desde Kabul.
“El análisis que hicimos en el mes de septiembre nos da una imagen del país en una situación alimentaria catastróficos estamos hablando hoy día de casi 19 millones de personas en situación alimentaria en fase tres o cuatro que le dice que está en crisis de aguda y alimento y medio de subsistencia o de emergencia humanitaria esa es la situación y la proyección en los meses desde diciembre hasta marzo no dan una proyección de casi 23 millones de personas en la fase 3 en la fase 4 qué quiere decir que más de una persona entre 2 en Afganistán está en situación de inseguridad alimentaria aguda”
Emmanuelle Moncada agrega: “Proporcionar comida es muy importante, pero también proporcionar medios de vida como semillas o fertilizantes, con menos de 160 dólares se ayuda a una familia a producir comida para todo un año”.
En Afganistán, las sequías combinadas al colapso económico, han llevado a las familias al límite mientras que en Siria unos 12,4 millones de personas no saben cuándo volverán a tener un plato de comida.
Un aumento que también se observa en Etiopía, Haití, Somalia, Angola, Kenia y Burundi, según la agencia de la ONU basada en Roma.
El Programa mundial de Alimentos estima que el coste para evitar la hambruna en todo el mundo, asciende ahora a 7.000 millones, respecto a los 6.600 millones de dólares a comienzos de año. En momentos en que las fuentes tradicionales de financiación están saturadas.
(RFI-AFP/Yasuyoshi Chiba)