“Buque Lebu”: la siniestra historia de la cárcel flotante es revivida con un libro y una exposición

Ambas iniciativas serán presentadas el próximo 11 de diciembre en el Parque Cultural de Valparaíso. La muestra contempla una maqueta que reproduce las condiciones del barco.

Ambas iniciativas serán presentadas el próximo 11 de diciembre en el Parque Cultural de Valparaíso. La muestra contempla una maqueta que reproduce las condiciones del barco.

En más de una oportunidad, Antonio Oyarzo Marchant regresó a la historia del “Buque Lebu”, aquella nave de la Compañía Sudamericana de Vapores que, durante dictadura, se transformó en un centro de detención y tortura. Él nunca estuvo recluido en este lugar, sin embargo, algo había en ese suceso que lo inquietaba. 

De ese modo, durante los días de confinamiento, Oyarzo decidió iniciar un proyecto con el objetivo de rescatar aquella siniestra historia. Primero compartió la idea con un grupo pequeño de amigos, pero, rápidamente, se tejieron redes y se sumaron nuevas manos a ese equipo inicial. Así, ex presos y presas del barco, artistas y familiares terminaron por conformar este grupo que, sin financiamiento externo, se lanzó a trabajar en esta ambiciosa iniciativa de memoria.   

¿Cuál fue el resultado de ese esfuerzo colectivo? Una exposición que, por medio de arpilleras e imágenes, entre otras materialidades, reconstruye la historia de detención y tortura que se dio en el barco. Esta muestra también comprende un objeto en particular: una maqueta que reproduce las condiciones de la nave con el propósito de revelar la experiencia que debieron enfrentar las y los detenidos al interior del buque. 

Para Antonio Oyarzo es importante volver a contar esta historia por distintos factores. Lo primero es el desconocimiento existente respecto de los sucesos que se dieron en el “Buque Lebu”. Según dijo, siempre está presente el fantasma de “sangrienta Esmeralda”, pero suelen ser ignorados los hechos que se vivieron en esta otra embarcación. En segundo término está la necesidad de acercar esta memoria a las nuevas generaciones, sobre todo, porque, según precisó, durante los años posteriores a la dictadura existió un “silencio total” frente a estos crímenes. 

Lebu. Foto de la época

“En este lugar hubo cosas muy interesantes, dentro de los dolores físicos, emocionales, gente que intentó suicidarse y todo lo demás. Hubo situaciones horrorosas, pero también se dieron momentos diferentes. Ahí surgió un circo, artistas que partieron desde ahí, hubo anécdotas de radioteatro”, dijo Antonio Oyarzo. 

“Allí hubo gente inocente. Llegaron padres, madres e hijos. Fue una situación bastante siniestra (…). El Lebu había sido incendiado. Estaba con una falla en las calderas, inutilizable y fue arrastrado desde el Puerto de Ventanas, Quintero, hasta el molo con el exclusivo propósito de ser utilizado como cárcel flotante”, explicó el gestor de este proyecto, indicando que por el lugar pasaron más de mil personas, entre ellos, estudiantes, médicos y religiosos.  

La realización de este proyecto no fue fácil y, durante su desarrollo, los gestores debieron enfrentar más de un desafío. Golpearon puertas de arquitectos, fotografiaron el barco y solicitaron información del astillero en Francia. Pero, paulatinamente, las alternativas se fueron cerrando. Esto, hasta que contactaron al artista Mario “Puelche” Zamora, quien jugó un rol clave en el proceso de elaboración de la maqueta. 

“Finalmente, decidimos intervenir este barco, porque si cerramos completamente el casco no iban a poder apreciar qué pasaba al interior y nos interesaba mostrar las bodegas. Entonces, generamos unas figuras de cerámica, porque hacerlas talladas nos costaba millones de pesos que no tenemos”, explicó Oyarzo. 

“Por lo tanto, en dos bodegas se colocaron prisioneros: algunas personas de negro, que son los curas, algunas de blanco que son 4- 5 médicos, hay marinos con sus ametralladoras y en los camarotes intervenimos los dos lados del barco, de tal modo de mostrar a un lado prisioneros y en el otro lado prisioneras, pero una de ellas embarazada. Esa es una característica bien especial que nos interesa destacar”, añadió. 

Lebu. Prisioneros

Este proyecto también contempla la presentación de un libro: se trata de El Siniestro Barco Lebu, publicación que documenta el desarrollo de esta iniciativa, profundizando, específicamente, en la historia del “Buque Lebu”. Fotografías y testimonios son parte de este relato.

Gilberto Hernández, editor del libro y ex prisionero del barco, sostuvo que esta es una historia que, en lo personal, dejó una huella imborrable y comentó que la experiencia estuvo marcada por la incertidumbre de los días: “Fue una etapa en la que me consideraba un desaparecido más, porque me sacaron de mi casa y me llevaron al Cuartel Silva Palma. Después del interrogatorio me llevaron a ese barco, donde pasé cerca de una semana. Ese es un recuerdo bastante doloroso”, dijo. 

“Ninguno estaba preparado para lo que estaba sucediendo. Ninguno sabía lo que iba a pasar, aunque yo caí preso el 9 de octubre cuando ya había pasado casi un mes del Golpe Militar. Estábamos a merced de lo que los infantes de marina iban a hacer con nosotros”, rememoró. 

Gilberto Hernández también indicó que este barco operó, exclusivamente, como una cárcel clandestina, a diferencia de otras embarcaciones que funcionaron como medios de transporte. Según rememoró, a las mujeres las mantenían en los camarotes, mientras que los hombres tenían que permanecer en las bodegas: sólo podían subir a cubierta para comer y ojalá durante la noche para que nadie pudiera ver lo que allí ocurría. 

“El Buque Lebu era un buque mercante que servía para trasladar todo tipo de alimentos como trigo u otras cosas y en la cual nosotros teníamos que vivir en las bodegas. Lo único que nos dieron eran unos colchones para poder dormir de la bodega”, comentó. 

AFICHE

La presentación de este proyecto que incluye la exposición y el libro sobre el “Buque Lebu” se realizará el próximo 11 de diciembre a las 16:00 horas en el Parque Cultural de Valparaíso. En dicha ocasión participará Raúl Guerra, el grupo Likanantay y el Ensamble Memoria. 

Durante 2022, el proyecto llegará al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Santiago. Los gestores de estas iniciativas no descartan poder llegar a otros sitios de memoria y/o universidades. La idea es poder seguir difundiendo esta historia entre las nuevas generaciones. 





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