El sofocante calor fue registrado el 20 de junio de 2020, en la localidad rusa de Verkhoyansk, convirtiéndose en la más alta temperatura jamás alcanzada más allá del círculo polar ártico, indica el organismo. Esta es la primera vez que se incluye un récord de calor en el Ártico en informes sobre condiciones meteorológicas extremas, y se produce en un momento en que una ola sin precedentes de máximos de temperatura se evidencia en todo el mundo, publica la agencia de la ONU.
Se trata de una nueva constatación acerca de los dramáticos cambios en esa región del globo. Pese a que todo el planeta se está calentando, asevera el informe, en algunas áreas el proceso es más rápido que en otras y en el Ártico el ritmo de este cambio es dos veces mayor al promedio mundial.
La ONU confirma el fenómeno que estamos experimentando y enciende las alarmas sobre la verdadera intensidad del calentamiento global. Muestra de ello son también los incendios forestales provocados por el calor extremo en la tundra norte de Rusia, donde 2020 fue uno de los tres años más cálidos desde que se tienen registros. “El calor inusual vivido en Siberia habría sido imposible sin los efectos del cambio climático” detalla el estudio. Fenómenos meteorológicos extremos en la atmósfera superior desatados por el cambio climático necesitan de una acción concreta y conjunta para detenerlos, agrega.
Según los investigadores de la NASA, una posible explicación sería la presencia de efectos eléctricos y magnéticos en la ionósfera, la capa superior de la atmósfera, que está ionizada por el Sol. Eso significa que esa capa contiene partículas cargadas eléctricamente, lo que podría incidir en soportar el aire más denso a grandes alturas o también causar un calentamiento que genere vientos verticales para mantener la “bolsa” de aire denso sobre el cenit polar.
Es por ello que el pasado 1° de diciembre, un cohete Oriole IV fue lanzado al espacio desde la base noruega de Andøya para liberar, a varios cientos de km de altitud, el ingenio bautizado como NASA CREX-2 (Cusp Region Experiment-2). Su objetivo es estudiar los extraños fenómenos que suceden en la atmósfera sobre el Polo Norte de la Tierra.
Allí, en efecto, cuando el sol está en su punto más alto, se abre una brecha en forma de embudo en el campo magnético terrestre, el escudo natural que nos protege de las partículas cargadas de origen solar y de los nocivos rayos cósmicos que nos bombardean continuamente desde el espacio. Y, a través de esa brecha, llamada ‘cúspide polar’ -un fenómeno que también se produce en el Polo Sur- la radiación penetra, en línea recta, hasta la atmósfera.
Pero además, las señales de radio y GPS se comportan de manera extraña cuando viajan a través de esa parte del cielo. Y como si aquello no fuera ya suficientemente sorprendente, en los últimos 20 años los científicos y los operadores de naves espaciales han venido notando algo todavía más inusual: cuando las naves espaciales pasan por esta región, su velocidad disminuye. La investigación científica corroboró que, efectivamente, en la cúspide polar el aire es notablemente más denso que el aire que estas naves encuentran en otras rutas al orbitar la Tierra, pero aún no se ha encontrado una explicación plausible de por qué se produce esta anomalía.
Y aunque tampoco hay evidencias científicas claras que relacionen el cambio climático con el desarrollo, por ejemplo, de la serie de feroces tornados que hace pocos días afectaron a varias regiones de Estados Unidos, sí se observa un desplazamiento geográfico de éstos y un aumento inusual de temperatura en estaciones frías, lo que coincide con el calentamiento global. Un fenómeno indiscutible que provoca que el clima se esté manifestando de un modo más variable, extremo e impredecible, incluyendo desastrosas inundaciones, deslizamientos de tierra o grandes nevadas, algo que probablemente seguirá ocurriendo con mayor frecuencia en el futuro.