Luego del doble homicidio ocurrido la madrugada del domingo en la comuna de Quinta Normal, donde una fiesta terminó con la muerte de dos personas, la subsecretaria de Prevención del Delito, María José Gómez, reveló que, según información recopilada por Carabineros y la Policía de Investigaciones, actualmente en el país se están registrando 2,5 homicidios diarios.
En ese sentido y en entrevista con El Mercurio, Gómez aseguró que “lo que vemos es que acá hay dos fenómenos muy claros: el uso de armas de fuego, donde más de un 53 por ciento de los homicidios ocurre por arma de fuego, y otro fenómeno que vemos es el de los ajustes de cuenta”, y añadió que “si en 2016 un 11 por ciento (de los homicidios) era atribuible a este tipo, hoy esa cifra llega a cerca de un 30 por ciento. Allí hay un trabajo focalizado que estamos desarrollando con las policías”. Además, la subsecretaria reconoció que, antes de la implementación de la nueva Ley de Control de Armas, “estamos prohibiendo la importación de armas de fogueo, las más utilizadas por los delincuentes, que muchas veces las utilizan como símbolo de estatus, como las Glock, principalmente los jóvenes”.
Es en ese contexto y en conversación con nuestro medio, que el director del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, Hugo Frühling, aseguró que en los dichos de Gómez hay una situación importante, que es el aumento de homicidios con uso de armas de fuego, el delito más gravoso del Código Procesal Penal, y también se vinculan a otros tipos de hechos que se relacionan, incluso, con otro tipo de ilícito como el narcotráfico. “El uso de este tipo de armas de fuego, por sus características letales, da ocasión o crea circunstancias para un incremento potencial de los daños que produce su uso en relación a otro tipo de armas contundentes o blancas”, explica Frühling, y agrega que, a su juicio, las afirmaciones de la subsecretaria Gómez también “se refieren al incremento de los eventos que son causados por venganza o situaciones de ese tipo, y los ajustes de cuentas”.
Además, el investigador de los fenómenos asociados a la delincuencia y a la seguridad ciudadana, señaló que el aumento de los homicidios en el país se deben, principalmente, al bajo número de estos crímenes que Chile tenía en relación a otros países de la región y la falta de sistematización de los datos que permitiera estudiar el incremento de estos hechos. “En el caso de los homicidios, dado que nosotros teníamos una tasa de homicidios bastante baja, cercana a 4 por 100 mil habitantes, en relación al resto de América Latina, no hubo un esfuerzo muy focalizado en mejorar la validación de la información que nos permitiera comparar la evolución de los homicidios. Lo que sí ha ocurrido con otro tipo de delitos por la vía de las encuestas de victimización que se realizan de manera regular”, recalcó Frühling.
Hugo Frühling
En similar línea, la investigadora del Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana (CESC) del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, Alejandra Mohor, aseguró que el aumento de los homicidios marcó su punto de inflexión y generó preocupación, particularmente, el año 2020 cuando se inclinó por sobre el 20 por ciento al alza en circunstancias que, en contexto de pandemia, otras ciudades y países de la región estaban viendo bajas o tendencias estables en general del delito de homicidio.
“En nuestro país ya ocurre ahí una situación en el año 2020 que es anómala, si uno lo piensa respecto de la mirada retrospectiva del país y un análisis de la línea de tiempo de comportamiento de los homicidios, es un alza muy abrupta y, además, es anómala si se analiza desde el punto de vista de qué es lo que pasó en otros países de la región durante el mismo periodo de tiempo con cuarentenas estrictas, por ejemplo”, explica Mohor, y agrega que “sorprende el alza desde el año 2020 que el 2021 se moderó, pero lo cierto es que ya nos ponía por sobre los niveles que traíamos históricamente bajos”.
En ese contexto, la investigadora del CESC señala que, en este escenario de incremento de los homicidios, la mayor preocupación está asociada al incremento del uso de armas de fuego como medio para cometer estos actos, incluso en un país que usualmente no estaba acostumbrado al uso de este tipo de armas en delitos violentos, a pesar de las primeras advertencias por parte de instituciones del Estado que datan desde el año 2011.
“En general y en todo este periodo, Chile es uno de los países de la región que tiene menos prevalencia del uso de armas de fuego. Estaba en torno al 35 por ciento y se empina sobre el 40%. Esto ya venía siendo alertado por el Servicio Médico Legal Metropolitano a partir de un informe del año 2011. Entonces, estamos a 10 años de la primera alerta sobre la cual no fuimos capaces, como país y desde la política pública, de hacernos cargo de manera responsable”, subraya Mohor en conversación con Diario y Radio Universidad de Chile, y sostiene que “las campañas de ‘Entrega tu Arma’ son relevantes y logran recuperar armas que están circulando, pero es marginal en relación al tipo de intervención que se requiere cuando estamos advirtiendo un cambio profundo en los patrones asociados a un delito tan gravoso como es el caso de un homicidio”.
Y respecto a la afirmación sobre a qué se asocian estos homicidios, en particularmente a los denominados ajustes de cuentas, Alejandra Mohor asegura que “me parece un poco prematuro que pongamos el centro de la discusión ahí toda vez que las policías toman constancia de los hechos pero, finalmente, son los tribunales los que llegan a resolver qué es lo que ocurre y quiénes son los involucrados y en qué circunstancia”, y acota que “no es esa la fuente de información adecuada para poder analizar de manera más fina y más detallada los patrones asociados a los homicidios, cuáles son los móviles o las causas que llevan a ellos”.
No obstante lo anterior, la investigadora también expresa su preocupación por esta situación, y señala que “el control de armas y la nueva ley puede constituirse más bien en un aporte, sin embargo, es del todo insuficiente”. Además, enfatiza en la necesidad de cambios estructurales para controlar esta situación, y declara que “nosotros sabemos que la norma no transforma la realidad, y se requiere de intervenciones de mayor calibre y mayor conocimiento sobre el fenómeno”.
Alejandra Mohor
Rol de la futura Administración
Al ser consultado sobre cómo esta situación se podría entender desde la nueva administración encabezada por el Presidente electo Gabriel Boric, el académico Hugo Frühling es enfático en señalar la necesidad de aclarar las especulaciones en relación a este tipo de delitos con información precisa y sostiene que “ésa es una tarea para el próximo Gobierno. Es importante aclarar toda aquella información que puede ser vaga, poco clara o nebulosa, por cuanto puede dar lugar a todo tipo de especulaciones respecto al impacto que tiene la inmigración o respecto del agravamiento de las condiciones en ciertos barrios”.
Además, Frühling agrega que en la determinación para evaluar si existe o no un homicidio intervienen varios actores, como la Fiscalía, los Tribunales de Justicia, las policías e, incluso, el Instituto Médico Legal. En ese sentido, destaca la importancia de un monitoreo de estos hechos y la utilización de datos fidedignos que se relacionen con esta situación.
“Yo diría que lo primero que debiera hacer el próximo Gobierno para saber de qué estamos hablando es establecer un sistema, como una especie de observatorio de homicidios, que pudiera hacer un seguimiento y estableciera un protocolo sobre de qué estamos hablando, si efectivamente hay aumentos y crecimientos (de estos hechos)”, puntualiza Frühling, y señala como primer punto de partida que “en esto hay que utilizar cifras oficiales y claras, porque la subsecretaria María José Gómez se refiere a que habría recibido información de las policías, pero la información de las policías proviene de los casos en que las policías intervienen y toda esa información tiene que ser cruzada y evaluada adecuadamente”. Y, como segundo punto, el investigador indica que los homicidios o incidentes relacionados con aparentes ajustes de cuentas están ocurriendo en ciertas circunstancias y lugares que no eran comunes en el pasado, “incluso en lugares públicos o balas locas que estarían afectando a menores absolutamente inocentes”.
En la misma línea, Alejandra Mohor asegura que la próxima administración “tiene algunas particularidades que tienen que ver con la postura desde dónde se observan los problemas y cómo se analizan y, en este sentido, la mirada integral y transversal es sumamente importante”, y destaca que “otro elemento relevante es el componente altamente técnico, porque para poder delimitar una política pública que actúe de manera eficiente en el corto, mediano y largo plazo, en controlar las tasas de homicidios y, particularmente, hacerse cargo del problema de las armas de fuego se requiere menos fanfarria y más conocimiento específico aplicado”.
Además, Mohor explica que en América Latina existen muchas experiencias de estrategias de reducción de homicidios, algunas de las cuales han sido muy exitosas y otras muy fracasadas. Y en ese caso, lo que corresponde como sociedad, a su juicio, “es aprender y mirar qué es lo que se ha venido trabajando, por ejemplo, a propósito del acuerdo de Bogotá sobre el registro de los homicidios”, y recuerda el trabajo del Laboratorio de la Universidad de Río de Janeiro sobre la sistematización de intervenciones para reducir los niveles de homicidio.
“Creo que las capacidades técnicas van a estar instaladas en la nueva Administración con una adecuada aproximación al fenómeno y la capacidad de actuar focalizada y diferenciadamente. Es decir, aquí no nos basta con una ley general de armas o con un esfuerzo general por reducir determinados hechos, sino que nos interesa identificar dónde está la raíz del problema, que es lo que efectivamente, y con datos completos, dónde están focalizándose, concentrándose, qué características podemos encontrar allí”, sostiene Mohor, mientras que Frühling asegura que “todo eso debiera llevar a que el futuro Gobierno se focalice en el tema del ingreso, porte y uso de armas de fuego”.
“A mi juicio, no es lo mismo ni suficiente que se realice un programa tendiente a controlar los focos de microtráfico en barrios vulnerables ya que, si bien las bandas que venden droga pueden utilizar armas, la utilización, el contrabando, el uso y arriendo de armas va bastante más allá que el descubrimiento de bandas que se dedican al narcotráfico (…) en consecuencia, yo diría que ese debería ser un foco de política relevante y para eso se requiere de información, y apretar los clavos de todos aquellos puntos de entrada que significan una multiplicación de las armas de fuego y de su uso”, precisa Frühling.