Matías Bize: “Por más que parezca que estamos volviendo a la rutina, claramente no somos los mismos”

Luego de su estreno en el Festival de Cine de Málaga, el director nacional presenta en Chile su más reciente trabajo: Mensajes privados, una obra que surgió durante los primeros días de la pandemia y que, por medio de un formato coral, explora temas como el abuso infantil, la ausencia del padre, el ser mujer y la violencia intrafamiliar, entre otros.

Luego de su estreno en el Festival de Cine de Málaga, el director nacional presenta en Chile su más reciente trabajo: Mensajes privados, una obra que surgió durante los primeros días de la pandemia y que, por medio de un formato coral, explora temas como el abuso infantil, la ausencia del padre, el ser mujer y la violencia intrafamiliar, entre otros.

El día uno de la pandemia, el director nacional Matías Bize decidió iniciar una nueva película. La incertidumbre era mucha como para sentarse a esperar el descenso de los contagios. No podía permitirse eso. Tampoco quería quedarse de manos cruzadas, más aún, porque ya había suspendido uno de sus proyectos en México producto del brote de coronavirus.

Fue así como el cineasta comenzó a buscar aquellos escritos e historias que, en más de una oportunidad, había considerado para desarrollar una película y revisó guiones, llamó a actores y actrices de distintos países, hasta que se lanzó con aquel proyecto que surgía como un salvavidas frente a los días de confinamiento estricto y muertes al alza. 

“Para mí fue de mucha ayuda”, comenta el realizador. “No sabía cuánto iba a durar el encierro, cómo iba a ser, qué era lo que estábamos viviendo”, añade respecto de aquel impulso que decantó en la producción de Mensajes privados, película que acaba de ser estrenada en el Festival de Cine de Málaga y que llegará a los cines nacionales el próximo 26 de mayo.  

Con un elenco conformado por Blanca Lewin, Nicolás Poblete, Antonia Zegers, Néstor Cantillana, Vicenta Ndongo, Alex Brendemühl y Verónica Intile, la cinta surge como un relato coral que utiliza el formato Zoom para narrar historias durísimas de vida sobre el abuso infantil, la ausencia del padre, el ser mujer, la salud mental y la violencia intrafamiliar, entre otros. 

Los relatos son desgarradores e interpelan, directamente, al espectador, quien no puede eludir la mirada de los actores y actrices que participan en el proyecto desde la intimidad de sus hogares cumpliendo también el rol de directores. (Me llamo) Sebastián, por su parte, también se suma a este “filme/confesionario” a través de la musicalización de la obra. 

Cuando inició la pandemia, en el mundo de las artes existía cierta resistencia a experimentar con las plataformas digitales, pero en tu caso esa adaptación fue bastante espontánea. ¿Qué te llevó a iniciar este proyecto tan rápidamente? 

Me di cuenta de que quería hacer algo para dar vuelta la situación, primero a nivel personal, para no estar viendo los conteos de los casos. Pero quizás, más importante que eso, era aprovechar este sentimiento de urgencia que teníamos y volviendo a las cosas importantes, a la familia, a los afectos. Tuve muchas ganas de crear. Así surgió la idea de hacer una película. También sabía que no quería hacer una película sobre la pandemia y contacté a amigos, actores cercanos, y les hice una invitación muy abierta a preguntarnos de qué queríamos hablar. A algunos les propuse los temas; a otros, les di total libertad. Entonces, la película la fuimos armando entre los actores que estaban en Chile, España, Argentina y yo que estaba en México. 

¿Qué te pasó con el hecho de no poder controlar ciertas cosas como la luz o los sonidos que, en esta ocasión, quedaron supeditados a la dirección de los propios actores y actrices? 

Eso fue súper bonito. Cuando uno dirige, tiene que tener dos características. Por un lado, tienes que ser muy obsesivo y directo, o buscar un resultado muy obsesivamente. Pero, al mismo tiempo, hay que estar muy abierto a accidentes o cosas nuevas que puedan surgir. En ese sentido, en esta película había cosas que estaban controladas como la locación. También hacíamos alguna prueba de vestuario y veíamos el plano con ellos. Pero luego, ellos estaban solos. Entonces, eso le daba algo vertiginoso y desafiante a la película. ¿Cómo íbamos a armar esta película? ¿Cuál iba a ser el resultado? Esta fue una invitación totalmente abierta a que descubriéramos la película juntos. Eso fue lo que pasó. 

Esta película también tiene algo del género documental. Entonces, ¿cómo defines este proyecto?

Totalmente, creo que es una película que dialoga muchísimo con el documental. O sea, todas las historias son reales, algunas son interpretadas por los actores y otras son las propias vivencias de los actores y la defino como relatos muy personales, lanzados desde un espacio privado como la cocina, el dormitorio, el living, a la pantalla o la sala de cine. O sea, la película tiene esto de iniciar de una manera muy personal, muy privada, muy íntima.

Durante la película, es muy difícil eludir la mirada de las actrices y actores, la carga emocional de las historias. ¿Cómo fue el trabajo de esa puesta en escena?

Eso era algo que queríamos hacer. Ellos grabaron solos el material con sus propios teléfonos, hablándole a la cámara en un espacio súper íntimo y personal. Eso los hace abrirse, entrar en un relato muy privado y por eso yo no participaba del rodaje. Yo sólo les daba las indicaciones de forma previa. Luego, ellos me mandaban el material y yo lo revisaba y lo hablaba con el montajista. Fue algo súper íntimo, privado. Te están mirando al mismo tiempo. Eso era algo que queríamos trabajar también. 

2_ NICOLAS Poblete

La película también aborda temas súper complejos. ¿Cómo relacionas estos temas con las transformaciones culturales que vivimos como país? 

En la película está presente lo que vivimos en Chile. Está el despertar, el darse cuenta. Sentimos que estos temas eran los que había que poner sobre la mesa para reflexionar, para ver, para que nos miráramos. Muchos de estos despertares colectivos van acompañados de un despertar personal, de un despertar espiritual, de un despertar social y, en ese sentido, lo que pasó en Chile y lo que está pasando en Chile, claramente, fue súper inspirador para esta película. 

Y, con el retorno a la presencialidad. ¿No crees que se dejó de lado un poco ese despertar, ese ejercicio un poco más reflexivo? 

Esto ya es bien personal. Por más que parezca que estamos volviendo a la rutina, claramente no somos los mismos. Post estallido social, post despertar de Chile, post pandemia, claramente somos distintos y siento que somos más maduros, más despiertos si se quiere y no hay vuelta atrás. Cuando uno ya despierta, siempre hay una búsqueda y un darse cuenta  y un ir creciendo. En ese sentido, creo que la película tiene, más que un mensaje, una lectura que es cómo, pase lo que pase en la vida, el nacimiento siempre se impone. La vida siempre va a buscar nuevas formas de salir. Entonces, a pesar de la violencia, a pesar de los abusos, a pesar del cuestionar este modelo del ser familia o ser mujer, la vida siempre va a ir encontrando su camino. Eso me parece súper bonito. 

Tus películas suelen caracterizarse por tener una poética de la melancolía, la nostalgia. ¿Cómo es aquella película que hoy te interesa hacer? ¿Cómo la defines? 

Esta película – Mensajes privados- es la película que yo quería hacer, porque en el fondo está la inmediatez. O sea, por primera vez hice una película el mismo día que la quería hacer. Normalmente uno postula a un fondo, tiene una idea, desarrolla un guión por un año y medio, y esa película va creciendo. De pronto, sentí que esto fue muy inmediato y eso fue súper bonito. Entonces, sí, esto es lo que yo quiero hacer, quiero reflexionar sobre ciertos temas importantes, pero, sobre todo, mirarnos hacia adentro y creo que eso es lo que he hecho desde mi primera película, qué es lo que me está pasando, qué es lo que le está pasando a mi mundo y en esta película quizás eso es más gráfico aún, porque dialoga con el documental, pero va en esa misma búsqueda de mirarse hacia adentro y decir qué nos está pasando, de qué queremos hablar, cuáles son los temas que queremos poner sobre la mesa. 





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