Durante la tarde de este lunes, el académico de las facultades de Artes, Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, Pablo Oyarzún, llegó hasta la Casa Central de nuestro plantel para inscribir su candidatura a la Rectoría para el periodo 2022-2026.
En ese sentido, el académico sostuvo que esta postulación tiene que ver con el profundo compromiso que tiene con la institución, lo que se ha visto reflejado en su trabajo como docente y directivo de instancias como el Proyecto Bicentenario JGM.
“Tiene que ver con el compromiso que uno tiene con una Universidad a la que no solamente se siente perteneciente, sino que con la que se siente responsabilizado para contribuir a su crecimiento y su desarrollo. Para mí es una expresión de ese compromiso”, señaló respecto de su candidatura.
De acuerdo a ello, dijo que es importante generar una proyección de la Universidad, tomando como referencia las transformaciones que vive nuestro país y el mundo. Así, comentó que es preciso trabajar en conjunto con las universidades estatales del país para enfrentar los problemas regionales.
“Hay acciones concretas que empezar a revisar de inmediato, pero cosas que uno tiene que proyectar a largo plazo. Creo, por ejemplo, que el tema de la estructura universitaria es un tema importante. Requiere modificaciones, flexibilizaciones, para poder hacer más espacio para la interdisciplina, la transdisciplina, la generación de trabajo cooperativo para la generación de núcleos de trabajos en equipo”, dijo.
“Sin modificar, sin hacer cambios dramáticos, sin hacer una especie de refundación de la estructura universitaria, uno puede adaptar esa estructura a condiciones mucho más flexibles de trabajo y creo que eso es muy importante”, señaló, indicando que también es relevante que el carácter democrático que ha marcado la historia de la Universidad de Chile se exprese en su interior.
Así, manifestó que el plantel debería avanzar hacia una cultura democrática en la que se produzcan modificaciones en las relaciones de poder del plantel. “Hay relaciones que son demasiado verticales”, dijo, señalando que su proyecto apunta a generar una mayor horizontalidad de las relaciones, apostando por el trabajo en equipo, lo que a su vez permite que todos y todas los miembros de la comunidad “se sientan corresponsables de lo que ocurre en la Universidad de Chile”.
Por otra parte, Oyarzún indicó que la Casa de Bello debe fortalecer aún más sus relaciones internacionales y expresó que el plantel bien puede tomar como referencia el trabajo realizado por instituciones extranjeras, principalmente de Latinoamérica.
“La Universidad no se puede encerrar en sí misma y no abrir porosamente sus muros al exterior”, enfatizó. “Necesitamos aprender de cosas que se hacen a nivel social y que son relevantes (…). Hay cosas que no podemos resolver en laboratorios. Debemos ver el medio social, porque ahí hay una creatividad que me parece interesante”, añadió.
Finalmente, el académico dijo que “ese diálogo social es muy bueno para la Universidad de Chile” y que el plantel requiere asumir un compromiso, no solo de acompañar al país en sus procesos políticos y sociales, sino que también debe ejercer una vigilancia crítica de esos procesos. “Más que una institución, somos una comunidad deliberante y esa deliberación tiene que ejercer su capacidad crítica”, concluyó.