En octubre de 2019, a petición del entonces Secretario de Estado, Mike Pompeo, el Departamento de Transporte había suspendido -hasta nuevo aviso- todos los vuelos chárter públicos entre Estados Unidos y destinos cubanos que no se dirigieran al Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana y, además, limitaba la cantidad de los mismos. Una medida que encarecía y dificultaba las visitas de los cubano-estadounidenses a las provincias de la isla, más aún en plena pandemia.
Ambas medidas estaban destinadas, según el gobierno del ultraderechista Donald Trump, a “limitar la posibilidad de que el régimen obtenga beneficios económicos que luego emplee para financiar la represión”. Y, además, era una sanción al gobierno cubano “por su apoyo a Nicolás Maduro en Venezuela”. De ese modo, el magnate endurecía el bloqueo económico que Estados Unidos aplica ilegalmente desde 1962 contra Cuba con el fin de forzar un cambio de régimen, revirtiendo la apertura propiciada por su antecesor, el demócrata Barack Obama.
Pero las cosas cambiaron. Ya en mayo pasado, la Casa Blanca había anunciado que levantaría algunas de las restricciones impuestas a un total de nueve aeropuertos isleños bajo el mandato de Trump, “como parte de una revisión más amplia de la política hacia Cuba”, según prometió Biden al asumir la presidencia de la Unión en enero de 2021. También, se explicó, “para facilitar los procedimientos de inmigración, las transferencias de dinero y los vuelos a la isla”. Ahora, a través de esta orden del Departamento de Transporte “se revocan acciones previas que restringen algunos servicios aéreos entre Estados Unidos y Cuba”, reza el documento. Se agrega que con estas medidas, el gobierno de Biden pretende “apoyar las aspiraciones de libertad y mayores oportunidades económicas a los cubanos para que puedan mejorar sus condiciones de vida”.
La política respecto a la isla, bajo un régimen de partido único -el Comunista- desde la revolución liderada por Fidel Castro en 1959, es un tema delicado en Estados Unidos, que alberga a una importante comunidad de inmigrantes de origen cubano, signados ideológicamente por un profundo anticomunismo. De hecho, la flexibilización anunciada ha generado un gran malestar en el Partido Republicano e, incluso, entre algunos demócratas, sobre todo después de las protestas internas en Cuba el año pasado.
Pero no son gratuitos los pasos conciliadores de EE.UU. Por el contrario, el objetivo de Biden se da cara a la Cumbre de las Américas de la próxima semana en Los Ángeles, evento en que intentará cerrar un pacto regional sobre migración, junto con abordar otros temas, como la economía, la crisis climática, el estado de las democracias o la pandemia de covid-19. Washington planteará a la Cumbre que la migración irregular no es solo un asunto de frontera entre Estados Unidos y México, sino “un problema regional que afecta a casi todos los países” americanos y buscará que las naciones involucradas asuman sus “responsabilidades”, según Juan González, principal asesor para Latinoamérica del presidente estadounidense.
La medida de levantar las restricciones para los vuelos a Cuba desde territorio estadounidense tiene “efecto inmediato”, lo que facilitará que los cubanos que residen en el país del norte puedan visitar a sus familiares en la isla. Así, fuera de La Habana, podrán volar a alguno de los otros aeropuertos internacionales que tiene Cuba, a saber, Camagüey, Cayo Coco, Cayo Largo, Cienfuegos, Manzanillo, Matanzas y Santiago de Cuba. Y aunque este sea un gesto más en la línea apaciguadora de Biden que llega después de que ambos gobiernos han dado muestras de cierto acercamiento en las últimas semanas, Cuba sigue calificando la medida de Washington como sólo un “paso limitado en la dirección correcta”, resaltando que la misma “no modifica” el implacable bloqueo vigente desde hace 60 años contra la isla.
(Imagen de portada: Cubadebate).