Los numerosos focos de fuego que se han registrado en la zona central del país desde noviembre a la fecha, periodo denominado como temporada de incendios, no solo afectan a los árboles y la vegetación, también cobran vidas humanas y animales silvestres y nativos, y dejan a miles de personas damnificadas. Estas son solo algunas de las lamentables consecuencias de estos eventos. ¿Qué hacer para evitar estos daños?¿Cómo estar mejor preparados? A continuación, especialistas transdisciplinarios de la Universidad de Chile entregan sus reflexiones en torno a las lecciones aprendidas.
El profesor del Laboratorio de Incendios Forestales de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza (FCFCN), Miguel Castillo, plantea que más allá de las emergencias, desastres y daños causados “todavía tenemos una profunda deuda con el país respecto a una moderna y articulada institucionalidad en materia de incendios forestales. Quedaron al desnudo las debilidades normativas y legislativas en torno al tema de la ley contra incendios forestales”. Agrega, además, que “esto no es más que una evidencia que llevamos años trabajando en parchar y hacernos cargos de problemas puntuales, cuando en el fondo tenemos que ocuparnos de la conducta general de la población frente a los incendios forestales, basado en una adecuada estrategia de prevención y sancionar cuando corresponda”.
Para el académico, se suman las necesidades en cuanto a políticas y protocolos en la ocupación y uso de suelos en comunas donde no existe un plan de ordenamiento territorial que considere criterios de emergencia. Castillo destaca que también es fundamental el manejo y gestión del agua, que si bien no es lo único para afrontar los incendios es un “activo vital” para su combate. “El uso responsable del agua y la conducta cívica es importante para poder ser generosos y empáticos en situaciones de emergencia. Tenemos que hacer una revisión profunda sobre la infraestructura, sobre las fuentes de agua para atención de emergencias, entendiendo que el agua no es siempre la solución para los incendios, pero es un activo territorial que sin duda ayuda mucho a contener el avance del fuego”, explica.
Además, agrega el experto, esta fuerte temporada de incendios dejó un nudo focal dentro de la legislación chilena para poder abordar la emergencia. “El articulado legal para mí es un tema sumamente necesario que se ha abordado de manera parcial e incompleta (…) Necesitamos impulsar definitivamente la ley de incendios forestales, ya que actualmente se está empezando a convocar equipos de trabajo, pero en una mesa institucional. Es algo que se viene, incluso, más allá de la planta física, cuántos aviones y helicópteros”, detalla el especialista de la Universidad de Chile.
Respecto a la gestión de la emergencia, el profesor Miguel Castillo apunta a la importancia de acciones coordinadas de la autoridad, combatientes y voluntarios porque -según su visión- los incendios forestales no son los mismos de antes. En esta línea, destaca la importancia de “fortalecer aún más los mecanismos de atención de emergencias en primera respuesta; la coordinación para eventos de simultaneidad extrema, que no es algo nuevo respecto a temporadas anteriores, pero sí fue más severo. Además, coordinar de mejor manera y minimizar la cantidad de daños directos. Este año murieron muchos animales y personas. Eso también es una lección respecto de cómo se están haciendo los mecanismos de evacuación, que son tres: la evacuación preventiva directa, la evacuación gradual y la evacuación de último momento, en que el incendio es casi inminente, que no es la más recomendable porque genera mayor riesgo, y las vías de escape se cierran por el fuego”.
Después de las llamas viene la Reforestación
Una de las claves para poder recuperar el terreno siniestrado por los incendios forestales son las políticas de reforestación que lleva adelante la Corporación Nacional Forestal (CONAF) en las zonas del centro-sur. Frente a esta nueva etapa, tras la emergencia, Álvaro Promis, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile, explica que ante la magnitud del desastre es importante tratar de “generar paisajes heterogéneos” y no mantener los “paisajes homogéneos de las masivas plantaciones de pino radiata” que actualmente cubren enormes extensiones de suelo en el país.
“La pregunta es cómo se puede lograr esto si gran parte de la superficie pertenece a propietarios privados. Es aquí donde el rol del Estado llega a ser fundamental desarrollando programas de planificación y ordenamiento, tratando de generar paisajes heterogéneos, donde se combinen las plantaciones forestales. Es importante que se generen plantaciones forestales mixtas, que se generen terrenos agrícolas y donde también se pueda promocionar la continuidad y desarrollo de grandes fragmentos de bosque nativo”, sostiene el profesor Promis.
El experto destaca dos especies: el Queule y el Pitao (o canelillo). Ambas son endémicas de la zona central de Chile y al ser afectadas por los incendios en las pequeñas poblaciones de fragmentos de bosque nativo están más a la merced de la regeneración y recuperación. Respecto de la reforestación y las posibilidades de regeneración de suelos y grandes superficies de terrenos, el académico señala que es fundamental guiarse por la Ley Marco de Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente, que puede ser una pieza clave para un nuevo modelo de desarrollo.
“Si lo vemos desde el punto de vista del cambio climático, existe una Ley Marco de Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente. El Estado debería fomentar forestaciones y reforestaciones con especies nativas y en cultivos mixtos. Entonces, lo que se debería hacer a través de CONAF es fomentar la generación de cultivos y plantaciones mixtas y con especies nativas”, dice el académico. Esto, agrega, “debería influir, de alguna manera, en cambios productivos en pequeños, medianos y grandes propietarios. Quizás lo más lo importante es generar nuevas cadenas de valor económico en que no solamente el propietario pueda verse obligado a que su producto forestal tenga que ser dirigido para que una o dos grandes empresas le compren la madera. Tiene que generarse, a través de una plataforma de CORFO, un nuevo sistema industrial en el que pequeños y medianas empresas y estos productores puedan verse beneficiados por otro tipo de diversidad de especies, para que estas especies mixtas también puedan ser parte de una estructura de valor”.
Las otras víctimas de los incendios forestales
Parte de los impactos de estos desastres socionaturales repercuten en la fauna local, particularmente en los animales llamados de baja movilidad (anfibios, reptiles y micromamíferos), así como en aves que aún no aprenden a volar. Las llamas cobran la vida de la fauna silvestre y nativa, arrasando con degús, cururos, sapitos de Rulo, lagartijas y aves que están en sus nidos.
Los animales pequeños que quedan atrapados por el fuego son las víctimas silenciosas de los incendios forestales, ya que en esas hectáreas quemadas está su hábitat, su refugio, alimento y su comunidad, explica la Dra. Valeria Rojas, profesora de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias (FAVET) de la Universidad de Chile, y directora del Centro de Gestión Ambiental y Biodiversidad de la misma unidad académica.
La especialista enfatiza que es necesario avanzar en la Reducción de Riesgo de Desastres (RRD). “La gran lección que tenemos que seguir aprendiendo y que todavía no la aprendemos es la falta de coordinación entre las diferentes entidades, ya sea académicas, institucionales y la sociedad civil para enfrentar los incendios, sobre todo las etapas posteriores respecto a cómo solucionar las consecuencias, especialmente en cuanto a las especies de movilidad reducida”, dice la profesora Rojas.
El centro que dirige desde el año 2016 participa con la Senapred dentro de una mesa de gestión de riesgo de la fauna no solo silvestre. En el ámbito empresarial también es necesario que tengan un sistema de evacuación para los animales que crían, algo que hoy no sucede, indica.
De la gestión de riesgo de desastres a la reducción
Una de las novedades del actual periodo de incendios forestales es que el país cuenta con la Ley 21364, que creó el Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres, incluyendo un Servicio (Senapred) que reemplazó a la antigua Oficina Nacional de Emergencias, planteándose una mirada más integral de estos fenómenos.
Como explica la académica de la FCFCN e integrante del Programa de Reducción de Riesgos de Desastres de la U. de Chile (CITRID), Rosemarie Garay, resulta crucial este cambio de foco. “Empezamos a hablar de reducción de riesgo de desastres más que de gestión, que hasta ahora insinuaba y demostraba más acción hacia la respuesta que a la prevención”, señala. En este sentido, advierte que el desafío es poner en práctica lo plasmado en el cuerpo legal. Es decir, “una acción coordinada y conjunta entre las distintas entidades públicas y privadas con competencias relacionadas con las fases del ciclo del riesgo de desastres. La propuesta es que las acciones idealmente preventivas se organicen desconcentradas o descentralizadas del gobierno central, pero ello no va a ocurrir tan rápido ni tan fácil”, señala la académica.
Parte de esos desafíos es hacer más eficaces los Comités Comunales de Operaciones de Emergencias, que -como detalla la especialista- son “un grupo intersectorial y multidisciplinario de representantes de Organismos Técnicos del Estado, cuyo objetivo es coordinar y manejar todas las acciones de una emergencia del nivel local, que ya existen, pero dependiendo de cada región, provincia y comuna son más o menos competentes. Ahí es donde se debe trabajar preventivamente desarrollando más capacidades”. A esto se suma, “un asunto de asignación de recursos y de fiscalización del uso de los mismos. No me refiero a la Contraloría, sino a la supervisión de un uso técnicamente pertinente, no solo de la administración de estos”.
Otro aspecto a considerar es la adaptación de la ordenanza territorial, incluyendo el aspecto de infraestructura frente a los nuevos escenarios. Si bien Chile destaca por una robusta norma sísmica, la profesora Garay señala que “no hay nada normado en cuanto a construir para habitar en un territorio con múltiples amenazas, sean incendios forestales u otros (…) Lo mismo respecto a otras amenazas. Por años, se habla de la mala planificación territorial, de los edificios en el borde costero, de hospitales y hogares de ancianos ubicados en lugares que no debieron ser usados para esos fines, pero pasan los años y las medidas que se toman son mínimas y volvemos a hablar de lo mismo una y otra vez”.
Lo mismo post desastres. Por ejemplo, las viviendas de emergencia. Si bien han mejorado sus estándares, de acuerdo a la académica, el tema de fondo ha quedado relegado. “El tema de fondo, que es encontrar y castigar a los causantes y resolver estructuralmente la planificación territorial, quedan nuevamente para después. Entonces, si se analizan los mayores desastres ocurridos en Chile, es cierto que se actúa en la emergencia, se protege la vida, la prensa está transmitiendo en vivo por los primeros días, pero después se olvida y vamos al siguiente episodio sin haber abordado soluciones eficientes en materia de robustecer las estructuras, crear mejores accesos, implementar obras de mitigación, porque todo eso es de muy alto costo y probablemente no existan jamás los recursos para eso, pero no es que no se sepa qué es lo que hay que hacer”.