Performance que habla sobre el espíritu de las montañas y el extractivismo cierra su ciclo de presentaciones en el GAM

“Danzas climáticas” es un trabajo que explora diferentes nociones de la tierra bajo la mirada de la coreógrafa chileno-mexicana radicada en Austria, Amanda Piña.

“Danzas climáticas” es un trabajo que explora diferentes nociones de la tierra bajo la mirada de la coreógrafa chileno-mexicana radicada en Austria, Amanda Piña.

Danzas Climáticas forma parte del proyecto artístico multidisciplinario “La Escuela de las Montañas y las Aguas”, y es el nombre del quinto volumen de “Movimientos humanos en peligro de extinción”, un proyecto de investigación artística realizado por la coreógrafa chileno-mexicana sobre la actual pérdida de diversidad cultural y biológica planetaria.

Esta obra, que se estrena por primera vez en América en las salas de GAM, explora las diferentes nociones de tierra, partiendo de un paisaje ligado a la biografía de la artista sobre una particular montaña de los Andes centrales de Chile arrasada por la minería y que se encuentra en proximidad a los glaciares.

“En Chile hoy es fundamental proteger a las montañas y glaciares de la lógica extractiva y destructora imperante. Eso tiene que cambiar hoy, no mañana, no tenemos tiempo. Tenemos que empezar a entender a las montañas y a los glaciares como cuerpos vivos y no como recurso natural, menos como materia inerte. Ellas reproducen el agua, son creativas y tienen un conocimiento que apenas hoy estamos empezando a entender” comenta Amanda Piña.

La investigación que da fruto a la obra también está inspirada en el trabajo que realiza el antropólogo y bailarín mexicano Alessandro Questa sobre dos danzas de Puebla interpretadas por indígenas Masewal. Para ellos, las danzas son formas de pensar el mundo y la agricultura es una negociación entre humanos, animales y espíritus que se reconocen habitantes de una misma tierra, codependientes y en sustento mutuo.

“Lo que encuentro hermoso de las tradiciones de los pueblos amerindios es que no se consideran separados de la naturaleza, del medioambiente. Ellos consideran que los humanos y no-humanos son parte de una red de relaciones, que se encuentran enlazados al espíritu de la montaña en rituales de reciprocidad que involucra la danza”, asevera la coreógrafa e intérprete.

La obra busca indagar y encarnar dentro de una exploración visual nuevas formas ancestrales de relacionarse con el mundo vivo y con las montañas desde un lugar que se convierte en un espacio donde compartir penas y furias, llorar e imaginar un futuro.

El montaje realiza un viaje a las profundidades de la montaña y al reencantamiento de lo que la ciencia moderna llamó geología y se enmarca en un contexto en el que visibilizar el cambio climático, las consecuencias de la explotación minera en las comunidades y en los seres de la tierra, las montañas y las aguas se vuelve urgente.

El proyecto general empezó en 2014 y se centra en las danzas y prácticas de movimiento que han sido desarrolladas durante siglos en todo el mundo, facilitando su reaparición en otros cuerpos y contextos. Por ello, la pieza incluye un taller de danza previo a las presentaciones públicas y busca que los participantes se incorporen al espectáculo durante el final de la performance.

En el taller, Piña comparte sobre la teoría y práctica relevante en la creación e investigación en torno a las danzas climáticas, una propuesta ecosomática femenina y decolonial sobre la práctica y reaparición de estructuras de danza que facilitan la acción de convertirse en montaña y la transformación del cuerpo en movimiento.

Amanda lleva años investigando, sensibilizando y expresando la destrucción de los ecosistemas y las consecuencias de la cultura de extracción a través de la performance. Vive en Viena, estudió Teatro Físico, Antropología Teatral y Danza Clásica, Moderna y Contemporánea. Dejó Chile a los 20 años y fundó en Austria el Ministerio de Asuntos del Movimiento, que se centra en el movimiento del cuerpo como agente expansor de la conciencia. Para ella, la danza y el movimiento no es una actividad de ocio, sino una actividad social de importancia espiritual y política.

10 al 18 Marzo
Viernes y Sábado — 20.30 h. Sala A2
$5.000 Gral., $3.000 Estudiantes y personas mayores.





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