La Segunda Sala Penal de la Corte Suprema anuló sentencia dictada por un Consejo de Guerra de Punta Arenas que, en septiembre de 1974, había condenado a Fernando Lanfranco Leverton, ingeniero y músico, a la pena de cinco años de presidio menor en su grado máximo como autor de delitos contra la Seguridad Interior del Estado y lo absolvió de todos los cargos que se le imputaron tras acreditarse su completa inocencia.
El fallo fue pronunciado por los ministros Manuel Antonio Valderrama, Jorge Dahm, la ministra Suplente María Carolina Catepillán y los abogados integrantes Eduardo Morales y Leonor Etcheberry, quienes acogieron el recurso de revisión interpuesto por el abogado Francisco Ugás Tapia, representante del recurrente Lanfranco Leverton, dirigido a anular las sentencias del Consejo de Guerra llevado a cabo en dicha ciudad y todo su procedimiento.
Francisco Ugás, coordinador jurídico del Estudio Caucoto Abogados, celebró el fallo manifestando que “en el caso que nos convoca, anular esas sentencias y ese juicio, declarando la absolución de don Fernando por haber sido probada su inocencia, es una medida de justicia y de reparación sustantiva, que apunta a restablecer el buen nombre y la dignidad de una persona injustamente condenada por un espurio consejo de guerra; medida, por cierto, muy necesaria para las personas afectadas y positivamente valoradas por ellas, pese al transcurso del tiempo”.
“Me devolvieron en parte mi dignidad”
Fernando Lanfranco Leverton tenía 24 años cuando fue condenado por el Consejo de Guerra en septiembre de 1974, estudiaba Ingeniería en Petroquímica en la Universidad Técnica del Estado de Magallanes.
El 10 de octubre de 1973 fue detenido desde la sala de clases, y lo trasladaron al regimiento Cochrane. Ahí vivió encierro, golpes, torturas. El 21 de diciembre lo embarcaron rumbo a Isla Dawson, junto a otros 14 jóvenes, todos condenados por el mismo procedimiento militar.
En 1976 partió al exilio en Dublín, Irlanda, país donde estuvo por los siguientes 14 años y donde ejerció la mecánica automotriz, carrera que ha compatibilizado con la música. En julio de 1990 finalmente pudo retornar al país.
Ad portas de cumplirse 50 años de ocurrido los hechos, Lanfranco agradece la sentencia del máximo tribunal ya que, dice, le devolvieron su dignidad: “Lo tomo con tranquilidad. A pesar de todo lo que me pasó y me sigue pasando en la vida, no hay rencores ni ganas de venganzas. Creo que este fallo es una ventana necesaria e indispensable contra la impunidad. Esta sentencia me devuelve, en parte, mi dignidad, no solo a mí, también a mis otros compañeros que fueron también condenados por el Consejo de Guerra”, expresó.
Para Lanfranco se vuelve aún más relevante la sentencia del tribunal, ya que, según relata, todo se dio en un contexto de irregularidades extremas “me detuvieron y condenaron basados en mentiras y confesiones bajo torturas y creo que lo más importante es mi familia, que conociéndose esto me devuelve la tranquilidad por ellos”.
La música contra el encierro, tortura y exilio
Fernando Lanfranco Leverton, junto a otros compañeros de celda compusieron un trabajo musical que los ayudó a resistir el encierro y las torturas. La pieza artística, conocida como Cantata Latinoamérica Isla Dawson, fue terminada en 1976 cuando estuvieron en la cárcel pública de Punta Arenas, previo al exilio.
Con el tiempo, el trabajo musical fue rescatado y será revivido el próximo 4 de septiembre en el teatro municipal de Punta Arenas, en Magallanes, en el contexto de los 50 años del golpe de Estado.