Baltazar Garzón por sanción a juez Urrutia: “Quienes sancionan a un juez que ha obrado así, se convierten ellos mismos en indignos”

El abogado español envió una carta a la Asociación Nacional de Magistrados de Chile en la que expresa su apoyo a Urrutia por denunciar encubrimiento de la justicia a las violaciones a los DDHH en dictadura y durante el estallido social.

El abogado español envió una carta a la Asociación Nacional de Magistrados de Chile en la que expresa su apoyo a Urrutia por denunciar encubrimiento de la justicia a las violaciones a los DDHH en dictadura y durante el estallido social.

El exjuez Baltazar Garzón envió este lunes a la Asociación Nacional de Magistrados de Chile, una carta en la que expresa su apoyo público al juez Daniel Urrutia Labreaux a raíz de la sanción impuesta por emitir opiniones sobre el encubrimiento del Poder Judicial de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura cívico militar de Pinochet, como también durante el estallido social.

En el marco del III Foro Internacional de Derechos Humanos que se realiza en la ciudad de Buenos Aires, Garzón hizo pública una misiva con “las reflexiones que me suscita la amarga noticia de saber que, una vez más, un juez ha sido sancionado (aunque la sentencia aún no es firme) por expresar libremente sus opiniones”.

Sancionar a un colega porque no se concuerda con sus apreciaciones, porque su denuncia es incómoda e incluso molesta, es un asunto muy delicado porque es un mensaje que peligrosamente se alinea con la uniformidad, con el pensamiento único, propio de regímenes dictatoriales de distinto signo, que tienen en común la represión de cualquier desobediencia u opinión que escape de la verdad oficial”, señala en parte de la carta.

“Siempre he creído que el Poder Judicial, del país que sea, tiene una natural tendencia a ser conservador y a mantener el estatus quo, debido a que tradicionalmente esta ha sido una profesión elitista, a la que es muy difícil acceder sin los apellidos adecuados. Pero, la buena noticia es que, de tanto en tanto y cada vez más, la pluralidad se impone, no solo por la nueva configuración de la judicatura, sino, sobre todo, porque el propio concepto de derecho y su ejercicio ha cambiado después del desastre de la Segunda Guerra Mundial y las Leyes de Núremberg”, expresa el exmagistrado que se caracteriza por el compromiso con la defensa de los DD.HH.

Agrega que “la justicia debe estar siempre al servicio de la ciudadanía. Es propio de los totalitarismos la opción contraria, es decir, tratarnos como sirvientes o súbditos de la autoridad, obligados a obedecer y no cuestionar sus decisiones que adoptan en beneficio propio o de los intereses económicos de algunos pocos. El soberano ya no es el rey ni el presidente del gobierno, ni el parlamento ni las grandes corporaciones que cotizan en la bolsa. El soberano tampoco es la Corte Suprema ni el Tribunal Constitucional. El soberano es el pueblo, somos todas y todos nosotros y a ellos debieran dedicar sus mejores esfuerzos cada juez o jueza, del país que sea”.

“Siempre hay que tener muchísimo cuidado con las defensas corporativas, sobre todo de personas sindicadas de haber encubierto o sido cómplices de violaciones de derechos humanos. Me apena saber que hoy se considera ofensivo lo que está en el propio informe Rettig, es decir, que el Poder Judicial durante la dictadura abdicó de su rol de defensa de las víctimas y de impartir auténtica justicia. Esto es ir en contra de la verdad histórica y de los muchos avances que Chile ha hecho en esta materia y, todavía más grave, en un año como este en el que se conmemoran 50 años del fatídico golpe de Estado que fracturó la legalidad vigente contando para ello con la “íntima complacencia” del propio Poder Judicial”, indica la carta.

El juez Garzón recordó que fue sancionado en su país, España, por sus resoluciones judiciales, por investigar el franquismo, la corrupción política y económica. “Diez años después el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas me ha dado la razón. Me persiguieron judicialmente una serie de colegas a quienes simplemente mi sola presencia era inaceptable porque les recordaba sus propias vergüenzas de no cumplir con el alto deber que les ha sido confiado. No me arrepiento. El precio ha sido alto, pero ha merecido la pena. No podría haber hecho otra cosa, porque el verdadero honor está en cumplir con este deber de independencia e imparcialidad y con defender los derechos de las víctimas”.

Por ello, indica que “quienes sancionan a un juez que ha obrado así, se convierten ellos mismos en indignos. Que cada cual haga lo que su conciencia le dicte. En lo que a mí respecta, manifiesto aquí públicamente mi admiración y solidaridad con el juez Daniel Urrutia Labreaux”.

 





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