“Quiebres y Reparaciones” es la nueva exposición del Museo Chileno de Arte Precolombino, que estará hasta el 14 de julio de 2024. En conversación con el programa Semáforo, la directora de la institución cultural, Cecilia Puga, y el curador jefe del recinto, Felipe Armstrong, abordaron la muestra que se inauguró este mes.
El curador jefe del Museo Chileno de Arte Precolombino, Felipe Armstrong, señaló que la exposición se originó en el Departamento de Colección y Registro del museo.
“Hay un conjunto de piezas que estaban quebradas y reparadas por las mismas personas que las produjeron, es decir, fueron encontradas ya reparadas. Por lo tanto, son piezas que uno podría decir, en términos tradicionales, que no eran museables, porque no es la pieza perfecta, hermosa, prístina, pura. Las personas de este departamento habían insistido en esta idea de hacer esta presentación, de mostrar estos objetos”, explicó.
El curador sostuvo que “en este contexto de los 50 años del Golpe, nos pareció que era una súper buena estrategia para pensar los procesos de quiebres y reparaciones, ya no sólo de objetos, sino más bien en general”.
Luego de esto, el curador y su equipo pensaron en cómo presentar estos objetos, donde notaron “una serie de patrones en el mundo americano, que tiene que ver con cómo estos objetos fueron reparados de manera bastante evidente, donde el quiebre no trata de ser ocultado, y la reparación se hace con materiales de otros colores, por ejemplo, que hacen súper evidente la cicatriz”, comentó Armstrong.
Estos objetos fueron manufacturados con diversas materialidades como cerámica, textil, piedra, madera, desde la zona mapuche hasta México, que “nos habla de cómo el mundo americano prehispánico nos pueden mostrar las estrategias de cómo ellos se relacionaron con sus objetos, desde una perspectiva más del cuidado, que de el descarte”, detalló el curador.
Cecilia Puga, directora del museo, se refirió a la relación de esta exhibición con el arte japonés, la cual valora los quiebres. “Es muy decidor porque lo interesante es que en épocas precolombinas, existían grandes talleres de cerámica (…), por lo que tenían una capacidad de reproducir estas piezas en grandes cantidades. Por lo tanto, no es solamente una actitud ecológica de prolongar la vida, hay algo más en esa decisión de mantener ese objeto activo dentro de una comunidad, dentro de un rito, dentro de un sistema funcionando”. afirmó.
“Con esto también comprendemos que hay sociedades que son capaces de convivir con esas huellas o traumas de su pasado, en el mundo material, y eso enriquece una convivencia”, reflexionó la directora.
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