La decisión de abandonar Chile para radicarse en Ciudad de México marcó un antes y un después. Para Francisco Victoria -uno de los artistas chilenos más relevantes de los últimos años-, ese cambio de paisaje, cultura y densidad poblacional gatilló una autoexploración que, de manera orgánica y casi como una respuesta a una serie de cuestionamientos existenciales, marcó un nuevo punto de partida dentro de su discografía.
“Cuando uno se ve en perspectiva con ese mar de millones de personas es difícil verse como individuo. Como que te vuelves parte de una cosa gigante“, confesó sobre la sensación que ha marcado el último período de su vida. “Por eso, este disco fue para mí una necesidad media física, de entender y hacerme las preguntas correctas: quién soy, qué estoy haciendo. Y por qué, qué me gusta hacer, por qué lo estoy pasando tan mal. O por qué lo estoy pasando bien. Ahí salieron varios lineamientos de cómo y por qué hacer un álbum”.
Un proceso que, además, arrancó con una fluidez que rápidamente dio como resultado los principales pilares de “La necesidad“, su más reciente álbum que, al margen de sus letras, también significó una exploración diferente en cuanto a la confección de sus canciones. “Fue una cosa inmediata. Apenas tuve un momento me puse a componer. En un día hice como cuatro canciones y después aparecieron otras más que fueron completando este relato, y fue muy intenso porque era necesario para mí verme después de haber estado en procesos importantes, de otros discos grandes, de otros artistas que yo estaba produciendo”, explicó Victoria. “Eso gatilló la autoexploración, que suele ser un poco más complicada“.
“El disco hace un camino en detalle y en lupa de una experiencia humana comparada. Qué necesito yo, como ser humano, en muchas situaciones bien específicas; como en dinámicas de relaciones de pareja, amistosas o de término de una relación. También en la dinámica de una relación sexual con otra persona, etc.”, agregó el músico, definiéndolo como un tránsito por “recovecos muy específicos de ser muy humano. Necesitaba mucho esa lupa hacia mí mismo para entender quién era yo a través de estas cosas que estaba necesitando“.
Hallar nuevas formas
A la hora de ejemplificar el impacto de esas sensaciones en sus procesos de escritura, el artista reconoce “Ya no quiero necesitarte”, una de las pistas bisagras del disco, como la canción que mejor condensa la forma en que este álbum marcó su manera de enfrentar la escritura.
“Definió harto la estética de la composición, que es algo con lo que no había estado trabajando tanto antes. Yo operaba desde una cosa más efectiva, en el sentido de componer y luego darle forma; componer y luego vestir de estética. Pero ahora hice otro ejercicio, que fue pujar desde la composición guitarra-voz cómo quería que se sintiera la canción estéticamente. Me pregunté cómo se sienten las canciones que más me gustan de mis bandas favoritas, y zanjé que eso es lo que quería. Y después estudiarlas, olvidarlas y que luego aparecieran solas en las composiciones”, ilustró el músico, citando entre sus referencias a grupos como Radiohead, Blur y Warpaint.
Por eso, lo sindicó como “un camino muy personal hacia una estética muy propia, desde lo más basal, que es cómo se escriben las letras, cómo se hacen melodías y cómo los acordes van con esas melodías. Esa canción fue muy importante para definir cómo iba a ser todo el resto del álbum y cuál iba a ser el hilo conductor”.
Sin embargo, su influencia creativa en torno al disco va mucho más allá pues, al igual que con “Herida” (su anterior LP), Victoria igualmente tomó la posta de la producción. Rol donde también percibió una diferencia en comparación a sus otras experiencias como productor.
“Como me la paso el resto del tiempo produciendo discos para otras personas, creo que para este en particular pude encontrar la perspectiva adecuada. De hecho, estuve a punto de no producir este disco. Venía muy molido del último álbum mío que había producido porque me había costado un montón. Hasta que descubrí que el proceso de entender mi labor como productor conmigo mismo se depuró muy bien desde el trabajo con otros artistas. Ahí pude ver muy claramente cuál iba a ser mi rol con mi propio disco desde la producción”, confesó.
En ese sentido, compartió que se trató a sí mismo “desde el otro lado, de la misma manera en que trataba los otros proyectos. Creo que ponderar de esa manera el trabajo del álbum me sirvió mucho para pasarlo bien haciéndolo. Fue como ‘ah, bien, esta es la idea, este es el objetivo, vamos a ir para allá’, desde un lado mucho más estructurado y disciplinado también”.
“Porque muchas veces uno, cuando produce sus propios trabajos, puede perderse en la nebulosa de la eterna idea en el aire. Para que las cosas se completen, necesitas alguien que sea una contraparte y que te obligue a entregar avances. A ti mismo, en este caso, y que es mi rol con otros artistas. Decirles ‘bueno, sí, me encantan todas estas ideas, pero a qué lo vamos a bajar, qué es lo que nos sirve, qué es lo que no está haciendo tan bueno, qué es lo que no es tan honesto, qué es lo que no es verdad, qué es lo que sí’. Y esta vez, se trató mucho de hacer ese trabajo conmigo mismo”, agregó.
Conectar con Chile
Otra canción que destaca entre los ocho tracks que componen “La necesidad” es “Te quiero tanto“. Un dueto electropop que Francisco Victoria comparte con Akriila, acaso una de las voces femeninas más relevantes del urbano y que hoy sostiene una meteórica y alabada carrera que juega con los límites entre géneros.
“Nos conocimos con la Akrii en un evento el año pasado, de una forma muy random”, recordó el músico. “Al día siguiente fuimos a desayunar alcohol y nos llevamos muy bien. Hablamos mucho de qué álbum estaba haciendo ella, qué álbum estaba haciendo yo, y nos encontramos con varios puntos y referentes en común. Por más que ella estaba en una cosa muy distinta a lo que estoy haciendo yo”.
Así arrancó una amistad que nació de forma muy orgánica y que luego se afianzó por una serie de lugares y personas en común. “Al par de meses de interactuar y hacer cosas, ella empezó a trabajar con mi director creativo haciendo fotos, y entonces todo se empezó a volver medio familiar. Compartíamos equipo en varias cosas. La persona que hace vestuario y maquillaje conmigo también empezó a trabajar con ella. Nos empezamos a encontrar mucho más en todas partes y nos llevamos muy bien”.
“De pronto, yo estaba haciendo una canción y empecé a escuchar la voz de la Akrii. La invité a hacerla juntos y a la semana me mandó lo que había hecho. Lo grabaron con el Vicente Sanfuentes, un amigo productor que justo estaba acá, en Chile. Y la co-produjo con el Vinko, que es su productor, que también trabajó conmigo en otro track de mi disco. Todo muy en familia”, afirmó con una sonrisa espontánea. “No teníamos ninguna duda de que iba a funcionar“.
Y aunque el último tiempo ha estado marcado por su lejanía geográfica con Chile, Francisco vivirá en Santiago dos hitos para su carrera durante los próximos meses. Uno de ellos será su participación en el Lollapalooza por segunda vez consecutiva. “Lo estamos pasando muy bien en el planning de todo. Cómo se va a sentir, cómo vamos a tocar estas cosas. Voy a tocar mucha más guitarra también, que la tuve media abandonada, y eso en respuesta al proceso del álbum, obviamente. Así que esperaría algo bastante más rockero de lo que estábamos haciendo. Eso me tiene muy entusiasmado, estar ahí con mi banda dándolo todo, y creo que de eso se va a tratar”, adelantó sobre los preparativos.
Festival que se suma a su participación en noviembre en el próximo Fauna Primavera, en Chile. “El mismo día que Air”, puntualizó Victoria. “Así que estoy un poco llorando por dentro todos los días”.