Escritor, dramaturgo y entusiasta de la cultura. Todo eso fue Antonio Skármeta, uno de los grandes estandartes de la literatura chilena que este martes 15 de octubre falleció a los 84 años, dejando detrás un enorme legado marcado por la difusión de la lectura.
Es por eso que, como un homenaje a su trabajo en el teatro -con obras como “Plebiscito“, que luego sería adaptada al cine por Pablo Larraín y nominada al Oscar bajo el título “No“-, su despedida fue convocada en las tablas del Teatro Nacional Chileno (TNCH), en un sentido velorio que contó con múltiples autoridades del Gobierno y de la Universidad de Chile -su alma máter-, familiares, amigos y artistas.
Entre ellas, la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Carolina Arredondo. “Desde mi rol como ministra, puedo decir que Antonio fue un maestro de las palabras. Alguien que supo plasmar en sus escritos no solo las historias, sino que también las emociones, sueños de tantas generaciones”, reflexionó la secretaria de Estado, quien además compartió su cercanía con la adaptación al teatro de “Ardiente paciencia“, obra que su padre, el actor Claudio Arredondo, y ella misma, protagonizaron en diferentes épocas.
“A través de sus novelas, sus cuentos, guiones, nos mostró el poder de la literatura para poder conectar, para reflexionar sobre nuestra identidad y para recordar que en medio de las dificultades, la esperanza y el amor siempre prevalecen. Fue un narrador de lo humano, de lo cotidiano, pero también de lo trascendental“, sumó la ministra.
La Rectora de la Casa de Bello, Rosa Devés, también compartió algunas palabras en memoria del escritor: “Hoy nos congregamos bajo el peso de la ausencia para despedir al hombre cuya vida fue un viaje de letras, de palabras asumidas con pasión e historias que se entrelazaron con la historia de nuestro país y del mundo”.
“Antonio Skármeta, nacido en la luminosa Antofagasta, hijo de inmigrantes croatas que encarnó a lo largo de su vida el espíritu de quien lleva en su sangre el impulso del viaje, la búsqueda incansable de nuevos horizontes tanto en la geografía como en el alma humana”, sentenció Devés durante su discurso, en el que puso en realce el impacto que tuvo la carrera del escritor en el desarrollo cultural de nuestro país.
Y es que Skármeta no sólo dejó para la posteridad títulos como “Ardiente paciencia”, posteriormente rebautizado como “El cartero de Neruda“. Además de su bibliografía, versan sobre su trayectoria una serie de proyectos que buscaban democratizar los libros y la lectura, siendo “El show de los libros” el más emblemático de ellos.
“Fue un esfuerzo notable llevar los libros al primer plano e incentivar la lectura“, afirmó el exministro Jorge Arrate, quien fue compañero de curso de Skármeta en el Instituto Nacional. “En el fondo, lo que se consideraba como el gran competidor de la lectura, que era la imagen, el audiovisual, la televisión, el cine, Antonio quiso convertirlo en un aliado. Y creo que fue muy exitoso. Nos hace falta hoy, una vez más, un esfuerzo prolectura”.
La misma percepción que compartió la periodista y escritora Faride Zerán, una de sus más cercanas colaboradoras. “Yo diría que es una figura icónica de la cultura desde la segunda mitad del siglo XX. Es un fiel representante de la generación de los 60 que se expresó con todos los formatos desde el punto de vista cultural que incursionó. Sus obras literarias fueron tan potentes, traducidas a distintos idiomas; se codeó con el cine, con el teatro, con la música como fiel exponente de la generación de los años 60“, manifestó la académica de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Periodismo.
“Su legado es muy importante, sobre todo porque puso un gran énfasis no solamente en sus textos, su literatura, sino que también en difundir el arte y la cultura a través de formatos como la televisión, cuando mucha gente de distintas generaciones veía como extraña esta incursión en estos otros espacios. En ese sentido, fue un gran propulsor de una ciudadanía cultural, de una democratización de la cultura a través de los distintos espacios“, sentenció Zerán.
Un maestro literario
Nacido en Antofagasta el 7 de noviembre de 1940, arrancó su camino en las letras estudiando Filosofía para, en paralelo, asistir a las clases de la Escuela Nocturna de Teatro de la Universidad de Chile. Además, en 1966, obtuvo el grado de Master of Arts en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Así, Skármeta desplegó una extensa y prolífica carrera tanto a nivel local como en el extranjero que arrancó como traductor de diversas obras literarias.
Sin embargo, y adicionalmente a todo lo anterior, Skármeta también fue una escuela para múltiples escritores que le sucedieron. “Tuvo a muchas personas en sus talleres literarios que avanzaron en su escritura gracias a esta pedagogía que hacía”, recordó Arrate.
Uno de ellos fue el escritor y periodista Rafrael Gumucio. “Yo tenía 18 años y asistí a su taller, que era uno muy consagratorio porque estaban Alberto Fuget, la Alejandra Costamagna, muchos que serían escritores después. Y él me becó, me llenó de entusiasmo, habló siempre muy bien de mi libro. Fue una persona esencial en mi carrera y lo fue de muchas otras personas más”, recordó en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile.
“A él le gustaba mucho mezclar la literatura con el mundo ocular, el cine, la radio… Era una persona que le gustaba comunicar. Entonces, parte de su obra literaria también fue ese entusiasmo, esas ganas de participar, de estar en todo. De escuchar, de ver. Y era una persona en un estado de juventud perpetua. Era muy vital, muy necesario, y que la verdad es que nos va a hacer mucha falta”, concluyó.
Esto último, algo que se suma a su carrera en el rubro cinematográfico. “Lo conocimos en Italia, estando exiliados, cuando estuvo trabajando, primero, en su película que hicieron en Portugal sobre ‘El cartero de Neruda’, y después, cuando se hizo el filme en Italia. Que, además, tiene el mérito enorme de haberlo hecho conocido en todo el mundo. Fue una película de un éxito tremendo“, recordó Jorge Coulón, músico e integrante de Inti-Illimani.
“Y después, con el regreso a la democracia, hacía este programa que era pura felicidad, que era ‘El show de los libros’. Esa capacidad de afrontar su profesión desde la felicidad a mí siempre me gustó mucho de él. Se va un amigo, un período de tiempo, y espero que no se vaya la felicidad de descubrir la literatura“, valoró el artista.
La alegría de Skármeta
Sin embargo, y al margen de todo los méritos artísticos y profesionales, la valoración de la calidad humana de Antonio Skármeta igualmente resulta transversal. “A mí, lo que me impresionó siempre fue su felicidad. Eso es lo que más rescato de él. Esa felicidad de vivir, de escribir, de descubrir“, confesó Coulón.
Una visión que es compartida por el exministro Arrate: “Él era un personaje bastante singular. Sentía que Antonio vivía un poco en las nubes, esa era la impresión que yo tenía. Porque tenía esta pasión por el arte, la dramaturgia, la representación teatral y la escritura”.