"Hebra perdida": Nury González inaugura su primera exposición en solitario en el Museo Nacional de Bellas Artes

La muestra está compuesta por una serie de obras de la reconocida artista visual que, en clave de antología, dan un recorrido por su extensa carrera. Un trabajo marcado por el cuerpo, el territorio y la memoria, además de un íntimo mundo interior.

La muestra está compuesta por una serie de obras de la reconocida artista visual que, en clave de antología, dan un recorrido por su extensa carrera. Un trabajo marcado por el cuerpo, el territorio y la memoria, además de un íntimo mundo interior.

Memoria, territorio, cuerpo y palabra. Esos son los cuatro ejes que movilizan el recorrido de “Hebra perdida“, exposición de la artista visual Nury González inaugurada este jueves 24 de octubre en el Museo Nacional de Bellas Artes -como parte del 10° aniversario del Foro de las Artes de la Universidad de Chile– y que, en clave de antología, realiza una revisión por una selección de sus obras más emblemáticas.

Sin embargo, la instalación también adquiere un ribete especial al ser la primera muestra en solitario de González, quien figura como una de las grandes exponentes de las artes visuales de nuestro país. “No deja de ser importante y emocionante tener una exposición individual en el Museo Nacional de Bellas Artes”, aseguró sobre este gesto. “Creo que llega en un momento justo de mi trayectoria porque antes habría sido más complejo decidir qué obras”.

De hecho, los primeros trazos de “Hebra perdida” comenzaron a gestarse el 2021 gracias a un proyecto de archivo levantado por la historiadora Macarena Murúa y la antropóloga Paloma Molina. Un trabajo que tuvo como resultado la documentación de más de 100 obras.

"Hebra perdida", exposición de Nury González

“Hebra perdida”, exposición de Nury González

Por eso, la idea de formar una muestra siempre estuvo en el horizonte. “Volver a ver obras que yo hice en los años 97, 2010, 2012, y que al estar puestas sigan teniendo su aura, es bien total. Porque uno podría ponerlas y decir ‘no pasa nada con ellas’. Tiene que ver con mirar el trabajo que uno hizo, de investigación, de cruce de materiales, de desplazamiento y que hoy, al ponerlos, siguen resistiendo el paso del tiempo”, reflexionó la artista sobre el simbolismo de volver a escarbar entre sus creaciones.

“Revisitarla fue una especie de vértigo a las bodegas, a mirarlas, a restaurarlas, a darse cuenta de que había materiales que ya no existían”, sumó. Todas, revisiones que permitieron elaborar el correlato que acompaña a la instalación.

“El eje curatorial de alguna manera es cuerpo, territorio, memoria y palabra, que son constantes dentro de mi trabajo. Fue pensar cuáles de esas obras podrían comparecer aquí. Quedaron muchas que para mí eran importantes, pero la idea tampoco era hacer una retrospectiva. Uno podría decir que es una antología, una edición que podría coexistir en un momento, siendo que hay obras que tienen muchos años de distancia”, compartió.

Un estandarte de las artes visuales

Para la directora del Museo Nacional de Bellas Artes, Varinia Brodsky, la presencia de la artista en los salones del palacio emplazado en el corazón del Parque Forestal se condice completamente con la calidad de su trabajo.

“Nury González es una artista que merecía una exposición individual en el Museo de Bellas Artes dada su trayectoria. También porque pertenece a una generación de artistas que quedaron, de alguna manera, en ese limbo de la transición a la democracia, y que abordan temas y problemáticas históricas”, valoró Brodsky.

Aunque también reconoce un componente sensible que resulta determinante: “La obra de Nury, además, tiene esa intimidad que transmite. Es hablar desde lo político social, pero también del mundo más interno que nos convoca ser mujeres”.

Sobre esto último, la directora igualmente señaló la preocupación que existe dentro del museo por incluir muestras de artistas mujeres. “Particularmente este año, y desde que asumí esta dirección, ha sido prioritario poner, justamente, a las mujeres en un rol protagónico desde su trabajo y su quehacer. No solo desde la obra, sino desde el pensamiento, abrirse a otro tipo de prácticas artísticas. Tenemos hoy alrededor de un 80% programáticamente de mujeres“, explicó Brodsky.

Por su parte, el académico y Vicedecano de la Facultad de Artes de la U. de Chile, Luis Montes Rojas, hizo hincapié en los esfuerzos que se deben reunir para lograr un montaje como el de “Hebra perdida”. “Aquí hay dos cosas. La primera, el trabajo curatorial y de investigación que se realiza para poder llevar a cabo una exposición como esta. En este caso, a cargo de dos historiadores del arte, Macarena Murúa y Diego Parra. Y, por lo tanto, la exposición no es una investigación en sí misma”, precisó el artista.

“La exposición -sumó- es una parte de esa investigación que lo que hace es dar cuenta no solamente de ese levantamiento documental, sino de la articulación discursiva al interior de la exhibición a través de las obras que son traídas a la sala. Me parece que ese trabajo es notable porque de eso trata la segunda parte, que da cuenta de algo que me parece muy pertinente: pensar que la obra de arte da cuenta de su tiempo”.

“Esta obra de Nury González nos permite entender no solamente la visión personal de una artista, sino también una poética que está en la historia y en la dimensión política de nuestro país. Este conjunto de obras nos permite entender una visión sobre Chile y las situaciones especialmente de la década de los 80 y los 90. Me parece que ahí hay una clave que me interesa particularmente. La manera en que la obra nos permite entender un contexto y que, en este caso en particular, tiene que ver con la memoria. Este trabajo da muy buena cuenta de su trayectoria y nos permite, además, entender ese Chile en el cual fueron creadas“, concluyó el académico.





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