El sociólogo y académico de la Universidad Autónoma de Barcelona, Antoni Verger, quien participó en el Congreso Interdisciplinario de Investigación en Educación (CIIE) 2024 en Santiago -organizado por la Universidad de Chile y otras instituciones- se refirió a la fragmentación del sistema educativo chileno, la inclusión escolar, las evaluaciones estandarizadas como el SIMCE y el impacto en la educación público del proyecto de ley para eliminar el Crédito con Aval del Estado (CAE).
El CIIE fue organizado por reconocidos centros de estudio y facultades: el Instituto de Estudios Avanzados en Educación y el CIAE de la U de Chile; la Universidad Católica, a través de su Facultad de Educación, el CEPPE UC y el Centro de Justicia Educacional; el Centro de Estudios e Investigación Enzo Faletto de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago; las facultades de Educación de la Universidad Alberto Hurtado y Diego Portales; el Centro de Investigación en Educación (CIE) de la UMCE; y C Líder: Centro Asociativo para el Liderazgo Educacional, liderado por la PUCV, además del Consejo Nacional de Decanos y Decanas en Educación (CONFAUCE) y la Asociación Chilena de Investigadores en Educación (ACHIE).
Antoni Verger también es investigador del Instituto Catalán ICREA y coautor del libro “The Privatization of Education”, tiene entre sus áreas de especialización la gobernanza global de la educación y la privatización de la educación.
No es primera vez que está en el país. El sociólogo ha estudiado la realidad educacional nacional no solo desde los análisis comparativos y los libros. Por eso, logra tener un panorama esclarecedor de lo que ocurre con la educación en nuestro territorio. Hace cinco años de visita en el país aseguró que “en Chile se generó un nivel muy alto en segregación”, en relación con la inversión privada en la educación.
– ¿Y cómo ve esta evolución de la política de mercado educacional que se aplica en Chile?
Bueno, la política del voucher que lleva 40 años y más… Quizás para modificarla es mejor efectuar reformas graduales y que, poco a poco, se vaya aceptado que la lógica del mercado no debería ser central a la hora de gobernar los sistemas educativos. Un cambio rupturista puede que dure poco en el tiempo y será más susceptible a los vaivenes políticos. Los cambios más consensuados, pueden ser a la larga más profundos.
– El gobierno presentó un proyecto para poner fin al Crédito con Aval del Estado (CAE) y acceder a la educación superior sin depender de la banca privada. ¿Qué opina al respecto?
Sí, es interesante, porque el endeudamiento de los estudiantes puede ser muy alto en países donde solo dependen del crédito privado. Ahora, combinado esto con una política de becas para los más desfavorecidos, ya que también el crédito puede ser una barrera simbólica y real para muchos estudiantes. Si es un crédito a interés cero, siempre será mucho mejor que un interés que dependa de los mercados financieros. Por lo tanto, lo que cuentas puede ser un paso importante para muchos estudiantes y la inclusión en la educación superior, pero también sabemos que hay estudiantes que necesitan becas completas para poder acceder.
– Se ha referido al tema de la inclusión en los colegios, donde falta convencer a una clase media que se resiste ¿Por qué esta tendencia?
Sistemas educativos más inclusivos son mejores no solo para los hijos de la clase media, sino para la población en general. La convivencia con diferentes grupos sociales también es una forma de aprender, de compartir, de generar más valores, de solidaridad. Necesitamos políticas valientes para, de alguna manera, romper esas barreras, a veces simbólicas, reales o geográficas, que hacen que haya esa pulsión de estar siempre en entornos socialmente muy homogéneos, ¿no? La educación es la única institución que tiene la capacidad y el potencial de romper esas barreras, como digo, mentales, pero creo también son reales.
– Hace pocos días en el país se desarrolló en los colegios la prueba SIMCE, donde habitualmente los profesores sienten que hay una presión sobre ellos por obtener en sus alumnos buenos resultados
Creo que en todos los países del mundo se evalúa, pero es verdad que no siempre se implementa de la misma manera esa evaluación, ni siempre están asociadas al mismo tipo de consecuencias. Las consecuencias hacen que se perciban con mayor o menor presión este tipo de pruebas. Pero, no solo las consecuencias, sino también -y de nuevo entrando en temas más sociológicos, más simbólicos-, el hecho de que los resultados del SIMCE se asocien a la calidad educativa, a la calidad docente, todo eso hace que en cierta manera esa presión aumente.
– ¿Por qué?
Al profesor no solo le preocupa si su salario y su futuro laboral depende de los resultados de las pruebas SIMCE, sino también cómo va a ser visto por el resto de sus colegas y por el director del colegio, en caso de no obtener buenos resultados. Y en Chile se da esa combinación de elementos, tanto reputacionales, como si una secuencia de malos resultados, puede que cierren tu escuela, y esto añade un nivel de presión que encontramos en Chile, en algunos estados de Estados Unidos, quizás en Inglaterra, pero que no se encuentra en la Europa continental. No es habitual.
– En las últimas semanas ha resurgido un tema en el debate público, que tiene que ver con la eliminación de las notas en la Educación Básica. ¿Qué piensa de esto?
Me parece que se puede hacer una evaluación más cualitativa, en base a rúbricas competenciales y no tanto intentar simplificar un proceso tan rico y complejo como es el aprendizaje en una única medida. Y también, si tenemos en cuenta que las notas se pueden estigmatizar en un nivel como la Básica, quizás lo que es importante es intentar motivar y tener altas expectativas con los estudiantes. Y reforzar su base para que luego, en niveles superiores, ya puedan tener un nivel de maduración mayor para gestionar lo que significa una nota más cuantitativa. Creo que la eliminación de las notas en la Enseñanza Básica no solo es una política aplicada en varios países, sino que también es una política deseable.
– Usted se ha referido a la fragmentación del sistema educativo. ¿Le parece ecuánime y adecuado el SAE (Sistema de Admisión Escolar), la plataforma para el ingreso de los alumnos a los colegios estatales y particulares subvencionados en Chile?
Creo que el SAE responde a una política conveniente, en el sentido de que conlleva una cierta centralización de los procesos de admisión que a lo mejor antes quedaban en manos de los proveedores y de las escuelas, y eso generaba una cierta discrecionalidad. Y, hablando de inclusión y discriminación, podían generar una serie de dinámicas no deseables. El SAE, lo que garantiza es una igualdad de oportunidades mayor, aunque eso, por supuesto, no significa que todo el mundo tenga las mismas oportunidades de tener la información más adecuada para entender las reglas del SAE.
– ¿Y cambiaría algo?
Para que el SAE sea más inclusivo y justo, tiene que ir acompañado de procesos de información a la ciudadanía, eso es importante, y también que le pierdan el miedo al algoritmo. Generalmente, la gente lo asocia a una lotería, pero normalmente, hay algoritmos muy bien pensados para intentar que encajen las preferencias de los apoderados, en un contexto en el cual es evidente que hay que distribuir a los alumnos en función de una serie de criterios lo más objetivos posibles.
– Pero es un sistema que se puede ir perfeccionando…
Sin duda. Me parece adecuado ir perfeccionándolo, calibrarlo, ver qué está pasando… Porque algunos grupos de apoderados no eligen las escuelas que, por ejemplo, sacan mejor rendimiento en el SIMCE, y ver ahí qué está sucediendo para apoyar a las familias a la hora de utilizarlo mejor y también ver cómo el algoritmo se puede ir adaptando a las diferentes realidades escolares, de los municipios de las ciudades, a lo largo del país.